lunes, 13 de febrero de 2017

Juez cordobés comparó al gobierno de Macri con la dictadura

Polémicas declaraciones del magistrado cordobés al comparar al Gobierno del PRO con el de la última dictadura militar de la Argentina.
El presidente del Tribunal Oral Federal N° 1 de la provincia de Córdoba,  Jaime Díaz Gavier, criticó este lunes al gobierno del presidente Mauricio Macri en el marco un acto por la firma del convenio entre la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Ministerio de Justicia de la Provincia al señalar que hay “similitud” entre “el proyecto económico y político” de la dictadura y la gestión actual. 
En rueda de prensa, el juez de la Megacausa La Perla se refirió al gobierno de Macri cuando era consultado sobre la dictadura militar.
“Gracias a Dios no hay y no pueden volver a haber nunca más en la Argentina homicidios, asesinatos, secuestros y desaparición de personas; sí debo decir que desgraciadamente encuentro algún tipo de similitud en el proyecto económico y político de aquel período con el actual”, dijo.
“Claramente se está haciendo la transferencia de la enorme masa de recursos de los sectores más marginales hacia los sectores más concentrados de la economía. Hay desocupación, hay nuevas expresiones de miseria en la Argentina, desgraciadamente esto es consecuencia de una política que, desde mi opinión personal, esto no es como juez sino como ciudadano, es equivocada”, amplió Díaz Gavier. 
El juez participó de la firma del convenio entre la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC y el Ministerio de Justicia de la Provincia para producir en conjunto el documental sobre la sentencia de la mega causa La Perla que tiene como protagonista al propio Díaz Gavier.

“Macri busca una mutación psicológica de la Argentina”

Por Carlos E. Cué, en el País, de España.

Alejandro Rozitchner es un personaje extraño en el entorno de Mauricio Macri. Apodado “el filósofo del macrismo” -él dice que no llega a tanto- es un hombre que, como él mismo explica, viene de “la marihuana, el rock, la filosofía” -es hijo de un respetado filósofo que tuvo que exiliarse durante la dictadura- y ahora trabaja para otro que viene de “la empresa, la ingeniería y el deporte”. Mientras charla en su pequeño despacho en la Casa Rosada, interrumpe el encuentro para atender una emergencia del “equipo de discurso” del presidente. Rozitchner le da a Macri ese toque de mensaje poco político, en ocasiones más cercano a la autoayuda, que muchos critican pero que le ha funcionado muy bien.
Como todos los macristas, huye de los conceptos de izquierda y derecha. “En la  Argentina la derecha es una ficción de la izquierda. No hay nadie que se diga ‘soy de derecha’. Sería como decir me gusta agarrar bebés y reventarlos contra el piso. Creo que hoy en día izquierda y derecha no son categorías orientadoras, no sirven para explicar nada”.

Pero…ganó

Original defensa del macrismo formuló Alejandro Rozitchner, un filósofo y escritor, especializado en temas motivacionales, quién da además cursos de entusiasmo y alegría, y asesora al Presidente.
En la Argentina muchos se burlan de este tipo de discursos, pero lo cierto es que con ellos Macri ha logrado algo inédito: derrotar al peronismo incluso en su feudo, la provincia de Buenos Aires, y ser el primer presidente no peronista ni radical de la historia moderna del país. Nadie acaba de entender cómo lo hizo. Rotzichner tiene una explicación diferente: como buen argentino, atribuye buena parte del éxito al psicoanálisis. “Tal vez no hay un programa del PRO (el partido de Macri) ni tratados escritos. Sino algo que es más saludable, una posición existencial. Cómo trata Macri a los demás, como se considera a sí mismo. Ni Mauricio ni el equipo tiene un estilo muy pretencioso, narcisista, sino que es un equipo humano de mucha sencillez. Y eso habla del estilo. Mauricio hace 20 años que hace psicoanálisis y no me parece menor. Lo digo con orgullo, debe ser el único presidente argentino que ha hecho tanto tiempo psicoanálisis. Lo que implica involucrarse en un proceso de años de trabajar sobre sí mismo y de intentar conocerse e intentar darle vuelta a las cosas me parece que es un buen signo”.

El secuestro y el trauma

Macri fue secuestrado en 1991 por una banda de policías que lo metieron en un ataúd. Estuvo 12 días preso, hasta que su familia pagó el rescate. Un trauma enorme que durante mucho tiempo le dificultaba el contacto con la gente, tenía cierta agorafobia.
“Empezó a hacer análisis después del secuestro, aunque sé que no fue mayormente un tema de su psicoanálisis. Conozco lo que pasa con un buen análisis, va produciendo efectos. Uno no se reinventa, sino que uno puede ser más de lo que es, sin trabas que te sacan del camino. Mucha gente de este equipo, que lo conocen bien, dicen que ha cambiado mucho, yo no lo creo. Lo veo como siempre, de buen humor, relajado, incluso siendo presidente”.

