sábado, 11 de enero de 2020

Claudia: “El macrismo fue lo peor que nos pasó como país”

Por Julio César Rodríguez, corresponsal en Santiago del Estero de Clarín de Buenos Aires.

De perfil bajo, la ex gobernadora de Santiago del Estero no suele conceder entrevistas. Aunque ante insistentes pedidos de Clarín, accedió a hacer una excepción. Entre 2013 y 2017, Claudia Ledesma tomó la posta de su marido, Gerardo Zamora, radical K y líder absoluto del Frente Cívico y Social, tras el frustrado intento de una segunda reelección.
Impensadamente, esta escribana de 45 años, con tres hijos y nieta del legendario caudillo radical Ricardo “Pololo” Abdala, inició una carrera vertiginosa. Apenas dejó el gobierno desembarcó en el Congreso como diputada y en diciembre pasado pasó al Senado, donde fue designada presidenta provisional por designios de Cristina Kirchner. Así, quedó en el segundo escalón de la línea sucesoria, por lo que tarde o temprano le tocaría ejercer de Presidenta de la Nación.

“Espero que Alberto arregle el desastre macrista”

- ¿Se siente albertista o cristinista?
- Respeto a los dos. Es cierto que conozco mucho más a Cristina, por quien siento un profundo cariño y agradecimiento, por cómo nos trató siempre a los santiagueños. Pero a cualquier pregunta de referencia nacional, siempre contestaré que fundamentalmente me importa mi provincia y, por lo tanto, si quieres insistir para que me defina: me declaro de Gerardo Zamora, jajaja. Es por el único que no dudaría.
- ¿Qué espera de la gestión de Alberto Fernández?
- Que pueda arreglar el desastre que nos dejó el gobierno de Cambiemos, y que pueda unir a los argentinos, generando posibilidades para todos.
- ¿En qué lugar de la grieta se ubica?
- Creo que la sociedad se cansó de eso. Mi opinión es que está quedando reducida a algunas discusiones políticas en el ámbito de una agenda mediática.
- ¿Cree que algún día va a desaparecer?
- Ya está desapareciendo de la gente común; ya no es una fisura, por ejemplo, en las reuniones familiares. Las familias santiagueñas al menos ya no discuten por cuestiones políticas como hasta hace poco; o los comerciantes, o los empresarios, hoy están más preocupados por sus problemas financieros que por andar quejándose de las ideas políticas de los demás; o los que perdieron el trabajo, están más ocupados en recuperarlo que en alegrarse cuando al “vecino” que piensa diferente, también le va mal. Y así todos. Los que tenemos alguna responsabilidad política debemos terminar con esa lógica de “nosotros o ellos”, o del “si no estás de este lado, sos aquello”. Quedó demostrado que el odio no gana elecciones, gana la unidad, y confío en que la Argentina de miles de matices es la que está volviendo a renacer. Intentar seguir pintándola de dos colores ya no tiene sentido. Es tiempo de reconstruir.

“Decir que Gerardo es un señor feudal es gracioso

El matrimonio Zamora junto a sus tres hijos, en la jornada en la que Gerardo asumió su tercer mandato como gobernador de Santiago del Estero.
- Como diputada nacional se declaró en contra del aborto. Qué posición tiene ahora que el Presidente dice que impulsará la despenalización?
- Tengo la misma postura, la fundamenté en su momento cuando se trató la ley siendo diputada y será siempre mi posición. Yo estoy a favor de las dos vidas. Es pública mi posición y no la voy a cambiar; creo sin temor a equivocarme que esa es la posición que tienen todos los legisladores santiagueños.
- La oposición señala que Santiago es un feudo dominado por Gerardo Zamora y que ustedes se reparten el poder. ¿Qué tiene para decir?
- Mi marido es un político de raza, militante democrático y trabajador incansable; decir que es un señor feudal es gracioso. Es no conocer nada de nuestro pueblo. El es un dirigente político provincial que sólo piensa en defender los intereses de su provincia y del federalismo. Y esa terminología, al igual que la de caudillo, siempre es utilizada desde una visión unitaria del país para descalificar al interior.
- Usted ya ocupó el cargo más importante de una provincia, fue diputada y ahora senadora, con el plus de que fue elegida presidente provisional, la tercera autoridad del país. ¿Cómo imagina su carrera en el futuro?
- No tengo aspiraciones personales, me siento muy honrada por ocupar ese lugar y trataré de cumplir como siempre lo hice, con mucha responsabilidad, la función que me ha tocado, pero sin ningún interés a futuro. Y en cuanto a mi responsabilidad política o mi función, prefiero ir a ver personalmente, cuando algo se está haciendo mal en alguna institución pública, qué hacer o ante cualquier cosa que tenga que ver con lo social. Soy de actuar silenciosa y respetuosamente, antes que andar expresando lo que pienso públicamente; heredé de mi abuelo Pololo eso. El médico del pueblo, cómo le decían, el de que hay que estar con el que más sufre o necesita, antes que nada. Es nuestra razón de ser, para los que podemos hacer algo. Los demás honores son superfluos.

