El campo del departamento Pellegrini desde donde desapareció el joven Gallo, de 28 años. |
Gallo
fue contratado por Ramón Edurdo “Cata” Castillo y Jorge Argañaraz para cuidar un campo en la Villa Nueva
Esperanza, departamento Pellegrini.
Aquél
día, bien temprano, Castillo y Argañaraz llevaron a Gallo en una camioneta
Toyota hacia el campo, y nunca más apareció.
Su
madre, doña Lilia Noemí Gómez, sigue, a un año de la desaparición de su hijo,
golpeando puertas y soportando las demoras y las ineficiencias de la policía y
del juez intervinientes.
Su
denuncia en la Fiscalía del Crimen de turno no fue acompañada por ninguno de
los organismos de “Derechos Humanos” ni recibió el asesoramiento de abogado
alguno de los tantos que reciben buenas pagas por parte del Estado.
Este
miércoles, como casi todos los días, la sufriente madre golpeó las puertas del
despacho del juez Tarchini Saavedra, para “avisarle” que se cumplía un año de
la desaparición de su hijo y que él (el magistrado), no ha avanzado ni un paso
en la investigación.
En
un año de caminar los pasillos del Palacio de Tribunales, la pobre madre lo
único que consiguió es que el juez le entregara algunas de las prendas que vestía
su hijo el día que fue “secuestrado”.
Lo
bueno es que doña Lilia Noemí Gómez ya sabe todo, aunque el juez “se haga el
champi”. Colectó noticias y datos que la llevan a pensar que los asesinos de su
hijo son “gente de mucho poder”, y que no se avanzará en la investigación
porque “hay un claro encubrimiento judicial.
Sólo
espera que Dios y la Virgen le den vida para poder, algún día, ser escuchada
por jueces serios y responsables que “investiguen todo” y lleguen a esclarecer
la desaparición de su hijo y aprehendan a los asesinos.
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