lunes, 27 de abril de 2009

El país, la economía y el incendio de los bolsillos


Por Luis Pico Estrada, desde la Capital Federal
 
La renovada  gerencia de Economía y Finanzas de Ecolatina, ahora está en manos jóvenes y rigurosas, define el horizonte económico en la Argentina próxima. Tras las burbujas caprichosas de la política está el incendio de los bolsillos, la  inseguridad, el desempleo. Eso es lo que importa a la hora de votar.

La recesión se ha esparcido desde las potencias mundiales hacia los países emergentes por el brusco deterioro del comercio internacional y los problemas de financiamiento.

Desde fines de 2008, las exportaciones caen con fuerza en la mayoría de las economías resultando en un magro crecimiento de las ventas externas a nivel global de solo 2% en el año, la peor performance desde 2001.

Si bien la caída del comercio mundial responde principalmente a una menor demanda de las economías desarrolladas y la escasez de financiamiento, hay otros dos factores que profundizan el deterioro: el incipiente proteccionismo y el encadenamiento productivo mundial.

En la Argentina, a los impactos de la crisis global se suman condicionantes propios que debilitan aun más el intercambio comercial: perdido de mercados (por el cierre de exportaciones de productos agropecuarios), caídas de las ventas de manufacturas industriales (por la apreciación acelerada del tipo de cambio real), sequía y secuelas del conflicto del campo. 

En el primer bimestre de 2009 las ventas externas se desplomaron: cayeron 30% i.a. (merma de US$ 3.355 millones) con un descenso conjunto de precios (-19% i.a.) y cantidades (-14%) algo que como no se registraba desde 2002.

Las importaciones caen desde noviembre del año pasado tras un período de crecimiento ininterrumpido iniciado en enero de 2003. Más aún, en 2009 las compras externas acumulan una contracción del 38% i.a. en el primer bimestre (US$ 3.264 millones), superando incluso la caída de las exportaciones.
 
El derrumbe de las importaciones se explica por dos factores internos distintos: el parate de la actividad económica local –freno en el consumo, la producción y la inversión- y las medidas comerciales adoptadas –en pos de resguardar divisas y conservar el superávit comercial-.

Parte de estas prácticas contribuyen a proteger a la industria nacional pero otras, (licencias, trabas discrecionales, precios mínimos) han sido objetadas en el seno del MERCOSUR y pueden incluso terminar perjudicando la producción local.

Por otro lado, la expansión de los encadenamientos productivos a nivel global explican la rapidez y uniformidad de la caída del comercio alrededor del mundo. Este esquema de producción, que se ha profundizado con la globalización, consiste en que cada país se especializa en una fase del proceso productivo. 

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