sábado, 12 de enero de 2013

¡Increíble!: Hacer aparecer que no fue Sesé sino otro hombre el que golpeó a Rita Montenegro

La mujer golpeada por Jaime Sesé, a la que ahora se quiere hacer aparecer como castigada por otro hombre que estaba en su casa a la hora en que llegó el funcionario.
El suspendido prosecretario del Concejo Deliberante de la ciudad Capital, Jaime Sesé, sigue preso acusado por su ex pareja Rita Montenegro de haberla golpeado y provocarle lesiones y hematomas en la cabeza, más desfiguración de rostro. Por consejos de su abogado  César Turk, Sesé se negó de formular declaración en sede policial en una estrategia defensiva para convertir a la mujer de víctima a victimaria.
Decimos esto porque ahora, policías y juez del Crimen actuantes están detrás de Montenegro para que diga ¿con quién estuvo en su casa en la madrugada del 1 de enero cuando llegó Sesé?
Por supuesto, preso y abogado van por la hipótesis de que la mujer estaba acompañada por un hombre que, al ver llegar a Sesé, la comenzó a golpear. Concretamente, quieren hacer aparecer al funcionario del Concejo Deliberante como injustamente acusado por Montenegro, “porque él no la golpeó”.
En este tren, la causa ha comenzado a transitar por el camino de la sospecha inicial de la víctima el día que distribuyó su denuncia escrita por todos los medios, en la que confesaba que “tenía miedo por la influencia política que tiene  Sesé”.
La “estrategia defensiva” resulta un infantilismo total, porque a nadie van a hacer creer que en la casa había otro hombre (insinuando a un amante), que al ver la presencia de Sesé golpeó cobardemente a Montenegro.
Por ello, la pregunta es obvia: ¿Qué raro que Sesé, que llevaba comida para compartir con su ex pareja, se quedó parado sin intervenir cuando otro hombre castigara a Rita, y se retiró a su domicilio a dormir en lugar de concurrir a la policía o a asistir a la víctima?
Si la policía y el juez intervinientes continúan presionando a la mujer para que “invente” a un hombre que no existió, estamos en presencia de una mala instrucción tendiente a “salvar” a un funcionario público.

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