viernes, 27 de marzo de 2009

De oportunidades perdidas



Por un viejo peronista

Mientras compartíamos unos pastelitos ayudados por el vino con soda en el puesto La Nona del viejo mercado Armonía (obra del “Gaucho” Castro en los treinta) hablábamos de las cosas de nuestro Santiago, sin dejar de mirar a los completos de milanesa que nos preparaban.

El amigo Valentín, de Silípica, recordaba las asunciones de los gobernadores de otros tiempos, entre ellas las cinco de Carlos Arturo Juárez, sin presencia nacional a nivel presidencial.

El Chiquito Juan Paz, de Salavina, decía: “Cómo no va a venir la Cristina si el único que le queda es Gerardo” (por Zamora) y no por el cura ni por el sindicalista que ahora usa trajes oscuros en rol de diputado provincial. (“Es poca la dieta para pagar tantos lujos”, agregó Leandro Santillana, de Bandera Bajada, deseoso de poner un bocadillo en la conversación).

Me parece que siempre exageremos, dijo Valentín Beltrán y explicaba: “El viejo exageraba su aislamiento nacional y a Zamora se le va la mano con su ‘seguidismo nacional’. Incluso, hasta le brinda lecciones a Néstor sobre cómo doblegar a la prensa”. “¿Cómo, no hay prensa libre”, preguntó Martiniano Sepúlveda, viejo hachero de Monte Quemado, aunque algo leído. “¿No lee al El Liberal o al Nuevo Diario?”, interrogó picarescamente Valentín Beltrán, un autodidacta destacado. Además, se animó y lanzó: “Menos mal que aparece el Boletín Oficial que en todo lo que publica es verdad”.

Juan Paz introdujo un bocadillo para destacar la plata recibida por la provincia en estos años, y ahí tercié yo preguntando sobre a dónde estaban esos dineros. “En las obras”, dijo paz. “¿En qué obras?”, pregunté, con lo que Paz, molesto, insistió, “en las muchas obras que hace este gobierno”. Yo también tomé  impulso y, medio caliente, lo interrogué: “¿En qué obras, si no hay ninguna de fondo. Sume todas y verá, compadre, que no es para tanto y que ninguna de ellas cambia la vida de la provincia”:

Tomé la palabra y bajé línea: “Encima, los peronistas se han vendido por 30 monedas de plata. Me dan asco verlos en la televisión todos serviles al gobierno como lo fueron de Lanusse, de Juárez, del gringo cordobés, de Mujica, de Iturre”.

Todo se transformó en un silencio. Menos mal que nos sirvieron las milanesas en el mostrador. Martiniano Sepúlveda pidió dos completos de matambre para llevar y reanimó el diálogo.

Fue cuando, como viejo peronista, me animé a decir: “Yo puedo hablar porque siempre pagué los gastos de campaña en mi departamento. Por ello, es hora que hablemos y castiguemos a los traidores que se vendieron para evitar el triunfo peronista en el 2005, a cambio de negocios”.

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