Los autodenominados “funcionarios-políticos” del gobierno de Gerardo Zamora han comenzado a mostrar las uñas, que es lo mismo que decir que exponen sus ambiciones para el futuro inmediato.
Faltan cuatro años y nueve meses para que el zamorismo cumpla su ciclo, pero dos de sus principales espadas: Elías “Sugus” Suárez (jefe de Gabinete) y Daniel “Lalo” Zanni (subsecretario de Deportes) han comenzado a moverse con el objetivo de ser candidatos a intendente de la Capital.
Actualmente, uno es jefe del otro. Uno proviene de la UCR y el otro del Justicialismo. Ambos juegan a las escondidas, pero todo el concierto zamorista sabe de sus pretensiones políticas. Están decididos a lidiar la candidatura y lograr el respaldo del gobernador Zamora para el año próximo, cuando el intendente Julio Alegre cumpla con su primer mandato.
Se viene, entonces, el primer gran encontronazo entre gobierno provincial-intendencia de la Capital. Esto será así porque Alegre viene trabajando, firmemente, para buscar su reelección como alcalde de la ciudad.
Suárez y Zanni le quieren salir al cruce, porque sueñan con el paraíso, dando por cierto aquello de que el que es intendente de la Capital tiene todas las posibilidades de ser candidato y puede llegar a la Gobernación.
Repetimos, faltan cuatro años y nueve meses para que Zamora se vaya (si no ensaya una reforma constitucional que lo habilite a un tercer mandato) y, como todo Santiago sabe que Alegre va a buscar la reelección, Suárez y Zanni le quieren quitar la casa del medio.
Por supuesto, el gobernador, como presunto “jefe político” de esta suerte de ensalada política que mezcla radicales y ex juaristas, ex iturristas y ex mujiquistas, estará, el año que viene, obligado a mediar para evitar fuertes encontronazos en sus filas. Va a tener que hacer entender a sus “leales” como Suárez y Zanni que están en inferioridad con relación a Alegre.
Claro, Zamora sabe que el intendente capitalino es quien mejor diseña y arma una fuerza política en el distrito. Además, Alegre siempre se ha definido como “radical puro”, tanto que esa identificación lo ha llevado al encumbrado pedestal partidario de la presidencia de la Convención Provincial del Radicalismo.
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