Por Alvaro Torriglia, en
La Capital de Rosario.
Una encuesta marca la “mala”
percepción de la economía entre los argentinos.
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La
política económica del gobierno nacional no expresa en esta etapa un programa
macroeconómico coordinado sino una alianza coyuntural de sectores económicos
que coinciden en su plan de negocios. Esta entente se apoya en la brutal
transferencia de ingresos desde el segmento económico de menores recursos, el
endeudamiento público y la libertad para fugar capitales. Es difícil pensar que
con este esquema se observe una recuperación sostenida de la actividad
económica y el empleo. Tampoco que se controle un déficit fiscal agigantado por
la resignación de ingresos fiscales y la dinámica de la deuda. El cuadro abre
las puertas para avanzar, el día después de las elecciones legislativas, en una
nueva devaluación y otra ronda de tarifazos, un mayor ajuste fiscal y una
ofensiva sostenida por las reformas fiscal y previsional.
Los conferencistas
Esta
cruda descripción fue expuesta por los economistas Sergio Arelovich y Julia
Strada durante una conferencia sobre la “sintonía fina” de la política
económica de Mauricio Macri, organizada por el Centro de Economía Política
Argentina (Cepa), el Manifiesto Argentino y la Universidad del Hacer, en la
sede de Ovidio Lagos 790, de la ciudad de Rosario, Santa Fe.
Para
Strada, la necesidad de negocios de una alianza coyuntural conformada por el
agronegocio, el sector financiero y las empresas energéticas, direcciona la
política de ajuste del gobierno nacional. No hay, dijo, una coordinación macro “en
este esquema de negocios sectoriales”.
La “bicicleta”
financiera
Esta
dinámica se nota en el terreno fiscal. El Cepa, centro de estudios al que
pertenece Strada, estimó que la transferencia de 70 mil millones de pesos por
vía de la reducción impositiva a estos sectores, la liberación del mercado
cambiario que permitió una dolarización de carteras de 12.715 millones de
dólares el año pasado, el aumento de la deuda, la bicicleta financiera
alimentada con la sobredosis de Lebac y el aumento de la tasa de interés forman
parte de esta lógica. La caída en los ingresos provocada por este activismo
sectorial provocó, contrariamente a lo prescripto por el paradigma ortodoxo, un
déficit fiscal, que “es mayor al 6% del PBI”.
La
comparación con los programas neoliberales que llevaron adelante la dictadura y
el gobierno de Carlos Menem es inevitable. Arelovich recordó que en aquellas
dos etapas pasó un tiempo hasta que el conjunto de medidas económicas
destinadas satisfacer la necesidad de distintos sectores de "hacer
colchones de ganancias" se estructuraran en un verdadero plan. En el caso
de Menem, eso ocurrió, dijo, dos años después de asumir, cuando se sancionó la
ley de convertibilidad. En el caso de la dictadura, cuando en 1977 se dictó la
reforma de la ley de reforma del sistema financiero.
“El
gobierno de Macri está transitando un momento parecido, hoy todavía está en la
etapa de saqueo, el plan económico quizás lo veremos después”, dijo. ¿Después
de las elecciones legislativas? Probablemente. Según Strada, las señales del
presupuesto 2017, los anuncios ya efectuados por funcionarios nacionales y las
batallas que eligió dar el gobierno al inicio de este año, prefiguran tres ejes
de acción para el día después: una nueva devaluación ("el presupuesto
marca un dólar a 18 pesos y el equivalente a la devaluación de 2016 sería de 21
pesos", dijo), una nueva vuelta de aumento de tarifas, y una reforma
laboral y previsional. El Brasil de Michel Temer es, en este sentido, un futuro
posible.
Despidos y caída del
salario
Strada
explicó que en 2016 la macroeconomía de Macri provocó un shock de
transferencias de ingresos a los sectores más ricos, dentro del cual los
despidos masivos y la caída del poder adquisitivo del salario fueron causa y
consecuencia.
