Andrés Iniesta es un hombre de 27 años, menudo, de aspecto serio y con una calvicie temprana que contribuye, como sus otras características, a que parezca mayor. Vestido de civil nadie diría que es jugador de fútbol. Ni melenas exóticas, ni peinados raros, ni tatuajes indescifrables, ni zapatillas que parecen autos de Fórmula 1, ni aros, ni collares, ni pulseras, ni diamantes en los dientes, ni botineras inflables colgadas de brazos y cuello. Un hombre sencillo, con ropa sencilla, que a nadie llamaría la atención, de no ser porque juega en el Barcelona, el mejor equipo de fútbol de todos los tiempos, y es parte de ese grupo de hombres que consagraron al fútbol como una bella arte. Además de ser uno de los cerebros de ese equipo que sólo provoca asombro, admiración y disfrute, Iniesta es el autor del gol que, en el Mundial de Alemania, consagró a España como merecido campeón.
Dicho todo esto, ¿a qué viene Iniesta? Este fin de semana, antes del partido que su equipo le ganó a un Real Madrid infestado de patoteros y prepotentes (a veces hay actos de justicia poética), Andrés Iniesta fue entrevistado en El País, de Madrid. Con la voz baja y tranquila, como siempre, dice Iniesta: “En la vida y en el fútbol no vale todo para ganar, ni siquiera en un clásico”. ¿Cómo explicarle esto a hinchas de todo pelaje y condición social y cultural que dicen “hay que ganar sea como sea” y a jugadores sin clase que lo repiten a coro? “Ganar cuesta mucho. Perder es parte del juego”, afirma Iniesta. Incomprensible para los que sólo entienden de ganar, y encima no saben hacerlo, como sobran en el mundo. “Lo importante es saber ganar y saber perder. Cuando pierdes reconoces a las personas y a los equipos”. Hay mucho político, mucho presidente o presidenta, mucho deportista, mucho empresario, mucho comerciante que no entenderían esto en años, por qué transitan la vía opuesta.
Iniesta, tras decir que tiene la suerte de hacer lo que quiere y estar bien pagado, se lamenta de lo mal que la pasan tantas personas en este tiempo de crisis. “No vivo en otro mundo, no puedo estar ajeno”. Manchego, inauguró una finca y una bodega en su pueblo de origen. No es una inversión económica, dice. “Vengo de ese pueblo, son mis raíces, no es un capricho, es una cuestión de principios”. Principios. Qué bien le hacen al mundo los Iniesta. A este mundo hambriento de ellos y saqueado cada día por los inmorales. Iniesta juega como vive.
Andrés Iniesta Luján (nacido en Fuentealbilla, Albacete, España), es, sobre todo, un crack como persona. |
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