Novedosa lectura del macrismo

En esa misma línea, cree que el gran objetivo del macrismo es psicológico: “Me gusta pensar en el objetivo de la presidencia como una mutación psicológica de la Argentina. Hay que curar un país que históricamente está muy acostumbrado al autoritarismo, a la corrupción, al ventajismo. Ahora estamos en una Argentina nueva. El argentino ha sido tradicionalmente una personalidad que se victimiza. Necesita e idolatra a los enemigos. Nosotros no. También tenemos que superar la valoración de la tristeza como la posición verdadera, que tiene que ver con el tango. Vas a ver, al final siempre te cagan. Esa es la filosofía de una vieja Argentina. Y después el creer que la inteligencia es ejercer pensamiento crítico, lo cual para mí es una idiotez. Si la crítica fuera un factor tan importante de crecimiento, la Argentina sería un país más desarrollado que Estados Unidos”.
Pero por encima de todas estas ideas psicoanalíticas, está la realidad. Los datos del primer año del Gobierno de Macri no son buenos: pobreza del 32% -1,4 millones de pobres nuevos- recesión, inflación del 40%. Rozitchner niega que el Gobierno esté frustrado por estos datos, sostiene que hay otros muchos que indican que las cosas están mejorando, y remata con un símil: “Es como un gordo que va al gimnasio. El primer mes está todo dolorido y sigue pesando lo mismo. Estaba mejor antes, piensa. Pero no, gordo, para bajar 50 kilos tenés que estar un año o dos años. Sincerar las cuentas y limpiar la corrupción y la mentira implica pasar un mal año y probablemente este año tampoco va a ser lo ideal”, remata. Los argentinos no destacan por su paciencia, pero el filósofo del macrismo cree que también eso está cambiando. “Hay una Argentina nueva. Llama la atención de que un año después de la llegada de Macri, aunque el año fue malo, la gente sigue acompañando. Es un paso de madurez que me parece auspicioso”.

domingo, 12 de febrero de 2017

La ficción de la unidad del peronismo

Por Julio Bárbaro, politólogo, escritor y ex diputado nacional.

Pese a que ya es habitual escuchar a dirigentes pedir la confluencia de las distintas corrientes peronistas, se trata de un deseo más basado en la ambición electoral que en la lógica programática.
Cada tanto, alguno convoca o considera posible esa ficción que es “la unidad” de lo que ya no tiene ninguna posibilidad de convivir. El peronismo fue un movimiento nacional que Menem degradó para siempre y los Kirchner utilizaron de la misma manera. Hoy es tan sólo un recuerdo que da votos, una memoria de tiempos felices que se guardan en el corazón, como los de la juventud, como los mejores recuerdos que todos tenemos en algún rincón del alma. Claro que difícilmente vuelvan. Uno lucha por no vivir sólo de recuerdos y a veces, el presente no le deja otra opción.
Hay peronistas con Macri, con Massa y con Cristina, más algunos que quedan con los gobernadores o en la CGT, pedazos que ya nadie va a reunir, que es imposible rejuntar. Peronistas antiperonistas con Menem ejecutaron la destrucción de lo que el peronismo construyó y defendió. Peronistas y antiperonistas con Cristina fueron menos vende patria pero asentados en los que el General expulsó de la plaza. Y sobran señores feudales parecidos o iguales a los que el peronismo vino a superar. Discépolo, que era peronista de los buenos, escribió el tango “Cambalache”, que hoy nos representa mucho más que la misma marcha.

“No entendieron a Perón”