“El país tiene que ponerse de pie”

Gerardo Zamora se sacó una selfie con la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner y su esposa, Claudia Ledesma Abdala de Zamora, presidente Provisional del Senado.
- Cree que con la Ley de Emergencia aprobada en el Congreso va a poder reactivarse la economía?
- Creo que sí. Son medidas tendientes a romper desequilibrios económicos y sociales; y los sectores más vulnerables son a los que apuntan las medidas que está tomando el Gobierno, para que empiece a recuperarse la economía. El país tiene que ponerse de pie.
- ¿Cómo evalúa la gestión del macrismo?. Cristina dijo que “se terminó la pesadilla”. ¿Está de acuerdo?
-El macrismo fue lo peor que nos podría haber pasado como país: endeudarnos de esta manera, quedarnos sin dólares, caer en el Fondo Monetario Internacional, destruir la industria nacional y el consumo. Por supuesto que comparto. En 2019, en medio de este desastre, tuvimos la positiva actitud de unirnos desde la política para salir de esa pesadilla. Hoy por eso, afrontamos este nuevo año con mucha esperanza, aun sabiendo lo difícil de la tarea.
- ¿Entonces está en sintonía con el lema que levantan en la Casa Rosada, que “hay que poner de pie al país”, como dice el Presidente?
-Si estamos hablando de poner en pie nuevamente al país, es porque lo dejaron por el piso en todo sentido. Se puede graficar mejor con datos concretos y oficiales: Por ejemplo, cayó la venta de autos 0 kilómetro casi por la mitad y eso es grave, por supuesto; pero también cayó el consumo de leche en casi un tercio. ¿Usted cree que hay peor pesadilla que esa?

domingo, 5 de enero de 2020

¿Las fake news salvarán a los medios de comunicación?

Por escribano Gustavo Yocca*, en la página web de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Desde los albores de la web, - aún de manera imperceptible y con diagnósticos y pronósticos equivocados-, éste revolucionario avance de la tecnología anunciaba un cambio de paradigmas en la comunicación social.
En el inicio algunos medios de comunicación, (en especial los gráficos) vislumbraron en la red una herramienta que permitiría ampliar su universo informativo, así como sus ingresos. En ese ideario la mayoría de las empresas periodísticas crearon redacciones independientes con inversiones descomunales en recursos humanos y tecnológicos y creyeron ver ahí, la piedra re fundacional del equilibrio económico en un mundo en el que la lectura ya había comenzada a ser devorada por la imagen.
Las demás plataformas comunicaciones tradicionales (radio y televisión fundamentalmente) miraban desde lejos este fenómeno y no advertían la amenaza que el crecimiento de internet, podría causar en sus entornos empresariales y en sus audiencias.
La gratuidad para acceder a las noticias en los portales de internet sumado a la baja recaudación en concepto de publicidad que le reportaban sus “home page” hicieron que aquellas grandes salas de redacción creadas pocos años atrás se fueran reduciendo hasta fusionarse dado el fracaso económico que el desdoblamiento reportaba.

Reducción de las ventas de ejemplares

Paralelamente la caída en las ventas de ejemplares, -con la consecuente disminución de los ingresos por publicidad dadas su menor lectoría-, había llegado para quedarse y no se vislumbraba ningún camino de salvación.
Como si todo esto fuera poco, las redes sociales como Facebook y Google notificaban que los anunciantes habían decidido mutar la publicidad desde quienes generaban los contenidos a los que solo los difundían y ahí, el golpe al paciente que ya estaba en situación delicada, lo introdujo a un coma inducido.
El crecimiento de otras plataformas como Twitter, Instagram o WhatsApp ahondó la enfermedad del paciente y ratificó que los ingresos que generaban los contenidos noticiosos (o de entretenimiento) iban a seguir en manos de quienes los distribuían mientras que quienes los generaban y producían se quedarían con la menor porción de la torta.

