Tapa de la revista Noticias, de Buenos Aires, de esta semana. |
¿Preveía Cristina el triunfo rotundo, plebiscitario, con el que culminó el año electoral? Puede que no. En vísperas del 2011, los estrategas del movimiento amorfo que se ha aglutinado en torno a su persona suponían que las diversas agrupaciones opositoras, conscientes sus dirigentes de que les sería suicida permanecer tan divididos, lograrían por fin superar sus diferencias para que Cristina tuviera que enfrentar a lo sumo dos rivales con posibilidades. Asimismo, era razonable suponer que la inflación, este flagelo de los más pobres que conforman la gran reserva electoral del peronismo oficialista, le costaría millones de votos. Felizmente para las aspiraciones de la señora, aunque no necesariamente para ella misma ya que no puede sino entender que la soledad absoluta en que se encuentra entraña muchos riesgos, quienes temían al espectro del ballottage se equivocaban. La inflación y la corrupción rampante apenas figuraron en la campaña electoral; el tema dominante fue la escualidez de la oferta opositora.
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