sábado, 26 de octubre de 2013

Hay esperanzas de que la Corte admita la voluntad popular del santiagueño

Por Juan Elías Robles, médico y dirigente peronista bandeño.
Es una corazonada, no un alegato jurídico-constitucional. Como médico, tengo un algo respeto por otras profesionales, pero algo me dice que después de este domingo 27 algo bueno va a llegar para devolver la alegría a la inmensa mayoría de los santiagueños que han quedado en la desesperanza cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación suspendió las elecciones a gobernador y vice de nuestra provincia, impidiendo que se vote y se elija por tercera vez consecutiva a Gerardo Zamora como primer mandatario.
Y debe cambiar en la mente y en el espíritu de los altísimos dignatarios de la Corte, porque el domingo se va a expresar el pueblo y, como nadie duda, va a reiterarse un apoyo abrumador al Frente Cívico y Social por Santiago, que conduce Zamora.
No valen papeles  ni leyes cuando aparece el voto popular, que es con el que la inmensa mayoría santiagueña ejercerá su derecho a elegir a las personas que los representarán. Y, anticipadamente, todos los analistas y observadores serios saben que la voluntad popular estará apoyando a Zamora, por lo que a partir del lunes 28, quiérase o no, los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación estarán obligados a tomar nota del resultado. Difícilmente, resuelvan la cuestión de fondo sin echar una mirada y evaluar el voto de la mayoría de los santiagueños que, pese a que las boletas de las categorías gobernador y vice no se contabilizarán, van a aparecer en las urnas papeletas con la fórmula Zamora-Niccolai en una proporción superior al 90 por ciento.
Ese noventa por ciento no será, entonces, un dato menor, sino un verdadero plebiscito o referendo sobre lo que verdadera y genuinamente quiere el pueblo de Santiago del Estero.
Se debe tener calma y muchas esperanzas. A partir del lunes, la Corte Suprema de Justicia estará ante los guarismo de una auténtica consulta popular, y no deberá soslayar el voto libre y voluntario de la gente ni menos aún la práctica de la original democracia griega.

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