miércoles, 16 de septiembre de 2009

Asonada contra los medios, nota del diario Clarín


Por Marta Velarde, diputada nacional por Santiago del Estero.

A semanas de la derrota electoral del oficialismo, que en algunos distritos fue catastrófica, el gobierno acentúa una línea peligrosa que busca incentivar los conflictos viejos y nuevos de la sociedad, con una visión sesgada de los mismos y sin tener propuestas concretas para solucionar los problemas que demanda la sociedad.

Este gobierno está muy lejos de ocuparse de la recesión, la inflación, la desocupación, la pobreza. Prefiere más bien avanzar en su "cruzada" contra toda aquello que pudiera oponérsele.

Así, y en el marco de una verdadera asonada contra los medios, el oficialismo impone en la Cámara de Diputados el debate de la nueva ley de radiodifusión.

Presentó como un acto épico, la madre de las batallas, a lo que debería ser la norma para adecuarse a los cambios tecnológicos de la era de las comunicaciones, pero de ninguna manera la moneda de cambio para apropiarse de los medios en la Argentina.

Con discrecionalidad manifiesta, el proyecto crea una autoridad de aplicación que depende de la Secretaría de Medios de la Nación, que es la que fija pauta publicitaria y discurso oficial.

Y ahí está el problema, porque aunque se modificara la conformación haciéndola más federal como se dice, será sólo maquillaje para justificar algunos votos.

Mientras la autoridad de aplicación que es la encargada de otorgar y renovar las licencias a los medios se encuentre en la órbita gubernamental, será un instrumento de presión para el libre ejercicio de la libertad de prensa.

Para lograr el desarrollo nacional se requiere institucionalidad, respeto a la ley, seguridad jurídica, reglas de juego claras, transparentes y permanentes, pero sobre todo paz social, reconciliación, unidad de la Nación en el disenso democrático y una mirada amplia hacia el porvenir.

Nada se construye cuando a una sociedad se la pretende enfrentar entre sectores sociales o políticos, entre presuntos buenos y presuntos malos. Sólo los demagogos incitan a los enfrentamientos, los resentimientos y el odio.

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