Por Aldo Bravo, líder del Socialismo de Santiago
del Estero.
Es muy peligroso para una sociedad democrática el hecho
de que una gran porción de la misma se mal acostumbre al cambalache cotidiano.
Es decir que haya miles de ciudadanos que terminen considerando natural lo que
claramente constituía un escándalo en tiempos de conductas honestas y austeras.
“Incluso en estos tiempos/triviales como un baile de
disfraces…” -canta Sabina- resulta incomprensible la claudicación popular que
se manifiesta en la inagotable tolerancia frente a los abusos de los que
ejercen el poder.
Una breve lista como ejemplo: nos resignamos ante el
diario impuesto inflacionario que nos come con antelación los aumentos
nominales de salarios, jubilaciones y pensiones; a los santiagueños nos
incrementan cuando se le antoja a la empresa respectiva el servicio de agua y
cloacas y nadie se entera; nos entregamos mansamente al insólito caos vehicular
que provoca muertes evitables y votamos ciegamente a quienes prefieren hacer autódromos,
aeropuertos y hoteles inaccesibles para la mayoría de nuestro pueblo en lugar
de ensanchar las rutas de la muerte que tenemos; nos rendimos impotentes ante
el desmesurado crecimiento patrimonial de los funcionarios de turno y
representantes del pueblo, de los proveedores y contratistas del Estado en
todos sus niveles; etc.
No obstante, más insoportables nos resultan aquellos ex
“progres” que acomodan su discurso para continuar amarrados al modelo de la
década ganada y a los chupamedias todoterreno de nuestro pago.
Los que apoyan los desmadres
Aldo Bravo realiza un duro cuestionamiento a quienes consideran natural lo que claramente constituía un escándalo en tiempos de conductas honestas y austeras. |
A nivel nacional tienen una Carta Abierta integrada por
hombres y mujeres de sesudos argumentos para realizar un “apoyo crítico” y
luego de dibujar paréntesis y corcheas terminar apoyando desmadres como la
llamada “democratización de la justicia y el blanqueo de capitales”, uno y otro
verdaderos mamarrachos contrarios a la existencia básica de la división de los
poderes que constituye una República y un castigo para los millones de
argentinos que cumplen con el pago de sus tributos y que sufren descuentos en
sus salarios y jubilaciones por la aplicación del mínimo no imponible. También
forman parte del imaginario K muchos artistas que son rebeldes incurables con
la letra de sus canciones pero que no dudan a la hora de cobrar fortunas para
actuar en actos oficiales donde el clientelismo y lo superfluo es moneda
corriente.
Para completar el panorama están los comunicadores y
periodistas conversos que ven en el fallecido ex presidente Kirchner y la actual
mandataria el costado izquierdo que nunca pudieron encontrar en el creador del
movimiento peronista. O sea, descuelgan el cuadro de Videla -maravilloso acto
simbólico- mientras miran para otro lado cuando aparecen los Báez y sus bolsas
que valen más de lo que pesan; Schoklender y sus viviendas populares; De Vido y
los trenes que son balas al corazón del pueblo; Oyarbide y sus anillos;
Zaffaroni y sus burdeles; Boudou y su imprenta; la kolina de Alicia; Máximo y
el clientelismo más furioso de la historia argentina; las apretadas de Aníbal;
las agachadas de Timmerman ante dictaduras angoleñas; Moreno y sus índices
surrealistas; el “comunismo bueno” de Heller y Sabatella, etc.
Santiago y el nuevo establishment
En nuestro ámbito local asistimos desde hace ocho años a
la cooptación zamorista, sin prisa y sin pausa, de ex compañeros de ruta que
ahora que ya nadie se acuerda que aquí reinó Juárez durante cinco décadas y
media, forman parte del nuevo establishment y hacen todo tipo de
interpretaciones hasta llegar a creer que el actual gobernador es lo mejor que
nos ha ocurrido en toda nuestra historia provincial. Al igual que los ultras
defensores del gobierno nac & pop se callan la boca ante el desmonte
irracional; se sacan todas las fotos que hacen falta para seguir siendo subsidiados
y son capaces de poner la cara en actos con personajes que nunca dijeron nada
de las constantes violaciones a los derechos más elementales.
Quizás creen que hay una corrupción de izquierda que se
puede justificar maquiavélicamente por el fin que persigue. Quieren suscribir,
tal vez, que en una sociedad de consumo todos tenemos un precio.
Sinceramente, creo que no es así pues hay mucha
gente honesta que en vez de hacer catarsis cada dos por tres, alguna vez deberá
hacerse cargo de la parte que le corresponde si en verdad quieren construir una
sociedad cada vez más igualitaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario