sábado, 4 de abril de 2009

Todos confirmados; todos responsables


Por Santiago Contreras

Las cuentas de la provincia no cierran, en medio de inocultable festival de corrupción. Nadie rinde cuentas, nadie explica si hay plata y cuánta. Todo se calla y el rumor, como lógica consecuencia de la falta de libertad de expresión, invade las calles de Santiago, incluso hasta el disparate.

Sin embargo, el ministro de Economía fue confirmado.

El campo de Santiago del Estero agoniza de la mano de Néstor Kirchner y con el desprecio de Gerardo Zamora, que antes destacaba a los productores como el motor productivo de la provincia y “ahora son simples sojeros de grandes capitales foráneos”. Pauny no fabrica ni un tractor en la provincia, y los colectivos más caros del mundo se caen a pedazos. Los representantes de las sociedades rurales alquilan su boca, que calla en Santiago lo que grita en Buenos Aires. Gélidos créditos Pro Carne amenazan a un ministro endeudado hasta la inmoralidad.

Sin embargo, el ministro de la Producción fue confirmado.

La obra pública multiplicó su corrupción a niveles nunca antes alcanzados. Con 90 empresas constructoras, la mayoría sin una pala, y dueños que no pueden explicar qué hacían antes para poder comer. El kilómetro de ruta de Santiago vale lo que el kilómetro de autopista de primera calidad en San Luis. Las casas, valen como si fueran buenas y sin el ahorro que otorga la fabricación en serie. Las escuelas, hospitales, diques, etc., todo vale el doble o el triple, por el retorno del peaje de la corrupción que siempre termina pagando el pueblo.

Sin embargo, el ministro de Obras Públicas fue confirmado.

“La Cárcel de Varones de Santiago del Estero, en la que murieron 39 personas durante un incendio hace casi un año y medio, sigue siendo un lugar bastante parecido al infierno. El edificio superpoblado y en condiciones ruinosas. Los pisos de los baños están llenos de excrementos y, en las duchas, hay ratas y cucarachas”. Así se expresó la Federación Argentina de Colegios de Abogados. Los jueces se callan en comisión permanente, la mujer de un ministro hace y deshace en Tribunales sin disimulo. Las tierras se quitan a algunos y se regalan a otros, bajo la banda de Derechos Humanos que ya no combate al Capital sino que lo roba.

Sin embargo, el ministro de Justicia fue confirmado.

La policía es un escándalo, robos, muertes y hasta secuestros con gente desaparecida que pierde la vida. Nunca una explicación, todo es secreto, oscuro, tenebroso, poco derecho, poco humano. El delito sigue creciendo amparado por el poder políticos y los jueces obedientes. El interior tiene un quiosco corrupto en cada banquina, en cada comisión municipal, en cada intendencia.

Sin embargo, el ministro de Gobierno fue confirmado.

El jefe de Gabinete, que coordina todo este desaguisado de ineficiencia y corrupción, también fue confirmado y a no quejarse porque el principal responsable, que es el gobernador Gerardo Zamora, fue confirmado por el 85% de los que lo votaron. Pero ahora claro, nadie es responsable, como siempre ocurre, todos y nadie lo votó.

Cuando se acabe la fiesta y los bolsillos flaqueen todo será protesta y bronca, pero ya será tarde y nadie podrá decir que fue engañado, por más acallada que esté la libertad de expresión. Se tiene la suficiente información como para saber que no se pueden dilapidar los fondos públicos eternamente. 

La gran mayoría lo sabe, muchos lo votaron a pesar de saberlo, todos pagaremos las consecuencias, incluso los que se beneficiaron.

Las mentiras sobre la elección en Santiago: el 85% de apenas el 46,22% del padrón


Los Kirchner en el país y el zamorismo en Santiago salieron a decir que la reelección del gobernador radical-kirchnerista fue con el 85 por ciento del apoyo popular. Pero les faltó informar que, exactamente, fue el 85% pero apenas del 46,22% del padrón de ciudadanos habilitados para votar.

Entonces, muchachos, es hora de comenzar a decir la verdad de lo que pasó en Santiago el 20 de noviembre del 2008: hubo reelección, pero el 45,59% de los ciudadanos rechazó a todos los candidatos y no concurrió a sufragar.

He aquí los datos oficiales y concretos: Elecciones en Santiago del Estero, categoría gobernador y vice, del 30 de noviembre de 2008. Porcentajes con abstención electoral. Los votos reales del oficialismo.

Electores Hábiles

566.370

 

% con Abstención

% de votantes

56,06

 

43.9

Fórmulas - Partidos y Alianzas Electorales

Votos

%

 

Zamora - Nicolai (Frente Cívico por Santiago)

261.817

85,05

46.22

Lugones - Bertero (Fuerza de Unidad Popular)

15.522

5,04

 

Cavallotti - Azar (Frente Cruzada y Lealtad)

7.672

2,49

 

Lo Bruno - Fabri (Propuesta Republicana)

4.106

1,33

 

Salto - Abattedaga (Movimiento de Integración y Desarrollo)

3.373

1,10

 

Bravo - Alvarez (Socialista)

3.082

1,00

 

Urquiza - Jaimez (Movimiento Socialista de Los Trabajadores)

2.416

0,78

 

Calabrese - Barrionuevo (Dignidad Popular)

1.943

0,63

 

Vargas - Gómez (Movimiento de Acción Vecinal)

1.672

0,54

 

Ruiz - Fazzio (Obrero)

1.360

0,44

 

Allub - Trejo (Movimiento de Bases Independientes)

1.293

0,42

 

López - Abdala (Frente Concertación Plural)

1.128

0,37

 

Torres - Cejas (El Movimiento de las Provincias Unidas)

904

0,29

 

Depetris - Moukarzel (Unión de Centro Democrático)

705

0,23

 

Migueles - Carabajal (Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados)

580

0,19

 

Ledesma - Sokolic (Popular)

258

0,08

 

Votos Positivos

307.831

96,95

 

Votos Nulos

2.895

0,91

0.51

Votos En Blanco

5.967

1,88

1.05

Votos Recurridos

382

0,12

0.06

Votos Impugnados

447

0,14

0.07

Total Votantes

317.522

 

 


Conclusiones:

- El Frente Cívico por Santiago no sacó el 85%, sino el 46.2%
 
- El rechazo a todos (45.59%) salió segundo, pisándole los talones al oficialismo (46.22%) 
 
- Récord de abstención en Santiago del Estero: 43.9% .
 
