viernes, 11 de febrero de 2011

¿De qué se trata la “promoción” de la masonería?

Por Eduardo José Maidana.  
                                                           
En quienes somos del oficio hay un alerta instintivo si una noticia se repite más de tres a cuatro veces, cuánto más si acumula una siete u ocho notas en pocos meses. Es mi caso y el de muchos frente a la saga sobre la masonería en estas tierras. Las primeras dos eran entrevistas a una persona fotografiada desde atrás, lo que indica reserva o secreto, que venía a refundar la masonería local a partir, dijo, de siete nuevos prosélitos. En la última nota se celebran más de cien los conquistados en tiempo récord para una entidad en la que el noviciado, ingreso juramentado y demás, ha sido proverbial y lógico en estas sociedades.
Ocurría que con el arquitecto Roberto “Tuti” Delgado sin duda quien mejor “leía” esta ciudad trabajábamos un libro al que titulamos provisoriamente “Ciudad e ideología”. Su salud injuriada demoró y luego su muerte paralizó el intento que a esa fecha tenía volumen y hallazgos que creíamos de algún valor. La historia masónica, los archivos y trabajos en la ciudad de Rafaela, lo que Delgado “leía” en los frontis de viejas casas cuyo abandono nos dolía, se mezclaron en las charlas con la historia nacional y local. Por ejemplo, la batalla de Pavón que soldó definitivamente el centralismo portuario: “cabeza de Goliat” que generó el macrocefalismo hoy potenciado por la inmigración sin control.
Mi pequeña investigación sobre don Juan A. Figueroa por mandato de la Academia Santiagueña de Ciencias y Artes, confirmó lo sabido: reclutó siempre la masonería a personalidades que tenían directos vínculos con el poder político. En el borrador del discurso de puño y letra don Juan destaca: “…un gran acontecimiento nos reúne en este lugar, y es la iniciación de tres hermanos que si bien no son funcionarios públicos, son hombres meritorios y útiles, que llenos de fe y fortaleza se incorporan a la Logia Voluntad”, la que él presidía aquí. Luego, eran una excepción los carentes de poder.
Todo esto sugiere una pregunta obvia: esta expansión veloz ¿a qué designio político responde? ¿los objetivos de la masonería hayan cambiado de dirección? más allá, por supuesto, de sus protestas fraternales, progresistas y caritativas que siempre fueran expuestas y que no está en mi juicio ponerlas en duda. Nacida para velar por los secretos en la construcción medieval, hasta pasados los 1860 fue una sociedad política, ese año, el 21 de julio, adquieren el grado 33: el Presidente Derqui, Mitre gobernador de Buenos Aires su ministro Sarmiento y Urquiza gobernador de Entre Ríos, más Gelly y Obes jefe del ejército.
Se cree que en Escocia -de ahí el auge del rito escocés- pasa a militar en el liberal-laicismo teñido de republicanismo, giro explicable frente a la reina o rey inglés que era cabeza de la iglesia anglicana. Corriente que difunde a Rousseau, Condorce-Comte desde Francia y que sienta reales en la Escuela Normal de Entre Ríos desde donde se expande como el normalismo. Este tránsito de lo ideológico y político a lo político-religioso (so capa de la neutralidad del Estado) toma fuerza arrasadora con la III República gala y aquí por mano de Roca-Wilde (masón) se sanciona la ley 1420 que derogó la libertad de la enseñanza, que en nada se oponía a la escuela pública cuyos méritos y logros hacen lamentar hoy su crisis. Hoy, ¿de qué se trata?
Aconseja don Fierro que para conocer a un rengo lo mejor es verlo andar.

2 comentarios:

Arena Política dijo...

Enrique López

E-X-C-E-L-E-N-T-E!!!!!! Felicitaciones Maestro!

Anónimo dijo...

Aunque no "oficialmente", según mis observaciones, la masonería ya está instalada desde hace mucho tiempo en Santiago. Sólo observar que en ciertos círculos sociales importantes se manejan los mismo nombres, tanto en la política como en lo judicial