Por Cristina Bulacio (Diario La Gaceta, de Tucumán).
A ellos se agrega el resultado de una interesante Encuesta Nacional de Folclore que se hizo en 1921 sobre creencias populares. El libro se propone vertebrar diversos registros sobre esas creencias y prácticas mágicas -hechicerías y supersticiones- en tres momentos representativos de la historia de la cabecera colonial de Santiago del Estero, e investigar las posibles razones de su decadencia. El primero de ellos es el siglo XVII, el segundo -ya en el siglo XX- se da entre 1907 y 1921; el tercero entre 1930 y 1940.
Durante el siglo XVII tuvieron lugar procesos judiciales contra hechiceros -a menudo hechiceras- en fueros civiles y religiosos. Son tiempos de encomiendas, en los que los encomendados -indios- son juzgados por la práctica clandestina de sus rituales arcaicos y se les atribuye el trato con el demonio; como es de esperar, resultan ser siempre los perdedores. Sin embargo, lo sostiene Farberman, la delegación del Santo Oficio para América del Sur era menos terrible en sus condenas que el original español.
El segundo eje -en los inicios del siglo XX- es cuando se realiza la Encuesta a manos de los maestros del lugar quienes, prácticamente, se transforman en etnógrafos. Son notables los datos registrados en ese sondeo, entre los que figuran los daños que podían realizar las brujas tanto como los amuletos para evitarlos. La mirada de esos maestros aparece -a menudo- viciada de la cultura ilustrada. Los habitantes originarios de la región de Santiago estaban habituados a vivir de la selva, a recoger miel y otros frutos. Con el "progreso" se instalan los obrajes forestales que producen un cambio radical en sus hábitos de vida y, quizás, el inicio de la decadencia de la región y la pérdida de sus creencias. Ese trabajo y sus efectos -la progresiva e irreversible desertización de la tierra- los transformó en hacheros e hizo de ellos sujetos asalariados y nómades: los altos salarios los llevan lejos de sus hogares.
El tercer eje y última parte del libro es, a mi criterio, un conjunto de notas al pie de las obras de Rojas, Canal Feijóo y Di Lullo. Si bien analiza las distintas perspectivas con fidelidad de historiadora, no logra despegarse de ellas, como sucede con un estudio de Hebe Vessuri en el apéndice. A mi criterio, es una clara limitación académica adherirse excesivamente a los datos de las fuentes sin intentar esbozar -a partir de ellos- una interpretación propia.
Su conclusión, si bien menos taxativa, se aproxima a la hipótesis de la filosofía de las religiones para la cual los mitos -sustento de creencias y supersticiones- son parte estructural del espíritu humano. Es decir, allí permanecerán para siempre.
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