- El peso electoral de Santiago del Estero, apenas representa el 2,1% del padrón nacional.

Abstenciones en crecimiento: 

1983 = 30.11%
1989 = 27.14%
1995 = 28.68%
1999 = 27.78%
2003 = 31.89%
2007 = 36.52%
2008 = 43.9%
 
- Más de 4 de cada 10 votantes no sufragaron por nadie
 
- En 1983 el Partido Justicialista obtuvo el 32.8% + UCR 27.45%. Total = 60.2%
 
- En 2008 UCR+kirchnerismo = 46.22%
 
- La legitimidad capital-parlamentaria, en Santiago del Estero, no ha sido recompuesta tras 5 años de kirchnerismo.
 
- La abstención contra la simulocracia es la expresión electoral de la crisis social, agudizada por la recesión económica que detonará en crisis política.
 
- La composición de clase de la abstención es, mayoritariamente, patrimonio de la multitud. Sujeto cada vez más irrepresentable bajo el estado de excepción permanente.
 
- La salida del sistema electoral es el éxodo de la multitud del sistema democrático de la nueva clase.
 
- La democracia indirecta es cada vez menos representativa. La des-representación de la multitud es la contracara de la sobre-representación de la nueva clase. El Partido Único del Capital.
 
- El cinismo de la multitud hacia la democracia delegativa es la respuesta defensiva ante la farsa democrática, tras 25 años de frustraciones populares
 
-La huída a delegar el poder constituyente de la multitud en el poder constituido del capital preanuncia la acción directa y destronante de la multitud.

-No hubo plebiscito a la gestión oficialista, sino repudio de la mitad de la población a toda la clase política.

Reina el nepotismo en el Registro de la Propiedad


Por Facundo Peñaloza (Nota I)

“El Ministro de Justicia, Ricardo Daives, su esposa, su cuñado, el ex juez del Crimen de cuarta nominación (recientemente despedido) y sobrinos asesores del Registro de la Propiedad, se están llevando las tierras fiscales en sus bolsillos”, confió a Arena Política un empleado de la casa que, obviamente, reservamos su nombre.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
No paran las irregularidades en el Registro de la Propiedad Inmueble, desde la asunción del gobierno seudo-radical-peronista que encabeza el gobernador “kichnerista” Gerardo Zamora. 

El lugar en donde se encuentra archivado toda la documental pertinente, relativa a la propiedad inmueble de la provincia de Santiago del Estero, ha caído en manos inexpertas y voraces que están llevando la administración de esa dirección a situaciones imprevisibles que pueden originar en cualquier momento escándalos de proporciones, cuando no, un desmadre significativo a cargo no sólo de los empleados que son maltratados, sino de los propios propietarios de tierras, residentes fuera de la provincia, que no encuentran respuesta a sus reclamos, que no sea la soberbia y la prepotencia de quienes tienen a su cargo la administración de la documental allí existente.

Abogada Soria Bussolini 

Primero fue la desorganización generalizada y el arribo a la función publica de una abogada sin ningún antecedente en el Derecho Registral, hoy devenida en concejal capitalina. Me refiero a la abogada Soria Bussolini, quien sin ningún tipo de escrúpulos afectó a un empleado (Gastón) para que cumpla tareas en su domicilio y se haga cargo de la enfermedad de su padre, cuando esta tarea debió estar a cargo de una enfermera rentada con dinero de su bolsillo, no del Estado provincial. 

La ex directora del Registro no solamente utilizó los servicios de este empleado público en beneficio de su padre enfermo, sino que lo tenía afectado a la jardinería de su casa y los quehaceres domésticos, propio de una época militarista y feudal que pensábamos superada.

Esta señora se llevaba las matriculas de folio real a su domicilio y desde allí se confeccionaban las inscripciones pertinentes que al día siguiente se insertaban en las matrices, sin ningún tipo de contralor por parte de los encargados de la dirección, como así se observaba ingresar bolsas de consocios con protocolos de la entidad que eran retirados en horas de la noche y repuestos en horas de la mañana, una vez que se reiniciaba la labor diaria.

Es por esta razón la demora en la realización de las inscripciones en el folio real y en la evacuación de informes solicitadas por escribanos del medio y de otras jurisdicciones, teniendo a Soria Bussolini como conductora de un desgobierno total dentro del ambiente del registro de la propiedad.

Felizmente esta funcionaria resultó electa concejal capitalina, pero no por ello abandonó el edificio del Registro, a donde concurría por la tarde-noche para llevar y traer documentación. Una práctica que se continúa realizando a la fecha.

“Frenan” en Diputados el proyecto de Marta Velarde por el avance del dengue


La diputada nacional por Santiago del Estero, doctora Marta Velarde denunció ayer que un proyecto de declaración de "emergencia sanitaria e higiénica" por el dengue está paralizado en la Cámara baja desde hace casi un mes.

Además, la legisladora del unibloque Justicialismo Republicano reveló que el Ministerio de Salud de la Nación "cuenta con 86 millones de pesos para prevenir y controlar enfermedades endémicas".

"El Ministerio de Salud tiene un presupuesto de 86 millones de pesos para el Programa de Prevención y Control de enfermedades endémicas. A partir de este dato, no se entiende que, por ejemplo, hasta hace dos días en Charata denunciaban que aún no había insecticida para fumigar toda la ciudad", continuó.

"¿Qué hacen con los fondos? Hasta ahora no hay respuestas, sólo una serie de acciones espasmódicas que no dan solución ante un mal que crece desbastador", concluyó.

Velarde, autora de la iniciativa en la Cámara de Diputados, reveló que el proyecto fue presentado "en carácter de urgente el 5 de marzo, el 17 fue tratado y aprobado por la Comisión de Salud, dándole paso a la de Presupuesto, donde se encuentra desde el 18 del mismo mes sin ser tratado".

"Ante la mayor epidemia de dengue registrada en nuestro país, resulta vergonzosa la actitud de los miembros de la comisión de Presupuesto, conformada 'casualmente' por mayoría oficialista", consideró la legisladora, según un comunicado de prensa.

Para la diputada, "declarar la emergencia sería aceptar que estamos ante una epidemia, cuestión negada hasta hoy por las autoridades de salud".

