sábado, 6 de noviembre de 2010

Ahora, la Presidenta y la oposición

Por Abel Posse (escritor y diplomático).

Murió el hombre que hasta el último momento de su vida mantuvo el centro del ring, con extrema autoridad y monopolio de las iniciativas.
Queda ahora al gobierno que preside su cónyuge, y a todos los sectores de la política, hacerse cargo de mantener el timón de la República en su rumbo, que debe ser inexorablemente democrático a un año de la próxima elección decisiva.
Será un año que parecerá durar más de doce meses. El gobierno no se abrió al diálogo, pese a la fragilidad y la crispación de una política de encono que ya señalaba el fin del ciclo K. La llamada oposición no alcanzó a comprender ni a responder al espaldarazo que le concedió el pueblo argentino en junio de 2009, cuyo significado central era un reclamo de unidad y de definición de política básicas increíblemente demoradas.
Muere el principal actor de estos siete años y queda un país atomizado.
La dirigencia política tendrá que rodear a la Presidenta, en este año final de su mandato, teniendo como valor principal de este difícil momento el interés de un país pujante, pero frustrado y una rigurosa afirmación de la Constitución. El gobierno tendrá que propiciar el diálogo como objetivo central. Pero nada de esto resultará sencillo, cuando faltan a la lógica tanto el gobierno como los opositores. Sólo si la Presidenta muestra la autoridad e independencia que requiere su cargo, en este momento histórico, se podrá iniciar el diálogo que garantizaría una salida democrática. Con su muerte, Néstor Kirchner se adelantó una vez más: rompió los tiempos de la visible caída de su gestión y enciende la urgencia de soluciones nacionales. El momento económico global nos favorece con valores internacionales inéditos para nuestras exportaciones agroalimentarias.
Pasadas las escenas de -a las que somos tan proclives los argentinos- quedamos enfrentados a la prueba decisiva de la Presidenta, ante la Nación y ante sí misma, de pasar de la confrontación al diálogo y de desprenderse de un autoritarismo disgregador que paraliza nuestro desarrollo, en lo educacional, en la superación de la pobreza y miseria del tercio de la población, en la batalla imprescindible contra la criminalidad impune, en la corrupción de tantos allegados al gobierno, en el desprestigio internacional y la falta de respeto por el Poder Judicial y el Legislativo.
La muerte de Néstor Kirchner fue como un último acto de un voluntarismo que pareció querer adelantarse al fin previsible de su poder.
¿Pero podrá la Presidenta aliviarse de tantos intereses económicos espurios y de la trama lamentable que hereda? ¿Será capaz, desde su experiencia y conocimiento constitucional, de tener el coraje de desprenderse del esquema de autoritarismo y corrupción? ¿Podrá detener la marcha hacia el enriquecimiento de capitalistas “amigos” y de politicastros repudiados e ineptos? Por el otro lado de nuestra mediocridad política es imprescindible que la oposición ofrezca un plan objetivo, acompañando al gobierno. Deberán exigirse una eficacia y voluntad nacional (no personalista) que no supieron lograr hasta ahora. Los primeros objetivos son mantener la paz y el orden público rigurosamente, el sistema republicano, la armónica acción de los tres poderes. Es indispensable: los grandes proyectos en curso, algunos de ellos tan inquietantes, deberán enfrentar el juego limpio democrático-constitucional, ya sin presiones autoritarias.
Nos veremos muy mal si ganan el entorno presidencial y la calle los que podrían dañar ya sin el freno final autoritario de la presencia de Néstor Kirchner. El supuesto “modelo a profundizar” no existe, sólo fue una entelequia. Pero existe la riqueza del mejor momento mundial para nuestra economía. Y sobre todo, la voluntad admirable de vida y de bienestar de un pueblo de mujeres heroicas y de hombres cansados ante la repetición del absurdo o peor: de la propensión surrealista de nuestros políticos a no saber sintetizarse con la fuerza vital de una comunidad que puede ser exitosa y está ocupando la cola de las estadísticas.
En el “ser o no ser” de la Presidenta se juega una etapa decisiva que se adelantó, al menos, seis meses con la muerte súbita de don Néstor Kirchner.

No hay comentarios: