lunes, 20 de julio de 2009

El gran apretador



Por Deyes Sosa

Nunca se destacó en nada. Se lo conocía como el “gordito” que llegó de Córdoba con el título de abogado en la época en que el “toma y daca” era moneda corriente en la universidad, de donde salieron varios que nunca leyeron ni la Introducción al Derecho de Aftalión.

Sus días nunca alteraron la monotonía entre el Jockey Club, algún boliche de vino barato y el conchabo municipal para tirar hasta fin de mes. Simpático el gordo (ahora ex), que tenía cabida en todas las mesas de contertulios pues destacaba una sola virtud: hablaba tantas cosas sinrazón que no te quedaba otra que reírte todo el tiempo. Digamos, de profesión, chistoso.

Pero la vida tiene esos vericuetos que nunca te dejarán de asombrar. Por ejemplo, Gerardo Zamora terminó gobernador y, con la suerte que el mando le entregó un interventor federal, es decir con todo a su favor. Tuvo que nombrar, el “pobrecito”, desde el presidente del Superior Tribunal de Justicia hasta al último de los ordenanzas de una escuela del interior. En síntesis, lleva nombrando más personas -en 5 años- que las que designó Carlos Juárez en 50 años de gobernación de hegemonía.

Como venía de la municipalidad, no conocía a nadie y tenía que nombrar de urgencia las máximas autoridades de la justicia santiagueña. ¿Adivinen a quien nombró con el cargo de fiscal General del máximo órgano del Poder Judicial? Él mismo. Al ex gordi Luis Alberto de la Rúa (a) “Lolo”. Según la gilada, entró a Tribunales más desconcertado que el juez Gustavo Herrera en la causa Alegre.

¡Y lo que son las cosas! Hoy, éste muchacho es quien firma los dictámenes de ultima ratio en lo más alto de los estrados judiciales de esta provincia generosa. Es quien decide qué es lo que procede y qué es lo que no corresponde. Es el que le muestra el camino a los iluminados del Superior Tribunal de Justicia antes del fallo definitivo y, por sobre todas las cosas, es el jefe directo de todos los fiscales y defensores del Poder Judicial de Santiago del Estero.

Éste es el “gran apretador”. Me cuentan los empleados del Palacio de Tribunales que él mismo baja y “aprieta” a los fiscales para que emitan tal o cual dictamen: el que remueve a los empleados; el que quiere “levantar” a cuanta dependiente joven trabaja en su cercanía, y es de los que “cita” a las mujeres a su despacho para horas de la tarde, cuando todo está tranquilo, con el verso de que les arreglará la causa que las preocupa.

Éste nunca dice obrar por sus propios fueros. Siempre trae la mala noticia en nombre de Zamora. Hasta pega el “mangazo” en nombre de su jefe máximo. Y, así, no hay quién se resista.

Ahora, también influye sobre el Consejo de la Magistratura. En cada concurso se presenta ante los miembros del examen para decirles al oído que el gobernador estaría interesado en la siguiente terna. Claro, de otra manera nadie se explica la nómina de “ganadores” que terminan siendo nombrados como magistrados, para la desgracia de la justicia santiagueña.

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