¡Primicia!: disertará en el Carlos V el embajador de los Estados Unidos


Arena Política adelanta que el lunes 6, a las 12, disertará en el Salón Azul del Hotel Carlos V de Independencia y Avellaneda de nuestra capital, el embajador de los Estados Unidos en la Argentina, el licenciado Earl Anthony Wayne.

El diplomático llegará a Santiago invitado por la Fundación Cultural Santiago del Estero.

Wayne es diplomático de carrera y alcanzó el rango de ministro en 2002.  En 2005, obtuvo la máxima distinción del Departamento de Estado “Distinguished Honor Award”, y el Premio Presidencial de 2001 por Servicio Distinguido, así como otras distinciones y premios al desempeño otorgados por el Departamento de Estado.

El embajador Wayne tiene una maestría en Administración Pública de la Universidad de Harvard (1984), maestrías en Ciencias Políticas de las Universidades de Princeton (1975) y Stanford (1973), y un diploma en Ciencias Políticas de la Universidad de California en Berkeley (1972).

Está casado y tiene una hija y un hijo.

Wayne fue secretario de Estado Adjunto para Asuntos Económicos y Empresariales, en el Departamento de Estado, desde 2000 hasta el 2006. Luego pasó a desempeñarse como embajador en la Argentina.

El “gringo” Antonio Carot


Por Miguel A. Brevetta Rodríguez

Se fue el "gringo" Antonio Carot, con quien casi todos los días nos cruzábamos por la peatonal Tucumán. Fue un hombre amable, cordial, sencillo, simpático y alegre como fue su vida. 

Lo conozco desde el primer grado de la escuela Laprida, allí se desempeñaba como "intendente" del establecimiento y custodio de todo el discipulado. Se decía entonces que el gringo estaba... para todas las cosas.

Después lo ví en la cancha de su Central Córdoba debajo de los tres palos en donde se cansó de ganar campeonatos. Alto, bien alto y enfundado de negro salía a la cancha sonriente y seguro, para deleite de esa nutrida hinchada del Oeste.

No hay quien no recuerde el histórico triunfo ante Boca 2 a 1, en La Bombonera, por el Campeonato Nacional o aquella inolvidable final del Torneo Regional de la AFA de 1967 en Tucumán, ante Sportivo Guzmán. 

¡Cuánto sufrimos los hinchas de Unión cuando el “gringo” Carot no nos dejaba ingresar a los cuarto de finales...! Ellos, casi siempre estaban clasificados, no necesitaban más puntos que les sume a la tabla, en aquellos campeonatos. Pero a nosotros, nos era fácil vencer la valla de Carot aunque se jugase por nada.

Y nos volvimos a encontrar, una vez más en el tiempo, en la vida y en Santiago de noche. Eran los dorados ‘70 que lo tuvieron como el "protector" de Vinicius -primer boliche de onda- en la avenida Colón casi Lavalle. El “gringo” tenía el poder, era quien decidía sobre los que podían ingresar y los que no.

Años después nos reencontramos, una vez más, pero en la cancha del fútbol, él defendiendo los colores de los Veteranos de Central Córdoba, si mal no recuerdo, yo jugando para Rabenar o para El Liberal en los campeonatos de la Liga Amateur.

Nos relacionamos casi toda nuestra existencia, en distintas etapas y, sin embargo, nunca fuimos amigos. Sólo el saludo cordial y respetuoso y alguna que otra charla para evocar recuerdos. 

Se fue un hombre admirado por la afición futbolística santiagueña, querido y respetado. Aquí lo estamos evocando desde la sencillez de la memoria y lo despedimos como se merece aplausos, aplausos y más aplausos.

Tenía 71 años. Y ¿la pucha, cómo se pianta la vida…!

Requiéscat in pace.

Caselli, el primer candidato a Presidente para 2011


Por Luis Pico Estrada, desde la Capital Federal
 
Aunque todavía no se conocen los nombres de todos quienes competirán el 28 de junio de 2009 por las bancas que estarán en juego en ambas cámaras legislativas,  ya se conoce el nombre del primer candidato a la presidencia del 2011. No es poca cosa.
 
Se trata del señor Esteban Caselli, quien al día de hoy ocupa una banca en el  Senado Italiano  como representante del distrito América del Sur del partido Il Popolo della Libertá, que lidera Silvio Berlusconi.

El senador Caselli integró los gobiernos de Carlos Menem y Eduardo Duhalde y desde la embajada argentina en el Vaticano tuvo notable influencia en la Curia Romana, a través del cardenal Sodano. Sus servicios benéficos fueron recompensados con el  título nobiliario de Gentiluommo della Sua Santitá, otorgado por  el Papa Juan Pablo II.

Ahora el  Gentiluommo della Sua  Santitá  tiene “un sueño”: ser presidente de la Argentina. Esto se supo en los salones  de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, con  asistencia de unos cuantos jueces federales, ex miembros de la Corte Suprema, el Nuncio Apostólico, diplomáticos, empresarios, hombres de la cultura y la política. Y, last  but not least, nada menos que dos ex presidentes argentinos: Fernando de La Rua y Ramón Puerta.

Las tarjetas de invitación estaban suscriptas por el mismo Caselli y por el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Alberto Edgardo Balestrini. El escenario estuvo presidido por el rabino Sergio Bergman, tres senadores italianos representantes de la diáspora italiana (Di Girolamo, Giardino y De Gregorio) un diputado de similar origen (Berardi) y el obispo de La Plata, monseñor Aguer. Todos atentos al sueño profético del señor Caselli.

Se anunciaba también  la presencia en el país de la Fundación Italianos en el Mundo, instrumento de solidaridad y armado político que el movimiento de Berlusconi extiende a los países con grandes comunidades italianas. Ellos votan en las elecciones peninsulares y pueden llegar a ejercer roles decisivos en determinadas circunstancias. Todos los legisladores italianos presentes forman parte de esa organización.

Los discursos de los primeros oradores se extendieron  sobre el rol de esa fundación. Pero el verdadero motivo del acto era la promoción de la figura de Caselli y el anuncio del apoyo a su “sueño” por parte del partido de Berlusconi.

Quien dejó las cosas claras fue el senador De Gregorio, amigo personal de Berlusconi. El Senador  supuso que “nadie ignora” la candidatura presidencial de Caselli. Reveló  que el partido Il Popolo della Liberta lo respalda y que hasta el propio Berlusconi se dispone a tocar el timbre casa por casa en Argentina para apoyarlo. 

