martes, 24 de marzo de 2009

Nada hay nuevo bajo el sol



Por Virginia Vulrrich

Llegó. Estuvo 2 horas y se fue. Unos 3000 efectivos de seguridad participaron de las operaciones de seguridad pergeñadas para los tramos aeropuerto, avenida Belgrano, calle 25 de Mayo y finalizar en la Legislatura y viceversa. 

Desde horas tempranas comenzó el tradicional “acarreo” desde las periferias de la ciudad y de parte del interior. Cientos de colectivos abandonaron su servicio para facilitar el “arreo” hacia los lugares que servirían de paso a la caravana presidencial.

Mucha mujeres con niños en los brazos, muchos niños adolescentes, muchos jovencitos ataviados de fiesta con elegantes remeras con la firma del jefe del gobierno. 

No se vio nada del otro mundo, que no se conozca en nuestra provincia. Las líneas de colectivos se aposentaron como es costumbre en la zona del parque Aguirre y desde allí los “cuchis punteros” descargaban la mercancía, tetra incluido, el sanguchito de paleta barata y los diez mangos, para empezar. Después se pagará el resto. Otros diez pesitos que sumarán veinte para parar la olla de mañana.

Las tribus urbanas se fueron posicionando en el espacio que les habían asignado en los laterales del teatro 25 de Mayo. Muchos carteles recién pintaditos con la misma consigna, la del jefe del gobierno.

Sorprendió una que decía Partido Comunista. ¿Y la revolución? Parece que se perdieron los muchachos y fueron a parar a otro acto. Eso sí, redoblantes nuevitos con las fotos del jefe del gobierno y de la Presidenta. Salió barato, dijo unos de los “cuchis”, pero ya no servirán para otro acto porque no sabemos si doña Cristina volverá a Santiago.

Más adelante apareció una morocha con pinta de despistada que tenia una pancarta que decía Nina Corazón. ¡No es aquí…!, le dijeron unas señoras entradas en kilos. Ese debe ser acto. 

¡A bueno…! Contestó, lo que pasa es que a mí me dijeron hay que ir a al acto de la “señora” y yo me vine para el centro con mi cartelito de siempre.

El clientelismo sólo cambio las banderías. La dádiva es la misma y es idéntico el recorrido, igual que el alimento, la bebida y la paga. Nada nuevo se vio, nada nuevo se dijo. La única novedad fueron los niños, cada vez más pequeños y más flacos que arriban de la mano de la madre al acto en donde debieran concurrir (pero ya no van) los padres.

Otro borrón y cuenta nueva que tendremos que pagar entre todos.

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