viernes, 23 de octubre de 2009

Maradona, “el espejo” de los argentinos


Por Jorge Sinay

Cuando no le cortan las piernas, hay que hacerle una felación. Mientras tanto, él no se hace cargo de nada, jamás, por ningún motivo. Choca con su auto a una pareja y dice que él no conducía. Niega ser padre de los hijos que va regando por el mundo. Está siempre listo a ser usado para las peores causas políticas e ideológicas. Se droga en un mundial y no pide perdón ni a sus compañeros ni a los hinchas. Trata de mafioso a Julio Grondona (el dueño del fútbol argentino) y después se abraza con el mafioso. Ahora, por fin, a buena parte de la sociedad empieza a darle un poco de asco. Es tarde. La gran mayoría de esta sociedad lo entronó, le perdonó todo, lo justificó, celebró con él “la mano de Dios”, la celebró mucho más que el otro gol, el que de veras era una obra maestra futbolística.

Era “El 10”, el que nos había dado “alegrías” y, por eso, se le perdonaba todo. Era “el más grande”. Los periodistas deportivos (todos) hicieron siempre esto que él les ordena ahora. Y ahora a algunos les da un poquito de asco. Otros, muchos, siguen con la felatio micrófono en mano. Maradona no es un extraterrestre. Representa fielmente a la sociedad que lo hizo ídolo. Irresponsable, machista, ventajero, descalificador, intolerante, autoritario. Antes que enojarse con el espejo, es mejor aplicarse en la tarea de transformar aquello que proyectamos en él. Cada sociedad produce sus ídolos y sus dirigentes.

Si ahora esta sociedad no se hace cargo de lo que aplaudió o lo que votó, si no se hace cargo con actitudes, con acciones, con hechos, con conductas cotidianas, con valores vividos y no sólo declamados seguirá siendo una comunidad en donde puede más un Maradona, un Kirchner (son sinónimos) o cualquier patota que un millón de seres honestos, leales, empáticos y dignos.

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