Los asesores del gobernador Gerardo Zamora creyeron que dando tanta manija (a través de la justicia adicta) y tremenda difusión (en los medios tradicionales) a las corruptelas del ex intendente Julio Alegre iban a salvar la ropa. La jugada tuvo un efecto contrario porque todos los santiagueños saben y conocen -muchos con datos fehacientes- que el gobierno zamorista en pleno auspició, fomentó y se calló de las irregularidades. Claro que también los santiagueños están debidamente anoticiados de cómo el Poder Ejecutivo procede hoy frente a numerosos actos de corrupción de funcionarios de las distintas áreas que comparten todos los días la gestión y la militancia política del radicalismo-kirchnerismo.
Todo cuando decimos fue confirmado un mes cuando una consultora de una provincia vecina realizó una encuesta entre los ciudadanos capitalinos, a quienes se les preguntó cuánto cerca lo ven a Zamora del comportamiento de Alegre. El 54,5% de los habitantes de la Capital lo ven cerca. Un dato certero que demuestra que a nadie pueden hacer creer que no ampararon, en su momento, al hoy demonizado ex intendente.
Pero la relación del gobernador con Néstor y Cristina Kirchner tampoco es bien vista por los santiagueños, aunque muchos, por ahora, sobre todo diputados, intendentes, concejales y comisionados municipales todavía disimulan y le hacen creer, a Zamora, que lo van a acompañar hasta el final del kirchnerismo.
Lo cierto es que estos dos enormes errores político-institucionales han hecho posible una catastrófica caída de la imagen del mandatario santiagueño. El diario Clarín de la Capital acaba de publicar una encuesta de Datamática y una nota del periodista Santiago Fioriti, donde se destaca que Zamora perdió el 39,7% de popularidad en su provincia.
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