jueves, 25 de agosto de 2011

Fuera del mundo

Por Sergio Sinay.
Cae Khadafy en Libia, como antes lo hizo Mubarak en Egipto y como tarde o temprano sucederá con Asad en Siria. Los indignados se hacen oír en una Europa que dormía el plácido y cómodo sueño de la posmodernidad. En Chile dirigentes estudiantiles de una esperanzadora y sorprendente lucidez despiertan a una sociedad y la convencen de que la educación no es un bien de consumo, que no se gestiona como una empresa, que es un derecho violado. Un 80% de la sociedad los apoya.
En India, Anna Hazare, un hombre de 73 años que se inspira en Ghandi, encabeza una rebelión silenciosa contra la corrupción y lo siguen multitudes. Se siguen cayendo mercados pero no se cae el mundo. En todo casa tambalea un mundo. Tambalea, podrido en sus raíces. No es la economía, estúpidos. No es el consumo a destajo, egoístas.
No vinimos a este mundo sólo a pasarla bien, a devorarlo todo por un segundo de placer fugaz, a servirnos del otro, a descuidar lo que nos fue legado, a olvidar que algo deberemos legar, a depredar, a destruir, a consumir, a deshonrar nuestra humanidad y a degradar a otras especies. No se nos dio una vida para eso, sino para explorar su sentido y para honrarlo, honrando así al universo al que pertenecemos. En la era del olvido y de la oscuridad, algo empieza a vibrar en el inconsciente colectivo. Algo empieza a despertar. Podrá parecer efímero, pero sólo si tomamos como referencia nuestro calendario personal, nuestro pequeño reloj individual. Los tiempos de la historia son otros. Algo se mueve en el mundo.
Nosotros, aquí, seguimos afuera de eso, hipnotizados por nuestro minúsculo ombligo. Aquí, la mitad de una sociedad no cree que la corrupción, la miseria, el olvido de los excluidos, la burla a leyes y normas, la ausencia de justicia, la deshonra de la memoria o la pobreza crónica, merezcan atención o compromiso. No mientras haya cuotas sin interés, góndolas llenas, plasmas, autos. Hoy son plasmas y autos. En 1995 (cuando Menem era aún rubio, alto y de ojos celestes) eran licuadoras. Es que la tecnología avanzó. Sólo la tecnología, la conciencia de la sociedad sigue retrocediendo. Con excepciones, claro. Afuera de aquí, mientras tanto, con dolores de parto, el mundo despierta.

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