Televisión abierta, otra víctima

Este fenómeno que al inició solo parecía afectar a los medios gráficos, pronto fue amenazando a otras plataformas y hoy es un hecho que la televisión abierta continúa siendo masacrada por redes como YouTube, sin contar los golpes que le infringen plataformas de streaming como Netflix, HBO, Fox, Apple TV o Amazon.
Frente a esta realidad los medios tradicionales parecían expresar esa frase del jacobino de nuestra Revolución de Mayo Juan Jose Castélli al decir: “Si ves al futuro, dile que no venga”, para luego ir generando estrategias que intentaran mantener a salvo las empresas sin perder calidad periodística apelando para ello, a cuantos recursos pudieron imaginar.
Botellas de vino, conejitos del amor, autitos de carrera, o cuchillos para asado; inversión en gráfica, publicidades invasivas, contenidos visuales al mejor estilo televisión abierta (The Weekly del New York Times es hoy un buen intento) narrativas para nichos específicos, o para públicos especializados o lectores fidelizados con la marca, fueron algunas de las tantas herramientas, -que con mayor o menor éxito-, las compañías intentaron.
¡Qué lejos quedó aquel apotegma sobre que se podía hacer periodismo de calidad pese a ofrecer contenidos de manera gratuita, o aquel otro sobre que la ampliación de las audiencias generaría ingresos suficientes para solventar la misma calidad informativa...!
De la mayoría de las herramientas que los medios ensayaron para su subsistencia, los muros de pago (en sus distintas variantes) las tarjetas de fidelización (con baja penetración todavía) y un redoblado esfuerzo por la excelencia periodística se vislumbraban como las apuestas con mayor eficacia.
Pero el problema que todavía se advertía frente a éste “trípode salvador” es que esa mayor excelencia periodística requiere de elevados costos para su producción y que tanto el “paywall” como las “loyalty cards” o una combinación perfecta de ambas, son alternativas que la sociedad todavía no internaliza ni acepta dócilmente después de más de treinta años de acceso en forma gratuita a las noticias.

La desfachatez de las redes

Desde los albores de la web, - aún de manera imperceptible y con diagnósticos y pronósticos equivocados-, éste revolucionario avance de la tecnología anunciaba un cambio de paradigmas en la comunicación social.
En medio de esta catástrofe que ponía en vilo al periodismo de calidad, la desfachatez de una sociedad que no conoce de reparos morales en pos de alcanzar sus objetivos, comenzó a exhibir prácticas que generaban zozobra, preocupación y rechazo.
La manipulación de datos de los usuarios (con herramientas de inteligencia artificial como big data) comenzó a minar la credibilidad de la información que de manera gratuita circulaba por las redes sociales y así vimos crecer exponencialmente noticias falsas sin sustento ni rigor profesional producidas solo para fines inconfesables o manipulación de las conciencias.
Las fake news (noticias falsas), -que parecerían haber llegado para quedarse-, siguen creciendo a niveles exponenciales y están infectando todas las plataformas con mentiras y engaños que bajo forma de noticias circulan a la velocidad de la luz.
¿Cómo podrán detener las redes sociales esa andanada de noticias manipuladas o falsas que recibimos a cada minuto?
La respuesta a éste interrogante es todavía una incógnita dado que parece imposible controlar el tráfico informativo en la web, y ni que hablar del trabajo de los trolls o bots que las multiplican exponencialmente.
¿Cómo otorgarle credibilidad a noticias generadas por actores anónimos o falsos de las que nadie se hace responsable y que circulan alegremente?
¿Será posible que la liviandad en la construcción de la noticia, la falta de un sujeto responsable, la manipulación de los perfiles o a la abrumadora información falsa  nos lleven a buscar nuevas alternativas para regresar al periodismo de calidad y confiabilidad?
Es sabido que no se pueden generar noticias de jerarquía sin afrontar los costos de su producción. Un Watergate no se hubiera destapado sin rigor periodístico y editores dispuestos a solventar su investigación.
La producción de noticias de calidad requiere profesionalismo e inversión. Las redes y su gratuidad han minado los ingresos de las compañías periodísticas para sostener el desarrollo profundo de un periodismo de calidad.

Los interrogantes

A la luz de estas reflexiones habrá que preguntarse: ¿Concluirá la sociedad que para tener información calificada y confiable alguien tendrá que pagar para poder generarlas? ¿Estará dispuesta a elegir entre un periodismo de calidad que compromete su prestigio y patrimonio en lo que publica o en uno engañoso pagado por bancos, embajadas o carteles que invierten en publi notas tendenciosas que beneficien a sus intereses? ¿Podrá discernir entre la maraña de noticias que se reciben de manera gratuita cuales de ellas son amañadas o tendenciosas y cuáles no si ninguna de ellas cuenta con un editor que se responsabilice por su divulgación? ¿Decidirá desconfiar de lo anónimo o amañado que puede incluso llevarlo a tomar malas decisiones o a su propio desprestigio por repetir información errónea, o apostará al valor de las marcas al momento de consumir contenidos?
¿Serán las “fake news” el complemento que faltaba para que las noticias manipuladas por los terroristas de la información nos regresen al periodismo de calidad con financiamiento genuino e independiente que asegure certidumbre credibilidad y confiabilidad?
¿Se comprenderá que, así como para escuchar música con fidelidad de audio o ver una película con buena imagen y a portafolio abierto se necesita pagar un abono, también eso deberá acontecer para recibir información veraz, sería y no contaminada?
Los lectores de The Economist y su proyecto “reader first” afirman que en realidad es poco lo que se les cobra por todo lo que reciben en las distintas plataformas de este medio.
Las fake news llegaron para quedarse. Habrá que ver si estas prácticas deleznables nos devuelven a un periodismo sustentable y de calidad.
 *Escribano Gustavo Yocca. ex director de los diarios El Liberal (la Argentina) y La República (Uruguay).