“¿Cómo dudar del destino victorioso de Caselli si sabemos –yo he sido testigo en Italia- que el ex presidente Duhalde se comprometió a sostener su candidatura y si tan altas personalidades, ex presidentes, jueces, sacerdotes, están esta tarde aquí presentes para  alentarlo?”. Los invitados se removieron inquietos en los asientos.

Por fin Caselli- el Gentiluommo della Sua Santitá- develó su sueño: en esta tierra, políticos y autoridades conciliaban de consuno   la paz. Pero  una serpiente sofocaba tanta ansiada  armonía. Final feliz: el malvado ofidio era exterminado, por la espada de las buenas acciones: no pelear con el campo, defender la vida humana desde la concepción, sostener las instituciones fundamentales, apoyar a la pequeña empresa, etc. El paraíso sin pérfida manzana.

Para que el rabino Bergman se fuera antes de la irrupción  de la primera estrella en esa tarde de viernes, el Candidato fue breve. El anuncio hecho, el sueño expuesto, el programa anunciado. Se le ofreció un premio al rabino y otro a Juan Carr, animador de Red Solidaria. Y buenas noches. 
  
Hay otras aspiraciones de Caselli: uno de sus hijos se postula a la presidencia del Club River Plate. En esa cruzada cuenta con la bendición de Silvio Berlusconi dueño  del Milán FC. El chico dirige en la Argentina la legendaria Orden de los Caballeros de Malta.

Todo es posible. Días después Néstor Kirchner comparó sus propias virtudes -sinceridad y falta de hipocresía- con las del propio presidente Raúl Alfonsín, cuyas honras fúnebres se celebraban. En la Paz, los bolivianos obsequiaron al seleccionado argentino de Diego Maradona con 6 goles. Para ese entonces la presidenta Cristina de Kirchner comparó en Doha la situación de la castigada franja de Gaza con las islas Malvinas. Si, todo es posible. Hasta los sueños de Esteban “Cacho” Caselli.

viernes, 3 de abril de 2009

Antónimos



Por Pedro Arbona

"Porque la peor tiranía es la de la palabra"
A don Raúl Alfonsín, que nos devolvió intactas las definiciones de la infancia 
"In Memoriam".

En tiempos de mi niñez, las cosas tenían otro significado. Aquellas primeras definiciones, estoy seguro, son definitivas e inapelables. Aunque viva en un país maniático de las deformaciones lingüísticas y abarrotado de eufemismos. Soy, como muchos, hijo de una generación masacrada. En la década de los ‘70, la Argentina fue el reino del revés, espacio doliente de la memoria en el que se utilizaban los mismos términos de la pequeñez, pero en distintas circunstancias. Podría decir que por entonces el idioma de la inocencia conjugaba los mismos términos que los de la adultez, pero como antónimos inexcusables.

Compañeros eran los del grado, a quienes también nos comprendía la definición de uniformados. Los delantales blancos eran todos de la misma marca y confección. Nos igualaban sorteando bajo su tutela las diferencias abismales que existían entre quienes usábamos camisas de manufactura casera y aquellos que podían conseguir las afamadas Levis Strauss & CO, exclusivísimas, carísimas y de alta moda.

No había diferencias de clase, salvo después del segundo recreo cuando la señorita de matemáticas insistía en que aprendiéramos las malditas divisiones sin resta; los problemas se limitaban a calcular cuántos litros de agua entran en tres tinajas de doscientos litros y los próceres eran de bronce. En aquellos tiempos era posible treparse a ellos en cualquier plaza y jinetear sus caballos ante la mirada cómplice de nuestros padres, aunque bajáramos de la esporádica aventura con los pantalones llenos de mierda de paloma.

Los milicos espantaban malones de indios malos, en blanco y negro, cada vez que el cabo Sabino emergía de las páginas de la hoy desaparecida revista D’ Artagnan; casi siempre por la tarde y entre el melcoche de la mermelada de durazno de nuestra merienda. Eran bravos pero buenos. Valientes. Siempre cuidaban el fortín de los desmanes de los forajidos con taparrabos. ¿Alguien guardó algún ejemplar de aquel compendio de sanas ilusiones? ¿Murió Sabino o está jubilado y en el destierro?

Los “grupos de tareas” eran algo serio y comprometían nuestro futuro inmediato. Había que saber elegir entre los compañeros para salir airosos en los trabajos prácticos de la escuela. No más de cuatro o cinco. Cobijar al grupo en la casa familiar era una ventaja: uno podía hacerse el zonzo por el mero hecho de ser anfitrión. Perdí la cuenta de cuantos exámenes aprobé con el esfuerzo de aquellos que caían rendidos al tentador aroma de las tostadas con manteca y “Kero” que preparaba mi madre. Yo servía la merienda y merendaba. Ellos olían y estudiaban. Comían y estudiaban. Y rendían. Y aprobábamos. Pocos eran por entonces los logros individuales. Una vez, cada bimestre, rendíamos pruebas de evaluación en soledad. El resto del año, una vez por semana, nuestras maestras nos incentivaban a conformar “grupos de tareas” para ser más compañeros, más iguales; más allá del uniforme. Aquel guardapolvo, la Aurora, el Himno Nacional, la escarapela, la Bandera, la marcha de San Lorenzo, y el escudo eran los íconos de nuestra semejanza y el sentido primigenio de nuestras obligaciones. Y nada más.

La Junta, era la primera. Aquella que había sobrevivido en las amarillentas fotos del Kapeluz Ilustrado de quinto como un primer indicio de la patria, antes del 25 de Mayo de 1810.

Los comunicados eran breves epístolas en un cuadernito marca “Gloria” (de tapa blanda color naranja) en el que se le informaba a nuestro tutor de nuestras indisciplinas. Eran, además, la premonición de una inminente paliza rectificadora. Lo peor era el encierro y consistía en no salir a jugar aún a pesar de haber cumplido con mis obligaciones. Debía subsistir confinado en un cicatero mundo -por un tiempo determinado siempre por la autoridad paterna- delimitado por el dormitorio, el comedor, el baño, la puerta de casa y la escuela. Cuanto más severa era la inconducta, más grave la sentencia. Así aprendí que las únicas leyes inexorables, verticales, inapelables y justas son las de la familia.

