viernes, 6 de marzo de 2009

Diócesis de Añatuya, preocupada por la crisis de la familia


“Acompañemos a nuestras familias hacia el pleno encuentro con Jesucristo” es el lema que guiará todas las actividades pastorales de este año en la diócesis de Añatuya, según indicó el obispo, monseñor Adolfo Uriona.

En la carta, el prelado afirmó que “esta realidad básica de la sociedad, fundada en la naturaleza creada por Dios, está siendo fuertemente atacada desde distintos frentes sufriendo, en esta cultura imperante, una crisis muy grande” y agregó que la diócesis “no es ajena a este flagelo”.

En primer lugar, basándose en el documento del Episcopado Argentino “Navega mar adentro”, sostuvo que el acompañamiento puede hacerse en “buscando llegar a los bautizados que no practican”, “valorizando y reforzando la ‘piedad popular’” y “conduciendo a los cristianos hacia una vida cristiana plena”.

Para ello “poseemos los poderosos medios de la Gracia de siempre” (los sacramentos de la iniciación; la oración, la Eucaristía y la Palabra de Dios, y la renovación de la catequesis), “sin embargo -aclara- los mismos han de ser adaptados a los nuevos desafíos que nos imponen las actuales circunstancias históricas de manera que respondan a las necesidades del hombre de hoy.

“No podemos contentarnos con esperar a los que vienen: Dios tomó la iniciativa de nuestra salvación, amándonos primero. Por tanto, imitando al Buen Pastor que fue a buscar a la oveja perdida, una comunidad evangelizadora se siente movida continuamente a expandir su presencia misionera en todo el territorio confiado a su cuidado pastoral y también en la misión orientada hacia otros pueblos”, continuó la carta.

Asimismo, el pastor de la diócesis santiagueña destacó que “es todo el aspecto misionero el que se juega aquí y que venimos desde hace tiempo insistiendo: ¡Tenemos que salir más! Llevamos un mensaje lleno de riqueza. No lo podemos guardar para nosotros sino que lo debemos contagiar con todas nuestras fuerzas”.

Exhortó además a ser “creativos a la hora de pensar y ejecutar la manera de llegar a las familias mediante nuestras instituciones: parroquias, capillas, colegios, hogares, medios de comunicación, etc., con el ‘feliz anuncio’ de que Jesús está vivo, que nos ama y que quiere que nos adhiramos a Él con todo nuestro ser. Podemos encontrarnos con Él porque Él nos busca primero”.

Por último, encomendó esforzarse “por hacer un trabajo ‘capilar’ que pueda llegar a la mayor parte de nuestros bautizados, aprovechando por ejemplo: la catequesis para concientizar acerca del sacramento del matrimonio; la celebración del día de la familia; el contacto más asiduo con los padres de los niños de la catequesis y las familias de los alumnos de nuestros colegios; promoviendo las ‘misioneras de manzana’ que visiten las casas y compartan la palabra de Dios y/o recen el rosario con la gente; formando grupos de oración en las casas; para ello se puede elaborar un devocionario sencillo apto para todos; y motivando a que cada familia tenga su ‘altar doméstico’, entre otras iniciativas.

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