Por Sergio Sinay.
La realidad en sí misma nunca es intolerable, dice el filósofo esloveno Slavoj Zizek en Sobre la violencia (seis reflexiones marginales). Y allí mismo agrega que es el lenguaje, o sea la forma en que se simboliza a esa realidad, lo que la vuelve intolerable. Al releer esto pensé en el “relato” con que oficialmente se nos apabulla cada día como si fuéramos estúpidos, pretendiendo que veamos como liebres a los gatos. Y en los obsecuentes “intelectuales” que hace rato dejaron de serlo para dedicarse, como verdaderos empleados públicos que ahora son, a escribir esos formularios que se llaman cartas abiertas de propaganda oficialista. En su último capítulo el “relato” llama “retiro de subsidio” a un impuestazo que derivará inexorablemente en tarifazo. Y, a cambio de algún otro subsidio oculto, prebenda o migaja que puedan llegar a recibir, ahí están deportistas, actores, faranduleros varios y funcionarios de patrimonios inexplicables sonriendo desde la pantalla y cantando el nuevo hit: “Yo ya renuncié”.
Dice Zizek que una de las formas de la perversión consiste en mentir bajo la apariencia de decir la verdad. Esto ocurre, subraya, “incluso si lo que digo es fácticamente cierto y los motivos que me hacen decirlo son falsos”. Que tanto rico y famoso, que tanto industrial y empresario de dudosa ética, que tanto ministro de buen pasar renuncien ahora (ahora, no antes, mientras lo recibían en silencio) al subsidio es fácticamente cierto. En cuanto a los motivos, son puro “relato”.
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