Por La Gaceta, de
Tucumán.
Silvestre Luna y Matilde
Díaz residen en territorio santiagueño, pero tienen domicilio 7 de Abril.
(Foto, Antonio Ferroni, La Gaceta).
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Un
considerable número de personas que residen en parajes y pueblos limítrofes de
la denominada "triple frontera" (donde confluyen Tucumán, Santiago
del Estero y Salta), pelean a diario para no quedar atrapados por el flagelo de
la pobreza.
Un
considerable número de personas que residen en parajes y pueblos limítrofes de
la denominada “triple frontera” (donde confluyen Tucumán, Santiago del Estero y
Salta), pelean a diario para no quedar atrapados por el flagelo de la pobreza,
originado por la desigualdad distributiva de las riquezas. Lidia Matilde Díaz,
de 72 años, se jubiló hace un año y medio como ama de casa. “Para poder
mantenernos, mis dos hijos solteros -los otros cuatro ya están casados- deben
hacer changas y yo vendo pan casero amasado hecho en horno de barro. Por acá no
hay CAPS y por cualquier urgencia debemos recurrir a Garmendia, donde hay
hospital. Pero si ellos no envían la ambulancia debemos trasladar los enfermos
en vehículos particulares. En mi caso puedo hacerlo, porque tengo domicilio en
7 de Abril, que es una comuna de Tucumán. Yo vivo a tres kilómetros, pero allí
ya es territorio santiagueño”, describió.
Casi
nadie lo dice
Como
doña Matilde, muchos de los habitantes de parajes santiagueños como El Remate,
Quebracho Coto, Pozo Betbeder, Villa Nueva y Rapelli también fijaron su
domicilio en la comuna de Siete de Abril, para poder acceder, entre otras
cosas, en forma gratuita al sistema de salud tucumano, por alguna urgencia.
Aunque ellos lo nieguen cuando se los consulta al respecto.
“Nosotros
estamos tres kilómetros al noreste del límite de Tucumán. Nos quedan más cerca
Gobernador Garmendia o Burruyacu para hacer las compras importantes. Muy pocas
veces vamos a la capital de Santiago, a Pozo Hondo o a Las Termas”, explicó don
Silvestre Luna, de 87 años, que nació en Las Delicias -en el cruce de las rutas
176 y 204 de Santiago del Estero-, pero lleva ya medio siglo radicado en El Remate.
Don
Luna reconoció, en diálogo con La Gaceta, que también estableció su domicilio
en 7 de Abril. “Incluso, son los productores de granos del departamento
Burruyacu los que nos arriendan los campos para sus cosechas de soja, maíz o
trigo. Nosotros somos minifundistas. Para eso deforestaron esta zona, que
estaba cubierta de algarrobos, quebrachos blancos y colorados, guayacanes,
mistoles y chañares”, resaltó.
La
sequía
Para
colmo de males, la prolongada sequía que causó la falta de lluvias en la zona,
agravó la situación. Los cultivos de soja, de maíz y de trigo -los más extensos
y preponderantes-, pero también los de garbanzo, de poroto, de comino, de
alfalfa y de girasol, más bien propios de minifundistas, no prosperaron; en
muchos casos las cosechas se perdieron.
“Todo
lo que sea grano ya se perdió. En 2012 nos inundamos y en lo que va de este año
estamos cerca de incendiarnos. No llueve ni una gota. La seca también afecta a
quienes crían vacas, cabras y ovejas. Tenemos que rebuscarnos con canjes de
animales, changas, venta de pan casero o con la ayuda que nos hace llegar el
Estado”, contó don Emiliano Arias, de 76 años.
Él
vive de una jubilación programada mínima, de $ 2.165, y del arrendamiento de su
“campito” de prácticamente tres hectáreas en las inmediaciones de Rapelli
(Santiago del Estero). En ese predio también levantó su vivienda de adobe.
Dos
señoras que habían desafiado la siesta santiagueña para salir a caminar,
también reconocieron la ventaja de residir en Santiago pero domiciliarse en
territorio tucumano.
“Estamos
lejos de la capital santiagueña. En Rapelli, por ejemplo, la máxima autoridad
comunal, aunque es del gobierno de Gerardo Zamora, milita en la corriente
interna opositora. Eso perjudica a sus habitantes. Y la gente prefiere ir a
Tucumán”, opinó Rita Corbalán, de 31 años.
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