Ilustración del triunfo
del Frente Cívico por Santiago, en la infografía de tapa de Nuevo Diario.
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Entre
febrero y marzo, Gerardo Zamora atesoraba en un rincón de su despacho de gobernador,
dos encuestas que lo dejaron entusiasmado. Ambas coincidían que portaba una
intención de votos del 86 por ciento.
Estos
datos le sirvieron para montar una ingeniería política muy arriesgada, como fue
tratar de repartir ese caudal de votos entre su Frente Cívico por Santiago y el
Frente Popular (inventado a última hora), para que sus aliados de Bases
Peronistas y de la CGT alcancen el segundo lugar y posicionen a su precandidato
a senador nacional, el gremialista y presidente de Quimsa, Gerardo Montenegro.
Sin
demoras, Zamora puso en juego su estrategia e ingeniería, considerándose dueño
de casi todas las voluntades ciudadanos. Se preparó para ganar con el 50% y
asegurar la precandidaturas de sus dos senadores, Daniel Brué y Ada Iturrez de
Cappellini, y con resto “dar una mano” para que Montenegro se ubique en el
andarivel del tercer senador; el de la minoría.
Encima,
se dio el lujo de pergeñar una campaña proselitista sin acoso hacia la figura
del0 radical Emilio Rached, dejándolo jugar su propio partido para ver si, se
podía, saliera en tercer lugar.
El
fin era clarísimo: que el Frente para la Victoria del intendente de La Banda
sea desplazado al cuarto puesto.
Le
salió calcado
Hoy,
a la luz de los resultados y con una ciudadanía que protagonizó una jornada
cívica sin tachas, sólo hay espacios para reconocer que el plan de Zamora salió
calcado a la perfección.
Salta
a la vista que los dos frentes amigos, el Cívico por Santiago y el Popular,
votaron por la lista de candidaturas a diputados nacionales que encabeza
Cristian Oliva, que se alzó con el 70,48 por ciento de los sufragios. Y, como
había que repartir en la categoría a senadores nacionales, Brué (Frente Cívico
por Santiago) alcanzó el triunfo, pero con menos votos que Oliva, justamente
porque se hizo el reparto beneficiando a Montenegro. Todo funcionó a la
perfección porque, como todos saben, Zamora fue “el jefe de campaña” de estos
dos frentes.
Sin
embargo, ha sido mucho el sacrificio de la militancia de Bases Peronistas y de
la CGT para imponer en menos de 20 días al presidente de Quimsa y secretario
general de Upcn.
En el interior, también los
datos dan cuenta que los jefes territoriales siguen con su hegemonía. Lo de
Amado Tomás “Bochi” Chamorro, intendente de Campo Gallo, fue lo más
apabullante, pues ganó con el 92,33 por ciento. Otros caciques pueblerinos
demostraron que son imbatibles: Rodolfo Cappellini, en Ojo de Agua, con el
91,17 por ciento; Roberto “El Talibán” Brandán, en Atamisqui, con el 90,34 por
ciento, y Néstor Humberto Salim, en Choya, con el 58,74 por ciento
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