El Gobierno de Menem y sus socios transformaron al peronismo en liberal y pro-yanqui, que llegó hasta las “relaciones carnales” que, con Trump, hubieran sido dolorosas.
En nombre de las mejores ideas se han cometido las peores fechorías. Cuántos millones asesinó Stalin reivindicando al marxismo y no fue el único en degradar un pensamiento, en todo el mundo se cuecen habas.
El enemigo del peronismo siempre fue el liberalismo -el marxismo no tuvo peso en nuestra sociedad como para ser importante-. Eso no impidió que la consigna fuera “ni yanquis ni marxistas” y, como muestra de lealtad, Menem lo hizo liberal y pro-yanqui, imaginó hasta las “relaciones carnales” que con Trump hubieran sido dolorosas. Y los Kirchner se enamoraron de los restos del estalinismo autóctono. Ninguno de ellos entendió el lugar de Perón, ninguno de ellos asumió el valor de ese pensamiento que, sin duda alguna, fue uno de los más importantes del siglo pasado.
Algunos imaginan que al pronunciar el conjuro “populismo” se liberan para siempre de la historia. Con esa palabra muestran que no piensan o lo hacen poco, que prefieren las etiquetas a las ideas. Hay señores que la usan para Perón, el Santo Padre y hasta Trump. Uno siempre se queda con la duda de qué serán ellos, los que están del otro lado del “populismo”. Liberales, eso son. Señores que imaginan al mercado por encima del hombre. Desde ya que nada tiene Perón que lo asemeje a Trump, pero ciertos supuestos pensadores son como los chicos, aprenden a pronunciar alguna palabra que define un mundo y se quedan detenidos en ella. “Nene malo”, eso quiere decir populismo. Dicen que no les gusta, que a ellos les gusta más el mercado, el consumo. Viven la vida como una góndola y si no consumen no saben para qué viven. No estoy defendiendo al populismo, estoy expresando que detrás de ese muro no están los dueños de la verdad y el pensamiento justo. Que, como siempre, por intentar definir un supuesto espacio del mal uno no queda ubicado del lado de la virtud.

“Perón”, siempre en debate

El Gobierno de los Kirchner se ocupó de subsidiar necesitados y seguidores, degradaron al movimiento nacional y no dejaron nada de peronismo, pese a su “relato”.
Hubo un debate importante entre Rogelio Frigerio, abuelo del actual ministro, de quien fui amigo, y Álvaro Alsogaray, el padre de la ministra de Menem. La esencia de la discusión estaba vigente en Perón y sigue presente hoy. O dejamos que el mercado fluya y nos enriquezca según los liberales puros, o pensamos políticas de Estado para guiar a las inversiones a partir de las necesidades de la sociedad. No es estatismo puro como creían los Kirchner ni mucho menos planes de subsistencia para los necesitados. Es imaginar y proponer un modelo de sociedad que los integre. Es un gobierno con políticas de Estado, nada que ver con Menem que solo se dedicó a vender el patrimonio ni con los Kirchner que se ocuparon de subsidiar necesitados y seguidores. De peronismo nada, ni el uno ni los otros. Iniciativa privada, pero con un Estado que limite la concentración y formule un rumbo para las inversiones. Lo otro, el liberalismo de mercado, ese que instaló Cavallo y parece que hoy sigue vigente, ese enriquece a los ricos a la par que incrementa el porcentaje de pobres y necesitados. Esa miseria se nota en la calle, y no se resuelve con orden, exige propuestas.
Macri supo decir que era desarrollista, hasta ahora es liberal y experto en apoyar el comercio y la intermediación, poco y nada para el sector productivo. A excepción del agro, cuya política ya venía de lejos -y quitarle retenciones más que una política fue una concesión-, más allá de eso las políticas públicas para el desarrollo son nulas.

Tiempo de pensar un país

El Gobierno de Macri y de sus aliados se conforma con durar y se va acostumbrando a este triste tránsito por la mediocridad a la que nos tiene acostumbrados nuestra dirigencia.
Las denuncias al gobierno anterior ya son cansadoras, agota seguir develando una realidad de corrupción ilimitada. Es tiempo de salir de ese pasado, dejarlo a la Justicia y a las novelas policiales; vendría a ser el último acto de una falsa revolución. Y pareciera que la corrupción en nuestra sociedad es esencial al poder, al menos en eso andamos.
Ahora viene el tiempo de pensar un país, una sociedad. El PRO imagina que la prolijidad genera futuro, me parece exagerado, un poco absurdo, y ni siquiera son tan prolijos. No habrá brotes verdes, tampoco caos institucional. No se sabe si es madurez o simple acostumbramiento, si aprendimos o si dejamos de luchar por el mañana.
El Gobierno disfruta de un amor obligado, por ahora no hay opciones. Los cristinistas van achicando sus sueños de retorno, la sociedad tomando conciencia que el futuro se presenta difícil.
Ya no hay peronismo, tampoco kirchnerismo, Cristina, si se presentase, estaría gastando su última bala, la de plata. Y el Gobierno se conforma con durar, se va acostumbrando a este triste tránsito por la mediocridad a la que nos tiene acostumbrados nuestra dirigencia. Por ahora nada nos permite soñar y nadie se anima a desandar los errores. Momento difícil, con escaso optimismo, pero sin riesgos a la vista.

