lunes, 6 de septiembre de 2010

Carta a José: el voto, el Miguelito y la esperanza

Santiago Luna
Hermano querido, hay que seguir, fracasar no es morir sino volver a empezar. Yo sé que las frases comunes no sirven en estos casos o que son, como se decía en la literatura de antes, un flaco consuelo. Pero no hay otras. El mundo no inventa nuevas fórmulas para viejos males.
Lo peor es la idea. Si hubiera peleado por el gusto de pelear, porque no sabes hacer otra cosa, porque te gusta, porque eran agradables los colores de tu equipo, hoy estarías renovado, porque mañana cualquiera de los ganadores podría contratarte para una nueva batalla, quizás con mejores armas o en condiciones no tan desfavorables.
Pero vos tenías una idea. No has querido esta contienda, pretendías algo mejor, algo distinto, algo que no fuera tan falaz, tan descreído como el régimen en el poder. Y suponías que la gente se daría cuenta de lo que significaba tu lucha.
Los hondazos de David valían cuando Goliat era solamente otro hombre. Ahora Goliat pasa en una camioneta cuatro por cuatro repartiendo bolsas de mercadería, contratos para toda la familia, trescientos pesos por voto, pega unánimes carteles y muestra su riqueza con desparpajo y sin vergüenza.
Lo peor, es que si algún día te ofrecieran el traje de Goliat, sus autos entregados en rifas masivas al aire libre, sus electrodomésticos, sus contratos de locación, sus promesas, sus pegatinas monstruosas a la vera de todas las calles de la ciudad, no los aceptarías. Como tampoco aceptarías imponer el silencio a ninguno de tus adversarios como condición ineludible de tu participación. Como te lo hicieron a vos.
Por eso ganaste, porque no está muerto quien pelea por sus convicciones.
Otra cosa. La gente no se equivocó, nunca se equivoca el pueblo cuando vota. Tenemos un sistema que viene desde el 45, oí bien, desde 1945, y lo único que privilegia como sistema de gobierno es seguir manteniendo al pueblo en la pobreza, para que al final de cuentas venda su voto por unas monedas. Si vos estás dolido hoy, imaginate el tipo del Pacará, del 8 de Abril, del Bosco, que no aceptó la bolsita de comida ni el contrato ni la promesa de ningún trabajo y se quedó sólo. Y todos a coro, la mujer, la suegra, los hijos, los yernos, las nueras, los hermanos, los padres, los vecinos diciéndole que es un tonto, que no sabe vivir la vida, que las cosas buenas hay que aprovecharlas cuando vienen, para qué se hace mala sangre si todos son igueles.
Vos por lo menos tienes otros rebusques en la vida. Pero, ¿y él? ¿Quién lo salvó este lunes a la mañana cuando de nuevo tuvo que salir a patear la calle, a ver si hallaba alguna changa para darle de comer a los hijos?
Tienes que seguir, no te queda otra. Si no es por vos, que sea por ese santiagueño íntegro que ayer se respetó a sí mismo y votó como le han enseñado en la escuela, de acuerdo a sus convicciones y a sus esperanzas. Y lo hizo con su idea. Y llevó su rabia hasta las últimas consecuencias.
Un último asuntito y te dejo tranquilo. A Goliat bastó con que David le acertara una pedrada en la frente. Las cuatro por cuatro se pinchan con un clavo, que es más leve, más sutil que un cascote. La cuestión es darse cuenta de cuál es el Miguelito que más les duele. 
Te lo dejamos como tarea.

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