viernes, 22 de julio de 2011

El ejemplo solidario de la Fundación Gottau

Por Lis Anselmi, de San Pablo Revista On Line.
Jorge Omar Almirón, representante de la Fundación Gottau en la Capital Federal.
Jorge Omar Almirón es director de la Fundación Gottau desde hace seis años. La Fundación tiene como misión participar, por medio del compromiso solidario, en la evangelización y promoción de las personas de la diócesis de Añatuya, en Santiago del Estero.
-¿Cómo te incorporaste a la Fundación Gottau?
-Cuando monseñor Jorge Gottau llegó a Añatuya, en el año 61, se encontró con siete capillas y siete curas. Tras su muerte, dejó esta obra inmensa, una diócesis con más de 300 obras entre capillas, parroquias, hogares de niños, residencias para los chicos del monte, de todo un poco, y, a diferencia de otras, esta diócesis es dueña de todos los edificios y obras que hay en ella.
A Gottau lo sucedió monseñor Antonio Baseotto unos años, y después la sede quedó vacante hasta que asumió monseñor Adolfo Uriona. Él es el superior de la Obra Don Orione. Hasta entonces, había estado en el seminario y en obras muy espirituales y poco económicas. Cuando lo nombraron obispo y lo designaron a Añatuya, se encontró con una diócesis muy pobre. Como se le ocurrió reflotar la Fundación Gottau, que ya existía, pero no estaba funcionando, me llamó para que lo ayudara.
-¿Cuándo se creó la Fundación?
-Hace 16 años, en el 96, y el relanzamiento fue en el 2004.
-¿Qué es la Fundación?
-Es como la embajada de la diócesis en Buenos Aires. El Obispo tuvo la idea de que, para que las obras en Añatuya siguieran progresando y creciendo, hacía falta una pata en Buenos Aires. El presidente de la Fundación es el obispo, quien nombró un equipo ejecutivo, y así gerenciamos esta fundación que tiene como objetivo ayudar a las personas del Chaco santiagueño en la evangelización y la promoción humana. Asimismo, nuestra misión es formar un movimiento de espiritualidad, que muchas personas quieran contribuir con esta causa y seguir los pasos de M. Gottau.
-¿Es una diócesis muy grande?
-Sí, es la mitad de la provincia, y mucha gente ayuda a Añatuya, pero Añatuya ayuda también a mucha gente, porque ayudar a los más necesitados nos hace bien a todos. En estos seis años, hemos armado una red de unos cuatro mil donantes.
-¿Todo lo recaudado se aplica a las obras?
-Sí, especialmente a las residencias de los chicos del monte, estos chicos realizan la primaria en el monte, como pueden, en escuelas donde, en un aula, cursan varios grados. En el monte, no hay secundarias, por eso, en los centros, que son pequeños pueblitos, tenemos las residencias para que puedan vivir allí y hacer el secundario. Muchos religiosos y religiosas residen el monte, las casas están a muchas leguas una de otra, por lo tanto, precisan nuestro apoyo. También hay casas para huérfanos, para ancianos, para discapacitados.
Jorge Gottau, el gran pastor de caminó cada paraje del Centro y Norte de la provincia, y logró la gran promoción humana de los desposeídos.
-¿Con tantas obras en Añatuya, se notan los cambios?
-Era un lugar muy pobre en todo sentido, sin industrias ni empresas. Para que algunos chicos asistieran a la escuela, a monseñor Gottau los padres casi lo extorsionaban, le decían que les comprara zapatillas o cualquier otra cosa, si quería que los chicos fueran a la escuela. En Añatuya, hay algunos profesorados, pero muchos de los que se reciben de profesores emigran. Otros eligen quedarse, por ejemplo, cuando llegó Gottau, no había sacerdotes, y él empezó a traerlos de otras partes del mundo, de Alemania, Italia, España, de la India; ahora ya hay sacerdotes nativos. También contamos con agentes pastorales laicos comprometidos que asumen varias obras. Estos son algunos de los progresos de esta provincia tan castigada por la naturaleza y los malos gobiernos que ha tenido.
-¿Cómo se puede colaborar con la Fundación?
-Estamos en Palermo y también tenemos una página web y una revista. Lo mejor es entrar en la página y allí dejar los datos para que nos pongamos en contacto. Se pueden asociar con una cuota mensual, lo cual, para nosotros, es muy bueno porque nos permite organizar el presupuesto para tantas obras. Nuestra aspiración es alcanzar los diez mil donantes, que, a la vez, son personas que se adhieren a este movimiento espiritual que se está armando. Los que no se manejan con Internet pueden llamar por teléfono.
-¿Cómo es este movimiento espiritual del que hablás?
-Nosotros pensamos que la donación material de la gente es la expresión de algo más profundo, es la expresión material de un sentimiento espiritual. Una vez, me pasó que debía ir a cobrar la cuota a la casa a una señora mayor que no podía salir, y yo no pude ir. Ella se enojó, me dijo que yo no le iba a impedir que ayudara a la gente de Añatuya. Era su derecho ayudar y tenía razón, cuando una persona dona, no lo hace a la fundación, sino a la persona necesitada que está allá en Añatuya, la fundación es un canal. Además, nuestros donantes tienen un perfil católico, son gente de fe, así que la donación es también a Dios, están honrando a Dios en el pobre.

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