Las armas que conocíamos eran el rifle justiciero del “Llanero Solitario”, el hacha de “Nippur” (que vivía en un lugar llamado Lagash) y la espada de “El Zorro”, cuando los delicados bigotes de Diego De La Vega aún arrancaban suspiros entre las matronas de la cuadra. Las bombas eran propiedad exclusiva de la “Hormiga Atómica” y Superman era el único capaz de emprender -malherido por los villanos- un “vuelo de la muerte” en procura de Kriptonita. Andaba por allí también un tal “Don Quijote de La Mancha” enfrentando molinos de viento con una lanza, pero no le dábamos mayor importancia.

La muerte era inasible. Era un gorrión desplumado en el piso con las patitas encogidas o un perro muerto al borde de alguna alcantarilla. Un asunto ajeno, que aún maloliente, debían resolver los demás. La muerte era un tufillo, una imagen pasajera: al día siguiente ya no estaba ni el perro ni el gorrión. La muerte viajaba en un camión recolector de basura.

Había soldados. De pie empuñando un fusil o de rodillas apuntando a alguien indeterminado. Los había azules, verdes y marrones. Y eran todos de plástico. Recuerdo que los coleccionaba con pasión y formaba mi ejército con tanquecitos, catapultas y trincheras de plastilina. La meta era no sólo juntar muchos. No. Tenían que tener el mismo matiz y había que darles la autoridad que cada cual merecía. Por capricho o imaginería, cualquiera podía ser capitán. Total, el general era yo. Las batallas se organizaban en las veredas, a dos metros de distancia entre bando y bando. Las bolitas oficiaban de municiones (sólo las japonesas porque las lecheras, blancas y generosas, estaban para otros desafíos) y en cada asalto me hacía cargo de las pérdidas y festejaba las victorias. Mis prisioneros y los ajenos sólo eran recuperables mediante el trueque o el desquite. Para ello había que ahorrar los centavos malgastados muchas veces en chicles “Bazooka” o caramelos “Media Hora”, que tenían gusto a anís. El sacrificio valía la pena: la derrota sabía amarga.

Había zurdos. Seguro que los había. Eran aquellos diferentes de nosotros. Escribían con la mano izquierda y agarraban el tenedor con la derecha. Un buen tiempo estuve seguro de que no eran normales. No podían obrar como yo. ¿No es cierto que se utiliza la mano derecha para empuñar el lápiz y la izquierda para asir el tenedor? Me costó comprenderlos hasta que me di cuenta que yo no podía escribir ni comer como ellos. Y entonces, aunque distintos, fuimos iguales.

No había mayor satisfacción que jugar a la “pisadita” para elegir el equipo de fútbol y ganar la mejor escuadra, aún a pesar de los caprichos del dueño de la pelota. En una canchita de tierra, sin mayores demarcaciones que los alambrados o medianeras de los vecinos, y con arcos hechos de pilitas de ladrillos jugamos muchos mundiales. Más emocionantes que el del ´78. 

Y aunque no había tribunas, nosotros éramos nuestra más apasionada hinchada. Tampoco existía la figura del referí. Moderábamos el partido en base a reglas de honor preestablecidas que pocos se animaban a quebrantar. Las infracciones se resolvían ante el reclamo del contrincante y una falta intencional bien podía ser el punto final a una amistad de años. Ni qué hablar de un gol en contra o de un penal errado. Los descamisados eran los que estaban desde la imaginaria mitad de la cancha para allá. De este lado, de la supuesta mitad para aquí, jugábamos con la camiseta blanca de la clase de gimnasia, antes de pasar por el lavarropas. Tenerla limpia significaba resignarse a jugar “en cueros”. Los de la mitad para allá eran más inteligentes: No arriesgaban la parada. Jugar en camiseta era avizorar el castigo materno por haberla embarrado antes de usarla en la escuela. 

En el ‘70 los pocos artefactos domésticos para el lavado de prendas no eran automáticos, no había jabones en polvo con propiedades milagrosas anti manchas ni, mucho menos, seca ropas. Las ropas se exponían para su secado a los caprichos climáticos colgadas en la soga y sostenidas por broches de madera. Lo de los broches era todo un tema. Funcionaban con unos alambres de metal que con el tiempo se oxidaban y generaban una tragedia familiar: aún recuerdo las maldiciones de mi madre cuando algunos de ellos manchaban ropa blanca con restos de herrumbre.
 
Los desaparecidos generalmente abandonaban el juego de la “escondida” antes de su finalización. Eran algo así como desertores que, en silencio y para no ser descubiertos nuevamente, aprovechaban el conteo hasta “100” del ocasional esclavo de la piedra para volver a sus casas sin previo aviso. Nos cansábamos de buscarlos y casi siempre terminábamos el retozo preocupados. Hay sitios en los que esconderse es arriesgado. Buscábamos la oscuridad, los umbrales de vecinos iracundos y las malezas de jardines descuidados. A pesar de los perros, los pozos traicioneros y los baldíos atestados de escombros, no se bien por qué, elegíamos escondernos en soledad sin delatar jamás el lugar geográfico de nuestra ocultes. Y en aquella cábala secreta residía el peligro: ¿Cómo encontrar a quien desapareció sin siquiera intuir adonde fue? A Dios gracias las ausencias duraban poco. A la mañana siguiente condenábamos al reaparecido a ser el primer esclavo del próximo conteo.

La picana era un manjar. Cada domingo acompañaba temprano a mi padre a la carnicería. De él aprendí que la picana es más blanda que el vacío. Una exquisitez desconocida por la mayoría de los asadores. Conocer por entonces los misterios de aquel corte de carne vacuno era un privilegio. Casi un honor.

Recuerdo nítidamente los fusilamientos. Aquellos en los que me regocijé con el dolor del perdidoso y los otros, en los que sentí el rigor de la pelota de media rellena con arena y mojada en los charcos de la calle. En eso consistía el “Alto ahí”. En arrojar la pelota al aire con fuerza mientras otros escapan del radio de tiro del lanzador. 

Una vez recuperada, éste gritaba “Alto ahí” y los prófugos debían inmovilizarse en el lugar donde los había sorprendido la orden. Con cálculo misilístico, el lanzador arrojaba la pelota contra la humanidad del más cercano y, en caso de acertarle, tenía derecho al fusilamiento. Este acto consistía en poner de espaldas contra una tapia al jugador “cazado” para luego arrojarle violentamente, y durante tres veces consecutivas, la pelota contra el cuerpo a unos pocos metros de distancia. 
 