Según
el Cepa, se perdieron 253.967 puestos de trabajo en forma bruta desde la
asunción del nuevo gobierno. El Ministerio de Trabajo maquilla estos números
con una creación de empleo apoyada en los monotributistas. Pero los mismos
datos del Sipa evidencian “caída vertical y constante de empleo privado
asalariado en la industria”, señaló.
El
año 2017 dejó paso a una política de "sintonía fina" en materia
laboral, que consiste en aprovechar el escenario de devastación para formalizar
cambios a la baja en el salario y las condiciones laborales. El ejemplo es el
de Vaca Muerta.
Con
los datos de la seguridad social (Sipa), Strada expuso a los ganadores y
perdedores de este esquema: las empresas con más de mil trabajadores, las
grandes, son responsables del 90% de los despidos, mientras que las firmas que
cierran son las más chicas.
Estructuras
Sergio Arelovich y Julia
Strada pusieron bajo la lupa la estrategia económica del gobierno. Un futuro
incierto.
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Los
números expresan una vuelta de tuerca a la concentración económica que, como
subrayó Arelovich, es en los hechos un rasgo estructural de la economía
argentina que no fue atacado por los gobiernos democráticos que se sucedieron
desde 1983.
En
base a las empresas inscriptas en la Afip, el economista explicó que el 68,7%
de las ventas provienen del 1% de las empresas. Ese grupo es responsable del
65% de las ventas al mercado interno y del 99% de las ventas al mercado
externo. Pero otro dato estructural es que el 40% de las ganancias de las
sociedades comerciales registradas en el organismo “no provienen de la
actividad principal sino de la valorización financiera. Un esquema de negocios
que condiciona a la economía local desde hace treinta años cuando la dictadura
militar instrumentó a través de un bando militar la actual ley de entidades
financieras”.
“Alianza para el saqueo”
Para
el economista, la política de Macri conecta con aquellos modelo de los 70 y los
90. Pero advierte que mientras en aquellos casos el contexto económico
acompañaba esos programas, por el auge de la revolución neoconservadora y la
globalización del modelo neoliberal, el plan de Macri apunta a “regresar a un
mundo” que ya no existe en los términos en los que lo imaginó. Altera esto en
parte, dijo, la posibilidad de estructurar en un programa macroeconómico, la “
"alianza
para el saqueo” que se instrumentó en los primeros 15 meses.
“Si
en 2016 hubo una caída de la producción física, ¿por qué hubo ganadores?”, se
preguntó. Y respondió: “Porque hubo una transferencia de ingresos a algunos
sectores a raíz de políticas activas del Estado para favorecerlos”. Estos
fueron “el agro, la energía y el sector financiero, que es el que gana siempre”.
El
economista elevó la cifra de la fuga de dólares a 26 mil millones de dólares
entre diciembre de 2015 y marzo de 2017, de acuerdo a los datos del balance
cambiario del BCRA. Y recordó que el gobierno tomó 50 mil millones de dólares
de deuda neta en 15 meses, en buena medida para financiar esa fuga.
El
desembarco masivo de inversores extranjeros en el negocio de la bicicleta
financiera montado con la secuencia de dólar planchado, la libre movilidad de
divisas y altas tasas de Lebac en pesos, es otra cara de esta bomba sobre el
equilibrio del sector externo. “En 2015 el stock de letras del Banco Central
era de 452 mil millones de pesos, en 2016 fue de 906 mil millones y en 2017
suman 1,12 billón”, describió.
Tradicionalmente,
recordó, los compradores de esos títulos eran los bancos, las ART y los fondos
comunes de inversión. “Ahora se incorporó un cuarto jugador: los acreedores no
residentes en la Argentina, que ya tienen el 45% de estas tenencias”.
“Estos acreedores trajeron
los dólares, los convirtieron en pesos y los pusieron en Lebac, cuando los
valoricen los volverán a dolarizar y los sacarán”, opinó, y advirtió: “Si esto
se vuelve masivo, la historia podría terminar en un nuevo cepo”.
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