martes, 6 de octubre de 2009

Un proyecto de ley faccioso o mafioso?


Por el ingeniero industrial Carlos David

La guerra entre los medios de comunicación y el gobierno se va recalentando a medida que se acerca la hora de definición en el Congreso. El proyecto del Ejecutivo tiene munición pesada dirigida expresamente a Clarín, y en menor grado a Multimedios Uno, Telefónica, Telecom, y Prisa, entre otros. También son golpeados por las esquirlas los sistemas independientes de TV por cable, amenazados por un potencial permiso para que los monopolios de servicios públicos regionales capten a sus clientes. Le siguen los canales abiertos del interior del país, reconvertidos. Y en otra escala, las principales radios de cobertura nacional.

Desde hace varios años la Argentina reclama una nueva ley de comunicaciones. Lamentablemente, no hubo gobierno desde el 83, hasta ahora, decidido a cambiar las reglas de juego. Los K, ni lerdos ni perezosos, pese a las urgencias sociales que sufre el país, presentaron un proyecto de ley que se viste de "reivindicador", "anti monopólico" y de "defensor del derecho de expresión". Pero, es otra mentira más.

El proyecto de los K muestra más veneno que remedio y demasiados agujeros negros, que bien pueden ser aprovechados por regímenes dictatoriales y negociantes y /o para negociados indecentes. La Argentina sabe que el poder de Clarín es grande gracias a la venia de los gobiernos, en especial del encabezado por el propio Néstor Kirchner (ahora jefe de gobierno "entre las sombras"). Al pelearse los K con Clarín, por intereses no confesados, el ataque del gobierno es hoy, brutalmente explícito. Lo ha mostrado sin ocultamientos. Kirchner no soporta a los enemigos. Ha llevado al país a un nivel de autodestrucción económica, financiera y social sin precedentes porque no pudo someter a uno de los sectores de la producción nacional, el agrícola-ganadero.

Los Kirchner y su séquito de funcionarios funcionales hacen sus deberes con fruición. El proyecto de ley, que, más que seguro será aprobado por los androides parlamentarios no sólo busca destruir a los enemigos de ocasión y a la libertad de expresión sino también conlleva negocios para todo aquel que decida plegarse a su juego.

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