lunes, 24 de marzo de 2014

“El radicalismo no está muerto”

Por Eduardo Antonio Abalovich, político radical santiagueño.
En estos últimos tiempos hubo varios artículos periodísticos que hacen referencia a la paulatina desaparición de la UCR. Desde luego, que más que un análisis objetivo, quienes escriben denotan un sentimiento anti radical y bajas y segundas intenciones que no guardan relación con los guarismos de las últimas elecciones.
Nadie duda, por tratarse de un dato de la realidad, que desde el estallido del Gobierno de Fernando de La Rúa, la Unión Cívica Radical es fruto de una gran crisis de la cual va emergiendo lentamente. Pero no sólo hay una crisis en el Radicalismo, sino en todos los partidos políticos. Vaya si los hay.
El Justicialismo viene ganando varias elecciones pero nadie niega que en sus triunfos los logra cada vez con menos peronistas, lo que pone en evidencia la crisis de las estructuras partidarias, la pérdida del sentido de pertenencia, la confusión entre Gobierno y partido -en el caso del oficialismo-, con las consecuencias negativas para las instituciones republicanas.

Los principios

La Unión Cívica Radical no nació simplemente para ser Gobierno, sino que tiene desde su génesis objetivos mayores, más trascendentes y perdurables, como servir a la República, garantizar el pleno ejercicio de la vida democrática, el respeto por la división de poderes, la periodicidad de los mandatos, el respeto irrestricto a la Constitución y a la ley; la transparencia en la administración de la cosa pública, garantizar el pleno ejercicio de los derechos individuales y de las libertades públicas, la tolerancia a los que piensan distinto, la austeridad republicana, etc.
Bien vale la pena recordar cuando fue electo Hipólito Yrigoyen en el año 1916, y no teniendo mayoría en el Colegio Electoral que ponía en peligro su elección como Presidente de la Nación, y ante la propuesta de un grupo de correligionarios que le expresaban su preocupación y la necesidad de negociar para obtener un número que garantice la votación, el viejo mandatario tuvo una frase célebre: “¡Que se pierdan cien gobiernos pero se salven los principios!”.
Sin duda, una síntesis de un pensamiento ético que contrasta dolorosamente con el pensamiento y acción de estos tiempos, que en nombre de la practicidad y el sentido de oportunidad han ido socavando las bases de los principios de la UCR.

La reconstrucción

Abalovich exhorta a revalorizar la militancia y difundir los idearios de la UCR, porque son deberes actuales de los radicales de todo el país.
El concurso de muchos hombres y mujeres de la dirigencia en frentes electorales, alianzas y otros acuerdos, con el fin netamente electoralista, sin acuerdos programáticos y simplemente con la pretensión de llegar, han minado las estructuras del Radicalismo, llevándolo a un prolongado letargo, del cual hoy se trata de superar. Se trata de una tarea denodada y llena de inconvenientes, ente los previsibles e imprevisibles de dirigentes que llegan como representantes de la UCR y luego aparecen en los más diversos frentes políticos enfrentando al partido, desobedeciendo sus mandatos, en un fenómeno que sucede a lo largo y ancho del país. Esto es lo que conspira con la tarea de reconstrucción partidaria y se hacen llamar radicales.
Por ello, vale la pena recordar la famosa frase de don Ricardo Balbín, cuando una autoridad partidaria nacional había abandonado las filas de la Unión Cívica Radical: “Lo difícil no es ser radical, sino mantenerse radical”.
Definitivamente, hoy podemos afirmar que las estructuras político-partidarias en general, carecen de liderazgos, y la dirigencia política en la Argentina parece sin jerarquía, por lo que su renovación es uno de los más grandes desafíos.
Por todo ello, creo en estos tiempos hay que volver a las fuentes, rescatar los principios rectores que dieron origen a la UCR, la revalorización de la militancia, la difusión de su ideario, y hacernos caros de nuestra historia, inculcando el sentido de pertenencia a este pensamiento.