Zamora defendió a la política y desafió a cualquier otro sector

El comisionado municipal de Medellín, Julio Abdala y el senador nacional Gerardo Zamora, presidieron el acto central del cumpleaños del pueblo del departamento Atamisqui.
El líder del Frente Cívico por Santiago, el senador nacional Gerardo Zamora, abarcó a todos los santiagueños cuando dijo: “Somos un proyecto político con radicales, peronistas, con otras fuerzas, otros sectores sociales, con gente de la producción y muchos que no pertenecen a ningún partido”.
“Esto de reivindicar a la política siempre es importante para todos los santiagueños y los argentinos. Pero hablo de los santiagueños, porque nosotros somos un proyecto político provincial donde nos preocupa nuestra provincia, nuestros intereses y después todo lo demás”, subrayó en el cumpleaños del pueblo de Medellín, departamento Atamisqui.
También ponderó la política social del Gobierno provincial que conduce su esposa Claudia Ledesma Abdala de Zamora, y alertó: “Los santiagueños y todos los ciudadanos se pueden quedar tranquilos cuando se toman decisiones desde la política misma y nosotros somos eso, todo lo que hacemos, todas las decisiones de avanzar en algún rumbo, tiene que ver con una decisión política”.
Volvió a centrar su mensaje en la significación de la política y agregó; “Porque el Frente Cívico por Santiago es una idea que nos lleva adelante para la unión de los santiagueños y con un solo objetivo que es progresar y desarrollarnos en paz social”.

“Nadie nos va a venir a decir lo que tenemos que hacer”

Como principal referente de la coalición Frente Cívico por Santiago, Gerardo Zamora bajó una línea clara al decir: “Nosotros, humildemente les digo, vamos a hacer lo que tengamos que hacer con decisión política. Ningún sector por más poderoso que sea o que se sienta, mediático, empresarial o financiero, nos va a venir a decir lo que tenemos que hacer”.
Luego se comprometió a continuar la senda en la que “vamos a estar juntos trabajando en conjunto con el pueblo de Santiago del Estero y así nos encontrarán en este 2017, por más que sea un año electoral. Aquí, todos los años, para nosotros, son encarados con la misma vocación de unidad y desarrollo para toda la provincia”.
También agradeció a todos los ciudadanos que se suman a esta posibilidad de “trabajar juntos; aunque unos se sientan identificados y otros no. Nosotros los convocamos a todos porque desde la política siempre se debe trabajar y gobernar para el conjunto”.

Santiago sin ranchos

En un enérgico mensaje, Zamora reivindicó a la política como la herramienta para trabajar en Santiago del Estero por los que no tienen trabajo y por los que no tienen una vivienda digna.
En Medellín, frente a las autoridades provinciales y del comisionado municipal del pueblo, el peronista Julio Abdala, Zamora transmitió el saludo de la gobernadora Claudia Ledesma Abdala de Zamora, y destacó la inauguración de 20 viviendas en la localidad.
De inmediato, ratificó que el programa provincial de viviendas sociales “vino para quedarse y para que no quede ningún rancho. De ese modo dignificamos a nuestros comprovinciales más desposeídos y generamos trabajo y ayudamos a desarrollar a los tabiques de cada zona”.
Insistió: “Esto tiene que ver con la decisión política en los momentos difíciles, porque hoy, es cierto, no estamos viviendo un buen momento económico y esto no es una crítica para los que están de un lado y el otro de una brecha, y que algunos le llaman la grieta a nivel nacional”.
“Estoy convencido que los santiagueños no pensamos de la misma manera (aclaró Zamora en relación con el signo político que gobierna la Nación), pero ante un momento económico difícil, yo quiero que le vaya bien al país”.
Y concluyó: “Nosotros vamos agradecer siempre las cosas que puedan hacer por Santiago del Estero, vamos a trabajar para que al país le vaya bien pero siempre en defensa de los intereses de los santiagueños, sobre todo de los trabajadores santiagueños. Es hora de ponernos en defensa de ellos y de los que todavía no tienen trabajo. Somos nosotros los que debemos generar las condiciones y en eso quédense tranquilos que se seguirá poniendo todo el esfuerzo social que corresponda”.

El pasado y los derechos humanos en la Argentina

Por Héctor E. Schami, en El País, de España.
Elaborar el pasado nunca es trivial. La lectura oficial del mismo constituye una instancia de construcción estatal. Son narrativas fundacionales: igualan y homogeneizan; transforman a todos en miembros de una gran familia extendida, la nación.
Es decir, son narrativas con las cuales se construye una identidad nacional, aún frente a las divisiones más profundas. Piénsese en la Guerra Civil española; o la de Estados Unidos con su posterior segregación, “Jim Crow”; o la paz que apenas comienza en Colombia. Lograr una síntesis histórica es un esencial momento institucional.
Lo cual quiere decir convertir dichos conflictos en debate intelectual sobre el pasado y no en disputa política de hoy. Ello además para poder vivir en democracia, un régimen en el que todos tienen los mismos derechos civiles y políticos. Un régimen que, por definición, incluye a todos, incluso a los enemigos del ayer.

