lunes, 10 de marzo de 2014

Santiago tiene ahora un obispo misionero; como fue Gottau

La gobernadora Claudia Zamora obsequió al nuevo obispo, entre otros presentes, una réplica de la Cruz de Matará que el prelado besó con devoción.(Foto: diario El Liberal).
La Iglesia Católica de Santiago tiene muchas esperanzas en su nuevo obispo, monseñor Vicente Bokalic Iglic, un bonaerense nacido en Lanús. Es que el santiagueño es un “buen semblanteador” y, de entrada, ubicó perfectamente a su nuevo pastor como un “cura misionero” que nos hace rememorar al mejor obispo que pisó estas tierras, como fue el inolvidable y querido Jorge Gottau; otro bonaerense oriundo de en la localidad de Esteban Agustín Gascón, redentorista, que inauguró la Diócesis de Añatuya y transformó al extensísimo Santiago del Estero del Centro-Norte.
¿Qué hay que esperar, entonces, de Bokalc Iglic? Lo mismo que hizo Gottau, de caminar y caminar por las periferias, como define a las comunicades olvidadas el papa Francisco. Jorge Gottau no estaba casi nunca sentado en su sillón de Obispo, sino que día a día salía a enfrentarse con las realidades de cada rancho y tomaba nota de los requerimientos y necesidades, impulsando que toda la gente accediera a todos los servicios: hospitales, escuelas, caminos y, por supuesto, parroquias y colegios católicos por doquier.
Esto hay que esperar de Bokalic Iglic. No va a parar en la sede del Obispado de Santiago del Estero. Al contrario, va a andar por todos los rincones de su diócesis trabajando y, sobre todo, evangelizando.
¿Cómo se lo puede definir? Fácil. Es inteligente, cercano, con sentido del humor, espontáneo y con una acendrada espiritualidad vicenciana. Claro, es un cura formado y salido de la Congregación Vicentina, la Misión fundada por San Vicente de Paúl en 1625, “para la evangelización de los pobres y la formación del clero”.
Hace pocos días, al concluir el 32º Curso e Misionología, éste hijo de inmigrantes eslovenos recordó que “sólo un corazón lleno del amor de Jesús, que ‘se compadece ante el dolor de la gente’ puede superar cambios y estar abierto a las sorpresas de nuestro caminar”. Y agregó: “Quien sabe integrar armoniosamente los tiempos de contemplación y acción misionera en una unidad vital puede responder con alegría, con generosidad y disposición ante ‘tantas ovejas que andan desorientados y desolados’”.

Claro, como el agua

El presidente del Concejo Deliberante de la Capital, Juan Manuel Beltramino, entregó al obispo Vicente Bokalic, el Escudo de Armas de la Ciudad.(Foto: diario El Liberal).
En otro reportaje, se le preguntó: “Como vicenciano, a su juicio ¿qué puede aportar el carisma vicenciano a la nueva evangelización?”, y Bokalic Iglic respondió con claridad:
“Visto desde estas latitudes, y creo que se pueden trasladar al orden mundial, estamos viviendo tiempos muy ‘desafiantes para el carisma vicenciano’. Es más actual que nunca. La reunión de Aparecida nos urge a la Misión. Con humildad, pero también con audacia y competencia, debemos aportar lo que sabemos y experimentamos. Debemos estar en la vanguardia ante este llamado. Muchas iglesias diocesanas nos llaman para ‘enseñar y ponernos al frente de procesos misioneros’. Llamado a la conversión pastoral de toda la Iglesia en clave misionera. La misión da vida y renueva a las comunidades eclesiales. Algo más: tiempos de grandes y nuevas pobrezas. El sistema económico mundial nos deja como resultado más pobres, más excluidos de la fiesta…, y aquí hay algo nuevo: están ‘sobrantes de la humanidad’… Son inmensas poblaciones de pobres que esperan nuestra presencia y acción: llamado para los vicencianos. ¿Qué haría San Vicente de Paúl hoy? Los pobres y la misión son una urgencia, un inmenso clamor, para que nosotros participemos activamente en los procesos de renovación y compromiso eclesial. Debemos llenarnos del ‘ardor y fuego misionero’, como en Pentecostés. Necesitamos urgentemente un nuevo Pentecostés en la Compañía y en la Familia Vicenciana. ¡Entremos con María al cenáculo para volver a recibir el Espíritu y salgamos a la misión!”.
Todo dicho. El nuevo obispo santiagueño es un misionero cabal que nos brinda la esperanza que va a estar al lado de los que menos tienen, evangelizándolos y ayudándolos a su promoción humana.
¡Gracias a Dios!