El padecimiento era cruel, pero equitativo. Había revancha. Pasar por el paredón otorgaba el privilegio de ser el próximo lanzador. De víctima a verdugo. Y así sucesivamente. Era la síntesis de la violencia que casi siempre terminaba a las trompadas rompiendo el equilibrio: ganaban los más avezados en pugilato. Por las buenas o por las malas.

Nos hablaban de la Patria y no entendíamos muy bien cómo definirla. Al fin y al cabo, la patria era eso. Ser argentino era eso. Eran los compañeros, los grupos de tareas, los milicos, la junta, los comunicados, los zurdos, los descamisados, los desaparecidos, los “vuelos de la muerte”, el “Alto ahí”, el paredón, la picana y los fusilamientos.

Más de treinta años después del golpe militar de 1976 duele redescubrir que aquella generación utilizó nuestros mismos conceptos para definir otras actividades que involucraron el marco conceptual de una guerra fratricida. Hoy sé que nos robaron la infancia y el futuro en el extravío sustancial de nuestras ideas. Hoy sé que nada de aquello en lo que estaba convencido fue como creía. O, en todo caso, misteriosamente fue también otras cosas. No concibo el hecho de poder vivir en paz con la plena conciencia de que treinta mil desaparecidos no van a volver a casa. Y esa ausencia enorme, sin mayores explicaciones, es el abismo estructural que nos destaja como Nación. 

No podrá haber una Argentina en armonía hasta que la certeza conquiste a la cobardía de no reconocer que alguna vez en este país existió un Estado homicida. Aquel que, con el pretexto de la “Reorganización Nacional”, degeneró nuestros más puros infantilismos para sustanciar un macabro plan de extermino generacional allá en 1976; cuando nuestros juegos, fueron sus fuegos.

¡Cómo decirle adíos, don Raúl!


Por Víctor Daniel Nazar, abogado penalista

Cuesta mucho entender el sentido de la vida; pero mucho más nos cuesta comprender como destino a la muerte.
 
Con su muerte hoy se marchita don Raúl; un pedazo de vida en cada argentino. Porque él, casi sin quererlo, fue parte nuestras vidas.

Muchos tuvimos la suerte de conocerlo en nuestra juventud, otros lo acompañaron por la vida. Nuestros hijos y nietos, téngalo por seguro, sabrán de usted por nuestra memoria.
 
Memoria en la que siempre retumbará en interminable eco  el Preámbulo de la Constitución Nacional, cuyo significado y filosofía usted pregonó como modo, estilo y objetivo de vida para los argentinos. Así lo entendieron los intelectuales y hasta el más humilde de los compatriotas.
 
Un país todo está de duelo, y ello debe engrandecer su memoria. 
 
Usted, don Raúl, no  fue patrimonio de sector político alguno. Hoy, todo un pueblo, sin banderías políticas (como le gustaba decir), nos encuentra (como siempre quiso), nuevamente unidos pero con profundo dolor. Es que estamos despidiendo a un gran argentino.
 
Su vida será juzgada por la historia en lo polito y en lo personal.

Téngase por seguro que está absuelto como buen cristiano de todo pecado terrenal, y no habrá mármol o bronce alguno que sintetice su grandeza personal.
 
Pocos fueron los hombres que arrancaron lágrimas al pueblo. Usted es uno de esos  privilegiados.
 
Dios quiso llevarlo a su gloria celestial, donde estará junto a don Hipólito Yrigoyen y a don Arturo Illia; privilegio reservado sólo a hombres honestos, probos y de fuerte integridad moral. Quienes, por desgracia, son la excepción de una clase política en extinción.

“Fue un icono de la política”


Por el doctor Francisco Eduardo Viano, médico cardiólogo

Con el fallecimiento del doctor Raúl Alfonsín, nuestro país pierde a un gran demócrata y a un verdadero estadista que terminó erigiéndose en un icono de la política nacional e, inclusive, mundial. Perdemos a un hombre de firmes convicciones y a la vez respetuoso de las ideas de sus opositores y adversarios políticos. Fue un ejemplo de austeridad y sencillez, con trato cordial.

Por todas esas virtudes, don Raúl jerarquizó la investidura presidencial. A mi entender, fue un auténtico docente de civismo. Una figura emblemática de la educación e instrucción cívica, de la que aún tanto nos falta aprender. Terminado su mandato en la Presidencia no incrementó su patrimonio personal; rasgo  que marcará diferencias significativas con quienes lo sucedieron. 

Viven



Por Sebastián Deies

Todo retomó su rumbo fatídico en el mes de abril de 1982. “Si quieren venir, que vengan, les presentaremos batalla”, arengaba la voz aguardentosa del presidente Leopoldo Fortunato Galtieri, ante una multitud, en Plaza de Mayo.

El ideario popular lo recuerda uniformado, de rostro adusto y con un vaso de güisqui (del inglés whisky) en la mano. Aquel abril trató de imitar a Juan Perón desde el balcón de la casa de Gobierno. Sostienen los analistas que el oportunismo político se valió de razones históricas para intentar perpetuar la dictadura militar. Aquella guerra causó la muerte de 1.063 jóvenes: 662 murieron en el archipiélago durante la contienda y 401 murieron en Argentina -según la Federación de Veteranos de Guerra- víctimas de suicidios y enfermedades nacidas de aquella experiencia traumática. 

Cuando empezaron los primeros disparos, la mayoría de los británicos no podía ubicar las islas Malvinas en un mapa. Para nosotros eran y son una convicción nacional. Sin embargo, había varias razones para que los ingleses acepten el desafío. En principio, por orgullo nacional. También era fundamental para la política exterior inglesa que este país no se mostrara débil ante los soviéticos y el resto de los europeos. Finalmente, Margaret Thatcher, la temible “dama de hierro”, necesitaba ganar las elecciones legislativas programadas para principios de 1983.

En nuestro país, un seudo nacionalismo vestido de verde oliva fue la alfombra de intereses mezquinos, bajos y deleznables que tuvieron como víctimas principales a jóvenes que no alcanzaron los 20 años de edad.

Cuesta ver despojos. Según datos obtenidos por el Ministerio del Interior el 43% de los ex combatientes no posee vivienda propia y el 36% sufre alguna dolencia de salud. De ese grupo, el 71% padece hipertensión arterial y casi un 10% sufrió un infarto.