El “caso argentino”

El presidente Mauricio Macri persiste en un cierto limbo en derechos humanos.
En la Argentina también se reabren las heridas del pasado de tanto en tanto, aquellas de la última dictadura militar y sus sistemáticas violaciones a los derechos humanos. Es una mala noticia cuando el Estado no es un buen cirujano para suturarlas, lo cual está sucediendo últimamente. El pasado siempre vuelve, la cuestión fundamental es cómo responde el poder político, es decir, aquel que actúa en nombre de ese Estado.
Primero fue la controversia por el feriado que recuerda el golpe militar del 24 de marzo de 1976. El gobierno emitió un decreto haciendo dicho feriado móvil, susceptible de cambiarse para que el fin de semana más próximo sea de tres días. Ya se sabe que los feriados son para salir de paseo, pero no todos. La solemnidad de este se banaliza si se reduce a una excusa para escapar a la playa, sobre todo frente a los familiares de los desaparecidos. El gobierno recapacitó a tiempo y dio marcha atrás.
Luego fueron las extemporáneas declaraciones del Director de Aduanas, un exmilitar sublevado en 1987 contra el gobierno constitucional. El funcionario cuestionó la narrativa acumulada durante más de tres décadas según la cual aproximadamente 30 mil personas desaparecieron bajo custodia militar en centros de detención clandestinos o fueron ejecutados en enfrentamientos fraguados. Para el Director de Aduanas, 30 mil es una cantidad excesiva.
El número tiene origen en el propio informe de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, la Comisión Sábato, que pudo documentar alrededor de 9 mil casos pero consideró que muchos familiares de desaparecidos tuvieron miedo de realizar la denuncia. Así se instalo un factor de 3 en el cálculo probabilístico. Ello por si solo importara la cantidad.
Ocurre que, tal vez sin proponérselo, el funcionario de la Aduana evoca al neo-nazismo de la postguerra, que siempre cuestiona si los judíos asesinados en el holocausto fueron 6 millones o fueron menos. Típicamente, consideran ese elevado número parte de una conspiración sionista. No hay misterio, en crímenes de lesa humanidad quien se toma el tiempo de disputar la aritmética es invariablemente un apologista.

Una polémica designación

Llama la atención que un funcionario hable de un tema ajeno a su función y por ello preocupa el silencio del gobierno ante el caso. Claro que después nominó a un candidato a comisionado para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos generando similar inquietud. Se trata de Carlos de Casas, un prestigioso penalista que no necesariamente exhibe los pergaminos más sólidos en materia de derechos humanos.
La oposición kirchnerista criticó a De Casas por haber defendido a un militar acusado de represión ilegal y torturas. Por el contrario ello debería elogiarse, pues en un Estado de Derecho el debido proceso existe hasta para los torturadores. El problema es que nominar a ese abogado para la CIDH es una bofetada en la cara de todo el sistema interamericano de derechos humanos.
Punto adicional es que el kirchnerismo carece de autoridad en el tema. Ahora suben la vara moral, la misma que mantuvieron por el suelo apoyando a Zaffaroni para magistrado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de San José -quien como juez de la dictadura jamás firmó un habeas corpus- y en el ascenso de Milani a jefe del ejército -quien está implicado en la desaparición de un soldado en 1976-.
Más allá de la esgrima política local, tal vez el problema más serio de la candidatura de De Casas sean sus posiciones de doctrina jurídica. En ellas aparece cuestionado la descriminalización de la figura de desacato -condición necesaria para el ejercicio de la libertad de prensa- y la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, entre otras. También es un hecho su más que delgada foja de servicio en la representación de víctimas de vulneración de derecho ante el sistema interamericano.
Todo esto sugiere que el gobierno de Macri persiste en un cierto limbo en derechos humanos, incapaz de encontrar esa narrativa que los reivindique como condición necesaria de la democracia y la construcción de la identidad nacional. Resulta inexplicable que no recoja el discurso y el legado de Raúl Alfonsín sobre el tema, el verdadero padre de la democracia argentina.
Peor es que, con sus ambigüedades, Macri parece encaminarse a sacrificar ese legado. Lo cual resulta aún más inexplicable, siendo que el partido de Alfonsín es el socio principal de su coalición de gobierno.