jueves, 27 de agosto de 2009

No hay pobreza, hay pobres, personas


El arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, se refirió a la reciente discusión sobre la pobreza, y estimó que la controversia pudo ser buena si “sirvió para plantear la exigencia moral y política de una situación que debemos asumir”.

“No se trata sólo de números de una estadística sino de personas, no hay pobreza hay pobres. También debemos lamentar la falta de índices objetivos que nos impiden un diálogo serio sobre esta realidad. Esto es, lamentablemente, un signo de pobreza institucional en nuestro país”, aseguró.

El prelado sostuvo que “lo que no podemos negar, porque sería un acto necio e irresponsable, es que el drama de la pobreza que venía decreciendo, es cierto, ha crecido últimamente. Este hecho que surge de las estadísticas, me lo dice también la gente de Cáritas que tiene un contacto personal y permanente con esta realidad”.

“La pobreza no puede quedar librada a actos de caridad o generosidad individual o de instituciones de bien, sino que se trata de un tema que hace a la justicia social y, por ello, pertenece a la sociedad políticamente organizada. La caridad no puede ocupar el lugar de la justicia, sino que la presupone y perfecciona. La pobreza, por otra parte, engendra más pobreza y esto lleva a la marginalidad. Es decir, la falta de medios en la que viven muchas personas a causa de la pobreza las aísla y les impide participar de los bienes de la educación, la salud y el trabajo, disminuyendo sus condiciones psicosociales”, advirtió.

Aunque estimó que pueda parecer exagerado, afirmó que “la mayoría de los argentinos no logró superar las condiciones de vida de sus padres”, tomando en cuenta un juicio que hace el Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina.

“Existe también -aseguró- una conexión perversa entre la pobreza y la falta de libertad, que hace del pobre alguien sin mayores posibilidades y muchas veces utilizado. Como vemos la pobreza deja de ser un hecho económico para ser principalmente un tema moral y político. Por ello escuchar hablar del escándalo de la pobreza es un juicio que nos duele pero nos hace bien, si sabemos reaccionar con un compromiso moral y de altura política”.

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