viernes, 12 de junio de 2009

Entonces, de debatir ni hablemos



Por ingeniero industrial Carlos David

Nuestro país parece que no tiene problemas. Los representantes de los partidos políticos (opositores y oficialistas) solo discuten ante las cámaras de televisión si se toca o no la marcha peronista, si quién es el dueño de los escudos, emblemas y demás signos de tal o cual movimiento, alianza, concertación o como se llame la esporádica sociedad electoralista, valida únicamente hasta el 28 de junio del 2009. Aparentemente, para ellos, estamos viviendo en Disneylandia y, por tanto, no hay asuntos más importantes al que dedicar tiempo y esfuerzo. Entonces, cómo no gritarles ¡basta ya de tanta estupidez!

Por favor, rogamos los ciudadanos, que los lideres de los partidos o alianzas, incluido el oficialismo, nos dejen de tomar por tontos y nos traten con más de respeto. Cómo no te va ha dar bronca cuando escuchas que se retan a un debate para tratar el desempleo, el hambre, la salud, la seguridad, etc. y que siempre el temario se frustra so pretexto de que no lograron un acuerdo en quién hablará primero o al último, quién y cómo se controlará el tiempo en el uso de la palabra, etc. Todas estas banalidades a las que nuestros políticos han dedicado energía y esfuerzo nos la presentan como si fueran una hazaña; algo así como escalar el Everest.

En una sociedad democrática, lo normal es que haya debates y que se celebren sin trampa ni cartón. En nuestro país, lamentablemente, cada vez que hay elecciones se organiza un lío a cuenta de si hay debates entre los candidatos y cómo tienen que ser, y si por casualidad se lo consigue, al final del mismo quedamos con la sensación de que la política es algo que ocurre entre políticos y periodistas, retroalimentados en sus declaraciones y en las contestaciones a sus declaraciones. Y si bien no sería acertado ni justo decir que todos los políticos son iguales, hay mucha gente que los observa, los escucha a diario y se preguntan: ¿si no fueran políticos, para qué servirían?".

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