jueves, 9 de septiembre de 2010

Objetos

Pechos operados.
Sergio Sinay
Dos noticias en los diarios del fin de semana coinciden en describir el estado de nuestros vínculos. Una habla de una moda: regalar cirugías. Padres se las regalan a sus hijas al cumplir 15, 18 o 20 años, o al egresar del secundario. Novios se las regalan a sus novias. Maridos a sus esposas (y no sabemos si a sus amantes, la noticia no lo dice). Cirugías: narices, tetas, nalgas, labios, párpados. No seas la que sos, sé la que yo quiero. No te aceptes como sos, tratá de ser como los hombres te desean (mientras te deseen).
La otra noticia dice que crece el consumo de viagra entre los jóvenes (ya el 21 por ciento de los consumidores tienen 20 años o poco más) y entre hombres que engañan a esposas y novias.
Para cada vez más varones, sin viagra no hay sexo. No los inspira el vínculo, la fantasía, ni la mujer que está con ellos. Los estimula una droga, una sustancia química. Sin ella no están seguros de funcionar, temen no poder. Confiesan a los gritos su analfabetismo sexual (contra esto no hay viagra que valga).
Integremos ambas noticias. ¿De que hablan? Para mí, de la vigencia inconmovible del machismo en nuestra cultura. Las mujeres siguen siendo objetos moldeables según el gusto, la voluntad, el capricho y el dinero del varón. Y, como el machismo se sostiene entre varones y mujeres, ellas se prestan gustosas (despojadas de autoestima y dignidad) para complacer, para ser tenidas en cuenta para ser “deseadas” y “valoradas” por padres, novios y maridos. El machismo es, también un negocio. Gracias a la falta de autoestima y dignidad de los propios varones, gracias a sus tóxicas creencias, la industria farmacéutica produce y reproduce por millones una droga que garantiza erecciones, muertes que se silencian (de los muertos o invalidados por consumo innecesario de viagra no se habla) y depredación emocional.
No insistan con que las cosas cambiaron, con que los chicos y chicas de hoy son diferentes. Se necesita más que buenas intenciones para cambiar de verdad algo tan profundo. Hay excepciones, sí, y confirman la regla.

No hay comentarios: