domingo, 19 de noviembre de 2017

Obispo Ojea: “El país sufre una deuda social enorme”


Por Mariano De Vedia, en La Nación de Buenos Aires.

Visibilizar el problema de la pobreza y mirar con otros ojos la realidad de los pobres, no sólo desde las estadísticas, es uno de los objetivos del obispo de San Isidro y flamante presidente del Episcopado, Oscar Ojea. “Muchas veces vemos los problemas a través de estadísticas y de números, no a través de las realidades concretas de las personas. En general, miramos a los pobres siempre de lejos”, advirtió el obispo, en una entrevista con La Nación, en la que ratificó que el país sufre “una deuda social enorme” y que los esfuerzos por reducir la pobreza son insuficientes. Llamó, así, a profundizar el camino del diálogo y favorecer las condiciones para crear empleo.
Respecto de la postergada visita de Francisco a la Argentina, confió que hay que saber esperar. Dijo que su agenda “es intensa y está sumamente recargada” y que “él sabe que todos deseamos que venga; pero él determinará el tiempo y la oportunidad de concretar la visita. No podemos hacer nosotros su agenda”.
Ojea compartió este domingo 19, a las 20.30, una comida al aire libre con gente de la calle, al finalizar una misa en la parroquia Nuestra Señora de Aránzazu, de San Fernando, como parte de la Jornada Mundial de los Pobres, que el papa Francisco pidió celebrar en todo el mundo.
-¿Qué sentido tiene la Jornada Mundial de los Pobres?
-El Papa quiere instalar un día para que la gente tome conciencia de esta realidad, que tiene dos dimensiones: la pobreza como carencia y como don. La pobreza como carencia es la que hay que combatir, tiene que ver con la exclusión social, los problemas de la educación, el hacinamiento familiar, la marginalidad, la explotación, la falta de trabajo, todo un mundo que tendemos a invisibilizar, porque incomodan e interpelan. Pero, además, el Papa nos llama también a aprender de los pobres, porque culturalmente la clase media ha perdido una cantidad de valores que ellos conservan, como la hospitalidad y la solidaridad.
-¿Concretamente qué se busca?
-Es un llamado a combatir la pobreza, mirarla más de frente y poder aprender a convivir con lo diverso. A nosotros nos cuesta muchísimo sentarnos a una mesa con quienes no tenemos afinidad. Tal vez por miedo y desconfianza, armamos murallas, defensas para quedarnos tranquilos con aquello con que nos entendemos bien.
-¿La Iglesia argentina necesita acompañar con gestos las prioridades de Francisco?
-Exactamente. Francisco coloca la Jornada Mundial de los Pobres una semana antes de la fiesta de Cristo Rey para resaltar que nuestro rey es pobre, nace pobre, vive pobre, muere pobre, en la cruz, y desde allí reina. No hay salida si nosotros no descubrimos todo lo que nos tienen que decir los pobres.
El presidente del Episcopado llamó a atender a los excluidos y mirar a la pobreza más de frente.
-¿Por qué no se detiene la pobreza en la Argentina?
-El problema de la pobreza es un tema mundial, no sólo de la Argentina. El profundo individualismo nos impide abrirnos, conocer las realidades y solucionarlas. Muchas veces vemos los problemas a través de estadísticas y de números, no a través de las realidades concretas de las personas. Nos falta una comunicación más profunda. La Iglesia tiene el privilegio de estar junto a los pobres, a través de las comunidades y de los sacerdotes que trabajan en los barrios vulnerables. En general, la sociedad mira a los pobres siempre de lejos.
-¿Son insuficientes los esfuerzos de los gobiernos para reducir la pobreza?
-Son insuficientes, la deuda social es enorme. No dudamos de que hay muchísimos argentinos con buena voluntad que desean verdaderamente erradicar la pobreza. Tenemos que encolumnarnos en un nuevo modo de mirar esta realidad y entender las necesidades concretas de la gente. Muchas veces pensamos que los demás se tienen que adaptar a nuestro modo de ser y de pensar. Y esto es un poco peligroso. Tenemos que aprender a preguntar cuál es tu necesidad, qué es lo que querés, no suponer que yo tengo la solución de tu necesidad. Es un error suponer que, como yo tengo la ciencia y la técnica, estoy habilitado a decirte qué es lo que te hace falta. Y solamente una persona sabe lo que le hace falta.
-¿Las reformas que impulsa el Gobierno tienden a avanzar en los cambios que se necesitan?
-En la medida en que surjan de un diálogo auténtico, de un entendimiento entre los distintos sectores, pueden ayudar.
-¿Hay capacidad en la Argentina para crear empleo?
-Sí, hay capacidad desde la creatividad de las personas, de los empresarios, de la clase trabajadora. Y hay capacidad objetiva en el país para ponerse de pie y alcanzar una política que, a través de una justa distribución, pueda comenzar a paliar el tema de la pobreza.
-¿Hay responsabilidades de las organizaciones sociales y sindicales?
-Cada uno tiene que aportar aquello que le es propio. En un diálogo es necesario consensuar y respetar el aporte de cada uno.
-¿Percibe voluntad para llegar a acuerdos sólidos?
-Hay una voluntad general. Tenemos que detenernos en situaciones particulares para ver a dónde están los disensos y escuchar bien de dónde viene la dificultad.
-¿Existe un vínculo entre la corrupción y la pobreza?
-Cuando no se encara el poder como un servicio, caemos en situaciones que favorecen la corrupción. La Iglesia tiene un compromiso firme en el combate contra la corrupción y el Papa ha distinguido perfectamente entre lo que es un pecador y lo que es un corrupto.
-¿Se puede esperar una visita de Francisco a la Argentina?
-La agenda del Papa es intensa y está sumamente recargada, ya que él es el pastor de la Iglesia universal y su misión es universal. Él sabe que todos deseamos que venga. Sin embargo, él determinará el tiempo y la oportunidad de concretar la visita. No podemos hacer nosotros su agenda. Nuestra preocupación no debe estar centrada tanto en la visita, sino en el modo de llevar adelante su magisterio y ponerlo en práctica.

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