lunes, 30 de marzo de 2009
Santiago y el mal ejemplo de silenciar a la prensa
Por Balban Ortiz.
Una polvareda se levantó en la city porteña cuando desde el Grupo Clarín denunciaron que "en las últimas 48 horas sufrió interferencias que impidieron la recepción de sus señales televisivas que van vía satélite al interior y exterior del país".
Así se vieron interrumpidas por varias horas las señales de Canal 13 y Todo Noticias, entre otras como las de Radio Mitre y FM 100.
Los directivos del grupo Clarín, que se encuentran visiblemente enemistados con el presidente del Partido Justicialista -y Presidente de la Nación en las sombras-, Néstor Kirchner, se expresaron mediante un parte de prensa haciendo conocer el serio entrometimiento advertido por los jefes de edición.
No es esta la primera vez que nos sucede, asintieron. “Se detectó una fuerte interferencia en el sistema que utiliza Artear. Hasta el momento, pudo determinarse que la misma fue generada en Sudamérica y que el único perjudicado, entre todos los usuarios de ese satélite, fue Artear. Intelsat ha informado que continúa la investigación", confesaron.
Finalmente, sostuvo que "Artear lamenta esta situación de la que es totalmente ajena, y de la que no se registran antecedentes de esta magnitud".
Es obvio que las relaciones medios-gobierno no transitan por el mejor de los carriles. El grupo de choque que responde al ex Presidente ha avanzado seriamente en las últimas semanas en instalar su proyecto del ley del servicio de comunicación audiovisual, con el cual las empresas del grupo Clarín serías unas de los más perjudicadas.
Santiago y el mal ejemplo
En nuestra provincia parece que se practica la misma metodología del kirchenerismo. Nadie puede pensar, ni decir ni opinar y mucho menos publicar noticias o trascendidos que juzguen la labor del gobierno provincial.
Una suerte de apoderamiento de los medios de prensa se observa desde la opinión pública, que tiene como protagonista principal a algún Ministerio allegado a la intimidad del primer mandatario.
Escuchas telefónicas, seguimientos personales, prohibiciones de ingreso a la casa de gobierno, censuras públicas a los empleados de esas dependencias, intimidaciones de cualquier tipo, asfixia económica, etc., se transformaron a una rutina desde el arribo del zamorismo al ejercicio del poder provincial.
Arena Política ya denunció estas malas prácticas en todos los organismos competentes que tienen como misión la defensa de la libertad de prensa. Estamos observando de allí en más el comportamiento de los que deben garantir los derechos colectivos e individuales.
Ni dudar que ante nuevos ataques sobre nuestro medio periodístico la respuesta se sentirá mucho más allá de Buenos Aires, desde donde nos están observando en la actualidad.
Una vergüenza es lo que está haciendo la Nación con las libertades públicas y, como no podía ser de otra manera, en Santiago se emulan las malas prácticas.
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