"A la noche dejábamos el cilindro de acero inoxidable en la puerta de la carpa. Muchas veces se metían lauchas de campo, y morían congeladas tratando de salir del balde. La comida consistía de mate cocido por la mañana, sin pan ni azúcar, un guiso líquido al mediodía y a la noche caldo sin nada. Nunca hubo ni pan ni fruta. Conseguíamos el agua llenando las cantimploras de charcos que había en el terreno. No nos quedó otra opción que salir a robar de nuestros propios depósitos. El botín se escondía en cajas vacías de munición, engañando así a los oficiales. Además había grupos de cazadores de ovejas, es decir que se creó un primitivo comercio de trueque. Aún así perdí 17 Kilogramos. Volví a casa pesando sólo 55 kilogramos, hasta el día de hoy sigo sin perdonar a los oficiales argentinos a cargo nuestro”, confiesa uno de los sobrevivientes del infierno que volvió en el 2000 a las islas “para dejar que los fantasmas descansaran en paz”.

Hubo varias guerras de Malvinas, al mismo tiempo y en distintos ámbitos. Una era relatada por radio. Otra, distinta, por TV. Hubo guerra en tinta y papel, protagonista de las portadas de los diarios más importantes del país. Sólo una fue la verdadera. Más de mil jóvenes no regresaron. Sus restos abonan ese helado apéndice celeste y blanco.

Algunos quieren regresar para echar bálsamo a las heridas y otros, lamentablemente, sólo prefieren haber muerto a seguir viviendo con el estigma de la derrota.

“Por supuesto que pensamos que fue por la guerra. No eligió cualquier lugar para matarse: lo hizo en el Monumento a la Bandera, que es todo un símbolo. Estaba esperando una pensión de doscientos cincuenta pesos o trescientos pesos, que recién llegó en diciembre del año siguiente. Pero no es por plata que se mató”, narra descarnadamente la madre del un ex combatiente.

Malvinas es un tajo enorme en el alma de los argentinos. Que no ha de cicatrizar mientras haya una mano en el mundo que se encargue de echar sal sobre las heridas. 

Sin embargo nadie, pero nadie, nadie podrá quitarnos el derecho a sentirlas propias.

A pintarlas de celeste y blanco en lo más profundo del alma. 

A que los niños de millares de escuelas en el país canten su himno en castellano. 

A que sean Malvinas y no Falklands. 

Porque nuestros jóvenes murieron en el sur, allá en 1982, para que la patria siga viviendo. 

Y por eso, están vivos. Para siempre. 

A ellos, este humilde y tal vez impreciso homenaje.

Leamos y recordemos su primer discurso: don Raúl Alfonsín cumplió con su palabra


Se dice que “nadie resiste un archivo”, porque allí saltan sus contradicciones. Es una suerte de latiguillo con el que se pretende poner en apuros a los políticos. Pero, como en toda regla, está la excepción. En la Argentina de los políticos, la excepción fue don Raúl Ricardo Alfonsín.

Fijémonos lo que expresó el 10 de diciembre de 1983, en su primer discurso como Presidente de la Nación ante el pueblo del país y frente a la asamblea legislativa, en el Congreso Nacional. No nos mintió.

Don Raúl, dijo a modo de preámbulo:

“Venimos a exponer a vuestra honorabilidad cuáles son los principales objetivos del gobierno en los diversos terrenos en que debe actuar: la política nacional e internacional, la defensa, la economía, las relaciones laborales, la educación, la salud pública, la justicia, las obras de infraestructura, los servicios públicos y todas las otras cuestiones que reclaman la atención del pueblo, de los gobernantes y de los legisladores.

“Pero queremos decir, también, que entre todas las áreas habrá un enlace profundo y fundamental: que una savia común alimentará la vida de cada uno de los actos del gobierno democrático que hoy se inicia: la rectitud de los procedimientos.

“Hay muchos problemas que no podrán solucionarse de inmediato, pero hoy ha terminado la inmoralidad pública.

“Vamos a hacer un gobierno decente.

“Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad.

“Ese sentimiento ético constituye uno de los más nobles movimientos del alma. Aún el objetivo de construir la unión nacional debe ser cabalmente interpretado a través de la ética.

“Ese sentimiento ético, que acompañó a la lucha de millones de argentinos que combatieron por la libertad y la justicia, quiere decir, también, que el fin jamás justifica los medios.

“Quienes piensan que el fin justifica los medios suponen que un futuro maravilloso borrará las culpas provenientes de las claudicaciones éticas y de los crímenes. La justificación de los medios en función de los fines implica admitir la propia corrupción, pero, sobre todo, implica admitir que se puede dañar a otros seres humanos, que se puede someter al hambre a otros seres humanos, que se puede exterminar a otros seres humanos, con la ilusión de que ese precio terrible permitirá algún día vivir mejor a otras generaciones. Toda esa lógica de los pragmáticos cínicos remite siempre a un porvenir lejano.

“Pero nuestro compromiso está aquí, y es básicamente un compromiso con nuestros contemporáneos, a quienes no tenemos derecho alguno de sacrificar en función de hipotéticos triunfos que se verán en otros siglos.

“Nosotros vamos a trabajar para el futuro. La democracia trabaja para el futuro, pero para un futuro tangible. Si se trabaja para un futuro tangible se establece una correlación positiva entre el fin y los medios. Ni se puede gobernar sin memoria, ni se puede gobernar sin la capacidad de prever, pero prever para un tiempo comprensible y no para un futuro indeterminado. Los totalitarios piensan en términos de milenios y eso les sirve para erradicar las esperanzas de vida libre entre los seres humanos concretos y cercanos. Los problemas que debemos prever son, a lo sumo, los de las siguientes dos generaciones.

“Como dijo Juan XXIII, más allá de eso no hay conclusiones seguras y los datos son demasiado inciertos u oscilantes, lo que puede justificar la investigación, pero no la acción política.

“Si separamos a la política de su arraigo en el tiempo, impedimos que lleguen a la política los ecos del dolor humano. Ni la crueldad actual, ni la inmoralidad actual, ni la claudicación actual, garantizan un futuro feliz.

“La justificación de los medios por el fin constituye la apuesta demencial de muchos déspotas e implica el abandono de la ética política.

“Mediremos, en consecuencia, nuestros actos para no dañar a nuestros contemporáneos en nombre de un futuro lejano. Pero nos empeñaremos, al mismo tiempo, en la lucha por la conquista del futuro previsible, porque negarnos a luchar por mejorar las condiciones en que viven los hombres, y por mejorar a los hombres mismos, en términos previsibles, sería hundirnos en la ciénaga del conformismo. Y toda inacción en política, como dijo el actual pontífice, sólo puede desarrollarse sobre el fondo de un gigantesco remordimiento. La acción, ya sabemos, no llevará a la perfección: La democracia es el único sistema que sabe de sus imperfecciones.

