lunes, 8 de junio de 2009

Moral, volvé, te queremos



Por el ingeniero industrial Carlos David

Lisandro de la Torre decía que “molesta más la impunidad que la corrupción”, calidad intrínseca que posee el hombre por realizar actos reñidos con la ética, la ley y la moral, agravados por la justificación de la putrefacción ajena para argumentar la propia.

Carecemos de un orden justo y sin oprimidos para que nuestra libertad pueda ser vivida en sociedad. Hoy, sólo existe una tiranía encubierta en los gobernantes, sumisión en los funcionarios, co-gobierno de poderes, desconcierto y fastidio en la ciudadanía, y falta de justicia por no encontrar la verdad común. Todo esto puesto de manifiesto en las listas testimoniales, pergeñadas en los vacíos legales para así imponer el absurdo y la farsa, en la creencia de que todo lo que no está reglamentado está permitido.

Desde el punto de vista legal no hay nada que prohíba las listas testimoniales”, pero considero que es un total manoseo a la voluntad popular y a las instituciones republicanas. Cuidado, en las listas testimoniales están presentes Dios y el diablo; y, hoy por hoy, los políticos recurren al segundo, que siempre está dispuesto a comprar almas en remate.

No me queda la menor duda de que es una burla obligar a la ciudadanía a votar por alguien que luego, eventualmente, decidirá si asume la nueva función o permanece en su cargo. Estoy plenamente convencido que cuando una persona ha contraído un deber para con su patria, y engaña o miente, está cometiendo una falta sumamente seria y muy preocupante. Si se tuviera conciencia, no debería haber ningún motivo para engañar. Al contrario, debe haber transparencia, eficacia y eficiencia en toda su labor, para mantener la confianza y el respeto de lo demás, pero, lamentablemente, esto es quizás de lo que más carecen la mayoría de nuestros políticos porque han demostrado a través de los años que aspiran llegar a la administración pública para ultrajar y enriquecerse ilícitamente, a costa del sacrificio de un pueblo hambriento y desesperanzado.

Mientras todo esto ocurre, un inocente pueblo, con el corazón afligido, marginado en la miseria, observa cómo el alma indolente de un político se aprovecha de su ignorancia y de su nobleza…Volvé moral, te queremos, te necesitamos, pues nuestra sociedad está perdiendo la credibilidad en quienes se promueven cada año electoral para ocupar un cargo público. Sin duda, cada día les será más difícil convencer a un pueblo que tiene tantas huellas y tanto sufrimiento vividos a lo largo de nuestra historia. Volvé moral, te necesitamos, te queremos pues parece ser que el político y vos no coinciden en sus caracteres y vos sos compatible con todos. Por favor, ingresá al equipo.

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