Por Mariano De Vedia, en
La Nación de Buenos Aires.
Visibilizar
el problema de la pobreza y mirar con otros ojos la realidad de los pobres, no
sólo desde las estadísticas, es uno de los objetivos del obispo de San Isidro y
flamante presidente del Episcopado, Oscar Ojea. “Muchas
veces vemos los problemas a través de estadísticas y de números, no a través de
las realidades concretas de las personas. En general, miramos a los pobres
siempre de lejos”, advirtió el obispo, en una entrevista con La Nación, en la
que ratificó que el país sufre “una deuda social enorme” y que los esfuerzos
por reducir la pobreza son insuficientes. Llamó, así, a profundizar el camino
del diálogo y favorecer las condiciones para crear empleo.
Respecto
de la postergada visita de Francisco a la Argentina, confió que hay que saber
esperar. Dijo que su agenda “es intensa y está sumamente recargada” y que “él
sabe que todos deseamos que venga; pero él determinará el tiempo y la
oportunidad de concretar la visita. No podemos hacer nosotros su agenda”.
Ojea
compartió este domingo 19, a las 20.30, una comida al aire libre con gente de
la calle, al finalizar una misa en la parroquia Nuestra Señora de Aránzazu, de
San Fernando, como parte de la Jornada Mundial de los Pobres, que el papa
Francisco pidió celebrar en todo el mundo.
-¿Qué sentido tiene la
Jornada Mundial de los Pobres?
-El
Papa quiere instalar un día para que la gente tome conciencia de esta realidad,
que tiene dos dimensiones: la pobreza como carencia y como don. La pobreza como
carencia es la que hay que combatir, tiene que ver con la exclusión social, los
problemas de la educación, el hacinamiento familiar, la marginalidad, la
explotación, la falta de trabajo, todo un mundo que tendemos a invisibilizar,
porque incomodan e interpelan. Pero, además, el Papa nos llama también a
aprender de los pobres, porque culturalmente la clase media ha perdido una
cantidad de valores que ellos conservan, como la hospitalidad y la solidaridad.
-¿Concretamente qué se
busca?
-Es
un llamado a combatir la pobreza, mirarla más de frente y poder aprender a
convivir con lo diverso. A nosotros nos cuesta muchísimo sentarnos a una mesa
con quienes no tenemos afinidad. Tal vez por miedo y desconfianza, armamos
murallas, defensas para quedarnos tranquilos con aquello con que nos entendemos
bien.
-¿La Iglesia argentina
necesita acompañar con gestos las prioridades de Francisco?
-Exactamente.
Francisco coloca la Jornada Mundial de los Pobres una semana antes de la fiesta
de Cristo Rey para resaltar que nuestro rey es pobre, nace pobre, vive pobre,
muere pobre, en la cruz, y desde allí reina. No hay salida si nosotros no
descubrimos todo lo que nos tienen que decir los pobres.
El presidente del
Episcopado llamó a atender a los excluidos y mirar a la pobreza más de frente.
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-¿Por qué no se detiene
la pobreza en la Argentina?
-El
problema de la pobreza es un tema mundial, no sólo de la Argentina. El profundo
individualismo nos impide abrirnos, conocer las realidades y solucionarlas.
Muchas veces vemos los problemas a través de estadísticas y de números, no a
través de las realidades concretas de las personas. Nos falta una comunicación
más profunda. La Iglesia tiene el privilegio de estar junto a los pobres, a
través de las comunidades y de los sacerdotes que trabajan en los barrios
vulnerables. En general, la sociedad mira a los pobres siempre de lejos.
-¿Son insuficientes los
esfuerzos de los gobiernos para reducir la pobreza?
-Son
insuficientes, la deuda social es enorme. No dudamos de que hay muchísimos
argentinos con buena voluntad que desean verdaderamente erradicar la pobreza.
Tenemos que encolumnarnos en un nuevo modo de mirar esta realidad y entender
las necesidades concretas de la gente. Muchas veces pensamos que los demás se
tienen que adaptar a nuestro modo de ser y de pensar. Y esto es un poco
peligroso. Tenemos que aprender a preguntar cuál es tu necesidad, qué es lo que
querés, no suponer que yo tengo la solución de tu necesidad. Es un error
suponer que, como yo tengo la ciencia y la técnica, estoy habilitado a decirte
qué es lo que te hace falta. Y solamente una persona sabe lo que le hace falta.
-¿Las reformas que
impulsa el Gobierno tienden a avanzar en los cambios que se necesitan?
-En
la medida en que surjan de un diálogo auténtico, de un entendimiento entre los
distintos sectores, pueden ayudar.
-¿Hay capacidad en la
Argentina para crear empleo?
-Sí,
hay capacidad desde la creatividad de las personas, de los empresarios, de la
clase trabajadora. Y hay capacidad objetiva en el país para ponerse de pie y
alcanzar una política que, a través de una justa distribución, pueda comenzar a
paliar el tema de la pobreza.
-¿Hay responsabilidades
de las organizaciones sociales y sindicales?
-Cada
uno tiene que aportar aquello que le es propio. En un diálogo es necesario
consensuar y respetar el aporte de cada uno.
-¿Percibe voluntad para
llegar a acuerdos sólidos?
-Hay
una voluntad general. Tenemos que detenernos en situaciones particulares para
ver a dónde están los disensos y escuchar bien de dónde viene la dificultad.
-¿Existe un vínculo
entre la corrupción y la pobreza?
-Cuando
no se encara el poder como un servicio, caemos en situaciones que favorecen la
corrupción. La Iglesia tiene un compromiso firme en el combate contra la
corrupción y el Papa ha distinguido perfectamente entre lo que es un pecador y
lo que es un corrupto.
-¿Se puede esperar una
visita de Francisco a la Argentina?
-La agenda del Papa es intensa y está sumamente recargada, ya que él es el pastor de la Iglesia universal y su misión es universal. Él sabe que todos deseamos que venga. Sin embargo, él determinará el tiempo y la oportunidad de concretar la visita. No podemos hacer nosotros su agenda. Nuestra preocupación no debe estar centrada tanto en la visita, sino en el modo de llevar adelante su magisterio y ponerlo en práctica.
-La agenda del Papa es intensa y está sumamente recargada, ya que él es el pastor de la Iglesia universal y su misión es universal. Él sabe que todos deseamos que venga. Sin embargo, él determinará el tiempo y la oportunidad de concretar la visita. No podemos hacer nosotros su agenda. Nuestra preocupación no debe estar centrada tanto en la visita, sino en el modo de llevar adelante su magisterio y ponerlo en práctica.
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