“Pero nosotros daremos de nuevo a la política la dimensión humana que está en las raíces de nuestro pensamiento. 

“Vamos a luchar por un Estado independiente. Hemos dicho que esto significa que el Estado no puede subordinarse a poderes extranjeros, no puede subordinarse a los grupos financieros internacionales, pero que tampoco puede subordinarse a los privilegiados locales. La propiedad privada cumple un papel importante en el desarrollo de los pueblos, pero el Estado no puede ser propiedad privada de los sectores económicamente poderosos.

“Las oligarquías tienden siempre a pensar que los dueños de las empresas o del dinero tienen que ser los dueños del Estado. Ya vimos eso una vez más en los últimos años. Otros, a su vez, piensan que el Estado debe ser el dueño de todas las empresas.

“Nosotros creemos que el Estado debe ser independiente: ni propiedad de los ricos, ni propietario único de los mecanismos de producción.

“La independencia del Estado presupone dos condiciones fundamentales.

“Por un lado, el protagonismo popular.

“¿De dónde sacaría, si no, fuerzas el Estado para mantener su independencia?. La democracia será desde el primer momento, una fuerza movilizadora. La democracia moviliza siempre, mientras que el régimen desmoviliza. El régimen se ocupa de la desmovilización de la juventud. Se ocupa, por ejemplo, de transformar las universidades en enseñaderos. La democracia atiende a la movilización de la juventud en torno de los problemas generales y de sus problemas específicos.

“Por otra parte, requiere la moralidad administrativa, la conducta de los gobernantes. Seremos más que una ideología, una ética. La lucha contra los corruptos, contra la inmoralidad y la decadencia es el reaseguro del protagonismo popular. Las dos cosas, en realidad, van juntas: no se puede luchar contra la corrupción, que está en las entrañas del régimen, sino a través del protagonismo popular, pero no se puede preservar el protagonismo popular sin sostener una política de principios, una ética que asegure su perduración. 

“¿De qué serviría el protagonismo popular, de qué serviría el sufragio, si luego los gobernantes, elegidos a través del voto, se dejaran corromper por los poderosos?.
El sufragio tiene diversos sentidos simultáneos. Por una parte, el voto implica la posibilidad de que gobierne el pueblo y de que el Estado sea independiente. Por otra parte, expresa la existencia de una regla para obtener legitimidad, ya que el pueblo no puede expresarse por sí mismo y el llamado espontaneismo nunca existe en la realidad. A través del sufragio, el pueblo tiene la forma de elegir a sus gobernantes y a sus representantes.

“No puede elegirnos a través del motín. La violencia está inhabilitada para ser la forma permanente de manifestación del cambio.

“Venimos de un movimiento que no luchó en 1890 para ser gobierno, porque eso hubiera implicado establecer el principio de que el poder, como decían los guerrilleristas de hace diez o doce años, estaba en la boca de los fusiles. Al gobierno no se lo podía elegir a través de un levantamiento, por popular que fuese. Se luchó para que hubiese elecciones libres.

“La creencia en los métodos violentos para tomar el poder y ejercerlo implica que son razonables los puntos de vista de quienes manejan mejor las armas, o de quienes están más armados. Ese concepto fue objetado ya desde 1890, y fue objetado en medio de una revolución. La violencia era el régimen, y esa violencia del régimen no debía ser reemplazada por otra de distinto signo, sino por el sufragio.

“Históricamente nos opusimos a que una pequeña minoría de la población considerada a sí misma como población combatiente, eligiera al gobierno en reemplazo del pueblo. Por eso luchamos para defender el derecho a elegir el gobierno, pero sólo para defender el derecho del pueblo a elegirlo. Esa distinción rechaza desde siempre a la filosofía de la subversión. Pero debe tenerse en cuenta que la Constitución y las leyes son subvertidas, también, por minorías armadas, que reemplazan la ley por las balas, tanto a través del guerrillerismo, como a través del golpismo. Por eso, señalamos categóricamente que combatimos el método violento de las élites, derechistas o izquierdistas.

“En un contexto internacional cada vez más interdependiente, el sufragio garantiza la inserción de la Argentina en el mundo como nación independiente, mientras que la violencia de uno u otro signo impide la inserción del país en el mundo o lo convierte en teatro de operaciones donde los actores pierden su propia iniciativa y el Estado en consecuencia, pierde su independencia, arriesgando que el gobierno emergente de esa lucha no sería ya decidido por la población sino por el acuerdo o desacuerdo en la mesa de negociaciones de las superpotencias.

“Además, la fuerza pura carece de capacidad para engendrar legitimidad, y por eso las dictaduras de derecha, aunque apoyadas por algunos capitales monopólicos, terminan aisladas también del mundo y se condenan inevitablemente al fracaso.

“El método violento de las élites de derecha o de izquierda se justifica a sí mismo con el triunfo definitivo y final, absoluto, de una ideología sobre otra y de una clase sobre otra.

“La democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y actores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de la vida. Es pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a cada uno de los factores y hace posible así la renovación de los partidos y la transformación progresiva de la sociedad.

“El voto es la vía elegida en contra de la posesión monopólica del Estado y del país por parte de los poderes económicos o financieros y también en contra de la posesión monopólica del Estado y del país por un grupo armado, cualquiera sea la excusa con que se apodere de los resortes básicos de una comunidad.

“El sufragio, por definición, constituye un limite para los sectores privilegiados y, como instrumento de las mayorías, tiende a lograr una mayor justicia distributiva.

“El sufragio hace posible la resolución pacífica de las controversias en la sociedad y, al proveer de la única legitimidad pensable al Estado, favorece la continuidad de las instituciones republicanas y de las doctrinas en que ellas se asientan.

“La Argentina pudo comprobar hasta qué punto el quebrantamiento de los derechos del pueblo a elegir sus gobernantes implicó siempre entrega de porciones de soberanía al extranjero, desocupación, miseria, inmoralidad, decadencia, improvisación, falta de libertades públicas, violencia y desorden.

“Mucha gente no sabe qué significa vivir bajo el imperio de la Constitución y la ley, pero ya todos saben qué significa vivir fuera del marco de la Constitución y la ley”.