martes, 7 de diciembre de 2010

Don Antonio: homenaje a un grande; hoy muy enfermo


Daniel Matach es un amigo del alma para todos los que trabajamos en Arena Política. Hoy, lo vemos sufrir por la enfermedad de su padre, el querido Antonio Matach, uno de esos santiagueños ejemplares y por ello queremos elogiarlo y reconocerle todo lo que brindó al prójimo.
En estos momentos difíciles y dolorosos, Daniel aceptó escribirnos una semblanza muy especial de su querido progenitor, y con mucha emoción nos vemos representados en los conceptos de su hijo.
Escribió Daniel de su gran padre doliente:
“Al escribir estas palabras y plasmarlas en el papel, no puedo evitar llenar mis ojos de lagrimas. Trato de pensar en el hombre primero y todo lo que hizo en su vida...pero es mi padre, nuestro padre, que dedicó casi toda su existencia, junto a mamá, a criarnos con una inagotable fuente de amor y cariño...entonces no puedo...y alguna lágrima se me escapa.
“Vayan pues, estas breves líneas cargadas de sentimientos que con certeza sé que son compartidas por mi hermana Cristina, por nuestros hijos, sus nietos y,seguramente, por todas aquellas personas que lo conocen y quieren bien.

Trabajador e independiente

“Como toda persona que se hizo solo en la vida, formó un carácter fuerte e independiente. Nunca le gusto depender de nadie...aunque hoy en la vejez y menguadas sus fuerzas acepta el cariño y cuidados de sus afectos más cercanos. Si... son muchas los recuerdos y vivencias...mucho para contar, recordar, momentos felices y otros no tanto...pero en definitiva es la vida y hay que vivirla hasta la última gota, pues el mundo sigue andando, como él nos decía.
“’Don Antonio’, así se lo conoce y se lo recordará siempre. Nacido en esta tierra santiagueña, en la localidad de Puesto del Medio, Silipica, allá por el año 1916, fue el tercer hijo de Julián Matach y María Apud, inmigrantes árabes que a principios de siglo se animaron a dejar la vieja Europa para aventurarse en estas benditas tierras en búsqueda de trabajo y prosperidad.
“Tuvo la desgracia de perder a su madre cuando tan solo tenía un año y medio de vida, por lo que nunca llego a conocer su rostro. Luego, por esas cosas de la vida, tampoco pudo conseguir una sola foto de ella.
“Vuelto a casar Julián, su padre, tuvo 8 hijos con su segunda esposa. Esto marco fuertemente a la familia, ya que eran 11 bocas que había que alimentar y por ello su crianza en sus primeros años fue dura, ya que su madrastra, naturalmente, ponía mayor atención en sus propios hijos.
“Eran épocas difíciles en un país en el que escaseaban alimentos básicos como el harina y el azúcar, tiempos en los que había que poner mucho el hombro para mantener una familia numerosa en esa casona grande y generosa, que el abuelo Julián con esfuerzo pudo levantar.
“En esta difícil tarea Antonio tuvo mucho protagonismo ayudando -sin mezquindades- a su padre a trabajar el campo en todas sus facetas, ocupación que más tarde abrazaría con entusiasmo y pasión, logrando poner de pie un establecimiento agrícola-ganadero con importantes siembras de algodón, frutas y hortalizas. Fue una de sus grandes pasiones: el amor al campo. Se le encendían los ojos cuando caminaba por esos sembradíos plenos de copos de algodón que le llegaban hasta la cintura y listos para ser cosechados. Estaba en su medio natural, así se sentía y transmitía ese sentimiento. Allí era feliz.

La clase de Perón

“Otra de sus grandes pasiones fue Perón, a quien conoció personalmente allá por los años 50, cuando asistió a una clase magistral de política que diera el General, en Olivos. Del líder se trajo a Santiago la mejor de las impresiones, calificándolo como una persona de gran cultura y “un estadista”. Seguramente, el haber vivido en el campo y conocer las penurias y carencias del trabajador rural, hizo que se acercara a la doctrina social del justicialismo por sus reivindicaciones populares de las que siempre se acordaba.
“Pasaron los años y las circunstancias de la vida hizo que mirara hacia la ciudad, buscando nuevos horizontes de negocios, y fue así como, junto a su querido hermano Moisés, pusieron su primer almacén ‘al por mayor’, abriéndose camino en un Santiago del Estero que ya se perfilaba como una ciudad con una incipiente actividad comercial.

A un paso de ser dueño de Arcor

“En este punto no quiero dejar de mencionar, -porque sé que a él le gustaría- que por esos tiempos declinó una oferta que le hiciera su amigo Fulvio Salvador Pagani. ‘Don Fulvio’ lo llamó para proponerle abrir en sociedad una fábrica de caramelos, que luego se convertiría en nada menos que la mega empresa argentina “ARCOR”, hoy un ejemplo mundial y caso de estudio en la Cátedra de Economía de la Universidad de Harvard.
“Pero seguramente, el afecto por sus familiares y el campo, influyeron para que no aceptara. En cualquier charla con amigos, casi siempre lo recordaba. Pero también decía que de haberse ido a Arroyito (Córdoba), tal vez no habría conocido a nuestra madre... esa ‘mujer extraordinaria’ como a él siempre le gustaba recordarla, que lo acompaño y ayudó casi toda su vida.
“Es así entonces cómo Antonio y Moisés formaron luego una sociedad comercial que por muchos años giraría bajo el nombre de ‘Moisés Matach y Hno.’, que hasta el día de hoy se recuerda. Trabajando codo a codo lograron ser pioneros en refrigeración y electrodomésticos en la provincia, imponiendo marcas como ‘General Electric’, ‘Marshall’ y ‘DaniMarChi, siendo esta última la que más recuerdo con cariño porque estaba formada con los nombres de Daniel, Martha y Chichí (los dos últimos hijos de mi tío Moisés), que sin duda lo pensaron como padres orgullos de sus hijos.
“Luego de varios años y por diversas circunstancias, disolvió la sociedad con su hermano en armonía y con el afecto familiar al que siempre estuvimos acostumbrados, empezando una nueva etapa en su vida, pero siempre siguiendo con la actividad comercial que le gustaba, aunque ya alejado de la actividad del campo.

Presencia en la sociedad

“Es así que hoy en día, Antonio Matach está presente en la vida social y comercial de Santiago del Estero, tanto como tesorero de la Cruz Roja y del Jockey Club, o como jefe al frente de su negocio de artículos para el hogar, con la misma dedicación y ganas de sus comienzos, a lo cual ya nos tiene acostumbrados. Como se decía en su época: ‘es un fuera de serie’ y ‘tocado por esa varita mágica’ que solo Dios sabe.
“Ha dado todo a sus hijos y nietos…y lo hizo generosamente como solamente alguien con un corazón enorme lo puede hacer.. Hizo mucho, muchísimo, prosperó junto a su familia y llegó a los 94 años lúcido y bien. ¿Qué más se le puede pedir?
“Aquel alumno que otrora caminara por Manogasta y Silípica para llegar a esa escuelita de campo, ávido de sabiduría por aprender junto a su querida maestra….hoy no tiene materias pendientes con la vida... puede estar en paz!
“Nos deja un legado importante, basado principalmente en el afecto, la honestidad y la pasión por el trabajo. Que no es poco. Pero lo más importante para él, seguramente, será saber que ese afecto que construyó estará siempre entre nosotros.
“¡Antonio, papa, abuelo, gracias, por todo, estás en nuestros corazones. Dios te bendiga”.

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