Santiago Luna
Cristina Fernández.
Luego de muchos años de abstinencia los argentinos ya se habían acostumbrado a festejar el Carnaval el sábado y domingo anterior al Miércoles de Ceniza y cuatro o cinco fines de semanas posteriores también, casi llegando a la Pascua. Si no fuera porque para esa fecha el comercio la necesita para vender chocolate, el Carnaval la alcanzaría todos los años.
Ya no se concibe un gobierno que no sea demagógico, un rasgo del que ninguno se libra so pena de ser considerado antipático, aburrido o directamente estar contra las legítimas aspiraciones del pueblo. El único pequeño problema es que la demagogia, para ser tal, necesita siempre redoblar la apuesta.
Como el gobierno también ha tomado para sí el pesado trabajo de contar la historia, por un lado puede ofrecer una idílica visión de los tiempos de Juan Manuel de Rosas, al tiempo que por otro evita recordar que en sus tiempos se suprimió el Carnaval.
Los emperadores romanos sabían que “pan y circo” quería el pueblo. Los gobernantes argentinos, mal que les pese a muchos, son descendientes cabales de aquellos romanos.
Dicen que el gobierno nacional está a punto de devolver a sus ciudadanos el Carnaval que fuera secuestrado por gobiernos anteriores. Si se busca en la historia, es posible que se halle a los militares que hicieron desaparecer las carnestolendas de la faz de la Tierra y las convirtieron en NN. Entonces para ellos juicio y castigo; ni olvido ni perdón; paredón, paredón a todos los milicos que vendieron la nación; patria sí, colonia no: libros no, alpargatas sí (o al revés, usted elija).
Ya que estamos, podrían volver como feriados el día de Reyes, 3 de febrero, aniversario de las batallas de San Lorenzo y Caseros, el día de la mujer que es el 8 de marzo, toda la Semana Santa , Corpus Christi, el 7 de junio por los periodistas y Mariano Moreno, el 24 de junio por Gardel y el 17 de octubre. Y San Perón por supuesto, que trabaje el patrón, ya que estamos.
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