miércoles, 4 de julio de 2012

“El Negro” Fuhr, usurero que prestaba plata hasta de los funcionarios zamoristas

Duro golpe dio un prestamista a funcionarios de Zamora que le entregaron “guita” mal habida dinero para “préstamos marginales” y mesas de dinero.
Lo andan buscando al contador santiagueño, popularmente, conocido como “El Negro” Fuhr. No la policía. No la justicia. Sino los desesperados que le cedieron grandes sumas de dineros para que Fuhr las hiciera “trabajar” y les “sacara réditos”, en su condición de destacadísimo prestamista del medio.
Vivísimo y rapidísimo, Fuhr se ganó “prestigio” en poco tiempo y logró liderar el mercado por su seriedad y puntualidad a la hora de rendir a sus clientes en su mayoría amigotes suyos.
En este “nuevo Santiago de Gerardo Zamora”, son pocos los ricos. Son un puñado que hace 8 años no tenían para el pan ni menos el café y que ahora pasean sus riquezas, obscenamente, con grandes inversiones en edificios, casas de fin de semana, confiterías, salones de fiestas, pisos en Córdoba, Buenos Aires, Punta del Este y hasta en París, empresas de construcción (hicieron cursos de “empresarios” en dos horas), con mujeres ricas e hijos riquísimos, y con autos que no se ven no en La Recoleta ni en Marbella ni el Principado de Mónaco.
De ese puñado de “ricos desde la función pública” salieron los grandes tocos de dineros mal habidos que entregaban el contador “Negro” Fuhr para que realizara sus operaciones de prestamista o sus maniobras en las “mesas de dinero”.
Esa guita de los “nuevos ricos” y de los funcionarios del zamorismo, Fuhr la prestaba al 7,8,9 y hasta el 10 por ciento mensual, y les rendía a los “dueños de la plata”, el 3 por ciento. Ese era el arreglo entre un prestamista marginal y altos miembros del gobierno provincial con una codicia enfermiza.
¡Parece mentira! En toda maniobra por izquierda aparecen funcionarios de Zamora. Aparecen “pegados” y con los “dedos marcados” en cualquier expediente que se mire en todas las oficinas. Por ello, en los tres poderes públicos se descubre una corruptela. (“Éstos, no admiten una auditoría visual”, sigue repitiendo un enjundioso y prestigioso abogado del medio, que, evidentemente, tiene mucha razón”).
Lo cierto es que de la mano de estos improvisados que ocupan cargos en la función pública y que cada instante demuestran que nunca estuvieron preparados ni para tener poder ni para tener dinero, en Santiago se registra un raro fenómeno: la transgresión (de bandidos, por supuesto).
Existiendo bancos serios y con planes accesibles para quien acude a un plazo fijo o a un ahorro, estos personajes, que deberían dar el ejemplo, acuden a la marginalidad financiera de un prestamista.
Así cayó un colaborador muy cercano de Zamora a quien el contador “Negro” Fhur le birló 10 millones de pesos. Y, ahora, como es entendible, es el funcionario que más busca con desesperación al prestamista, sin acordarse del refranero popular por aquello de que “el que roba a un…”, y etcétera.
De todos modos, Fhur y mandó a decir a todos los que le dieron dineros para “prestar”, que no les puede devolver porque le salió mal un negocio al “colocar toda la plata” a un productor del sur santiagueño, de apellido Fiori.

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