El santiagueño,
mayoritariamente, puso el voto a Zamora y, a través suyo, al gobierno nacional.
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Y
hasta en Santa Cruz y en Chubut, o en La Rioja, el gobierno nacional mordió el
polvo de la derrota con ciudadanos que coincidieron en que “algo hay que
cambiar”.
Sin
embargo, la mayoría de Santiago del Estero, mansamente, se puso al lado del
gobernador Gerardo Zamora y, consciente o inconscientemente, le dio un
espaldarazo de la presidenta.
Son
dos las opiniones que explican este comportamiento.
La
primera, asegura que el santiagueño es agradecido y supo premiar a Zamora y a
través de él al gobierno kirchnerista-cristinista, “porque por fin alguien se
ocupó de la provincia y comenzó a devolverle algo con la reparación histórica”.
La
segunda es la que piensa que son votos de esos santiagueños conservadores que
nada quieren que cambie, surgidos de una provincia históricamente peronista
(nacida y formada en la cultura del caudillo, del patrón, del jefe, del líder y
del tata que todo promete y da), que vive acostumbrada al calor del gobierno y del poder.
Agrega
la segunda postura que son los votos que vanagloriaron tantas veces a Carlos
Juárez, a César Iturre, a Carlos Mujica y ahora a Zamora. El santiagueño no
cambia…cambian los gobiernos, y esa es la concepción aldeana y provinciana que
nos caracteriza.
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