lunes, 6 de septiembre de 2010

Zamora y Lugones no lograron “matar” a José

Zamora, en una vieja fotografía, con su amigo Alegre.
Cuando el año pasado Gerardo Zamora “conquistó” a los concejales Marcelo Lugones, Roberto Gabriel Llanos y Berta Lidia Toledo de Padilla, cantó victoria porque creyó que terminó por desarticular definitivamente a uno de sus dos principales adversarios: a José Zavalía. El pretexto del “pase” de José a Gerardo fue la elección de Hugo Infante como sucesor de Julio Alegre.
 Zavalía, en un plenario, había impuesto a sus concejales radicales Lugones, Llanos y Toledo de Padilla, elegirse entre ellos o abstenerse. Zamora los convenció para que votaran con el oficialismo a “Lito”, y ganó la pulseada.
De inmediato, otro plenario multitudinario, les pidió explicaciones y los tres fueron abucheados y calificados como “traidores”.
Zamora, luego, los usó y les recompensó. Pagó 250 mil pesos por estas tres nuevas incorporaciones. Les armó un partido comunal. Le puso la prensa a los pies de Lugones y los instruyó para que salieran a la palestra, justamente, con el objetivo de dividir los votos radicales y debilitar a José.
El plan fue cumplido tal como lo imaginó Gerardo. Incluso, dispuso que las reparticiones de obras públicas contrataran, en forma directa, todos los mosaicos y los pisos a la empresa del suegro de Lugones.
También Zamora pactó con la CGT (o algunos de sus gremios, como Upcn de Gerardo Montenegro y Uatre-Osprera de Ángel Llamazares) para que recorriera los barrios y las bases justicialistas de capital en un loco intento por comprar a los radicales leales a Zavalía.
Además, la porfía de Zamora lo llevó a ordenar a sus agentes de prensa que borraran a José, de tal suerte que fue el único candidato que jamás apareció en un diario, en una radio o en una televisora. No contento con ello, intimó a las empresas de remises y del transporte de pasajeros que no alquilaran un solo vehículo a su ex jefe. Por ello, José, el domingo, no trasladó a nadie a los centros de votación; no dispuso de ningún medio de transporte.
Pero resulta que goza de buena salud y está firme en el pedestal que lo ubica como el único político opositor e intransigente, en un circo en donde todo se compra y todo se vende. Tanto que José volvió a lograr la minoría y hará sentar en el Concejo Deliberante a tres de sus dirigentes más fieles.
Esa es la causa por la que en la Casa de Gobierno nadie festeja cerca de Zamora del triunfo de Hugo Infante. Está muy enojado el gobernador a raíz de que no se cumplió con su orden de evitar que Zavalía lograra bancas en el Concejo Deliberante. Hay bronca, entonces, con las autodenominadas “Bases Peronistas” y los muchachos de la CGT, porque al menos el domingo se borraron del distrito Capital.

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