viernes, 5 de noviembre de 2010

A propósito de política

Por Sergio Sinay

En estos días se ha dicho una y otra vez que Néstor Kirchner significó el retorno de la política y han repetido sus devotos que él era un militante. Militante es quien forma parte de una milicia en contra de otras milicias. Alguien que está en guerra. Por lo tanto, era un militante. Otra cosa es ser un gobernante. Las sociedades adultas no necesitan a su frente a militantes ni a figuras mesiánicas, necesitan gobernantes. Y no se sienten huérfanas cuando muere un dirigente, porque están compuestas por individuos que saben vivir con sus propios recursos y no con los del padre.
En cuanto al “retorno de la política”, el filósofo francés André Comte-Spomville define a la política como “la gestión no bélica de los antagonismos”. Estoy de acuerdo. La política es necesaria porque somos todos diferentes y habitamos un mismo espacio. Estamos destinados a convivir, haciendo de las diferencias un estímulo para el aprendizaje de la aceptación, para la creación de espacios nuevos y para la generación de encuentros. Todo eso es difícil, no es idílico, conlleva fricciones y desacuerdos, pero es parte ineludible de la vida. Dignifica y da sentido a la política quien gestiona creativamente (y amorosamente) las diversidades. Y quien recuerda que la palabra política viene de Polis (Ciudad) y nació aludiendo a la gestión de los temas comunes de los ciudadanos. Los temas comunes es lo opuesto de los intereses privados y egoístas.
Acepto entonces que Néstor Kirchner era un militante. Eso no es un valor, es apenas una descripción. Y no acepto que resucitó la política, a menos que se entienda por política la transa constante, la descalificación del adversario, la acumulación de poder por cualquier medio, el uso arbitrario del mismo y el aprovechamiento en beneficio propio de temas y bienes comunes. La verdadera política, en la Argentina, se sigue moviendo en la indignidad.

No hay comentarios: