El capellán de la Cárcel Pública de Varones, sacerdote Carlos Carabajal, habló de “tragedia” durante el acto litúrgico con el que se recordó a los 39 presos asesinados por la policía y los guardicárceles, hace dos años. ¿Y el ministro del área, Ricardo Daives, de cuya cartera dependen los establecimientos carcelarios, por qué no concurrió a dar la cara ante los desconsolados familiares que saben que sus hijos, esposos o hermanos fueron masacrados y, hasta ahora, la causa y el expediente siguen cajoneados?
Los responsables de los poderes públicos podrán seguir creyendo que los santiagueños van a terminar por olvidarse de este múltiple asesinato, pero la causa en la justicia Federal (de Tucumán, por supuesto) sigue avanzando y, en algún momento (quizás cuando vuelvan al llano), son varios los hoy funcionarios santiagueños que van a tener que sentarse en el banquillo de los acusados y rendir cuentas.
Lo importante fue que el padre Carabajal dio en la tecla porque interpretó cabalmente el sentimiento de los santiagueños.
Dijo: “Hay un compromiso de no olvidar lo que pasó, aunque las autoridades tratan en vano de ocultar lo siniestro del suceso que lleva ya dos años sin responsables a la vista”.
Acotó: “La cárcel es un lugar, no de castigo, sino en donde el preso debe encontrar un camino de rehabilitación para volver a la sociedad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario