Editorial de La Nación, de Buenos Aires.
A 178 años de la ocupación de nuestras islas, el gobierno británico sigue violando las resoluciones de la ONU. |
No obstante, la cuestión de la soberanía se mantiene abierta en sede de las Naciones Unidas (ONU), particularmente en el ámbito natural, el de su Comité de Descolonización.
Este año, cuando se cumplen 178 largos años de ese episodio, nuestra cancillería recordó que los actos unilaterales del Reino Unido son un "obstáculo insalvable" para la continuidad de la cooperación bilateral, que desde hace rato está interrumpida. Posteriormente, el canciller Héctor Timerman apuntó que la población "importada" por la potencia colonial que habita las islas Malvinas no tiene derecho alguno a la autodeterminación, ya que no es originaria de las islas. Es más, podría hasta sostenerse que la prohibición que por años impidió a los ciudadanos argentinos poder residir en las islas, luego de su masiva expulsión por parte de los británicos, es una forma, sutil quizás, de lo que hoy llamamos limpieza étnica y, por lo tanto, es política, ética y jurídicamente tan inaceptable como condenable.
Mientras tanto, el cargo de embajador argentino en Londres sigue estando vacante, en señal de silenciosa pero constante protesta por la intransigente actitud británica. La candidatura de José Nun para cubrir ese cargo fue, por esto, también abandonada. En materia de pesca e hidrocarburos, el diálogo bilateral está roto o al menos interrumpido. Los británicos parecen haber avanzado muy poco en ambas cuestiones en su intento por tratar de generar hechos unilaterales consumados, lo que también contradice abiertamente la letra y el espíritu de la resolución 31/49 de la Asamblea General de la ONU.
Al referirnos a este tema, que nos aleja de Gran Bretaña, es valioso recordar muy especialmente a quien fue un gran diplomático argentino fallecido recientemente. Un hombre que trabajó incansablemente por tratar de encontrar fórmulas para poder solucionar este delicado tema: Lucio García del Solar. Sus frecuentes contribuciones, incluyendo las realizadas desde las columnas de este diario, fueron prueba evidente de su constante lucidez, madura prudencia y profunda sensatez. Vaya, por todo ello, nuestro homenaje.
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