lunes, 26 de octubre de 2009

Carolina no murió de gripe A, sino por mala atención


Los más altos funcionarios de la provincia y los médicos de Santiago del Estero saben que la doctora Carolina Tarchini no murió por gripe A. No, sino porque no fue atendida a tiempo ni como correspondía.

Si a una profesional médica no se la pudo asistir convenientemente, lo que será para el santiagueño común.

La Salud Pública está funcionando pésimamente. Insistimos, aunque el gobierno provincial sigua mirando para otro lado.

Por ejemplo, sorprende la precariedad laboral, con el 60% de los empleados con contratos de locación, con muchos que apenas perciben un poquito más de quinientos pesos por mes. Estos contratos incluyen a más del 50% de los médicos.

No existe, además, escalafonamiento. El profesional ingresa en una determinada categoría y siempre quedará en esa clase, salvo, claro está, que encuentre una cuña política que le permita ascender. No existe la carrera profesional y, consecuentemente, con los sueldos bajísimos, nadie trata de mejorar o perfeccionarse.

Otro tanto es la política global de Salud. Se advierte un verdadero despilfarro de fondos. Un ejemplo es la construcción de once hospitales en el interior sin que se los pueda dotar de recursos humanos y técnicos. Muchos de estos establecimientos, recientemente inaugurados (caso el de la ciudad de Añatuya), no cuentan todavía con un cirujano de urgencia ni de un anestesista. Ninguno de estos hospitales soluciona nada. El enfermo debe ser derivado a la ciudad Capital.

Por todo ello, el hospital Regional está totalmente colapsado. Además, en sus instalaciones no puede funcionar un servicio de Urgencia (que ha aumentado muchísimo la demanda), junto con servicios de Partos, Neonatología, Cirugía Programada, Ginecología, etc. Todo un verdadero despropósito.

Los médicos serios y responsables no comprenden cómo Santiago del Estero todavía ni siquiera ha esbozado un plan de Salud coherente, y critican porque actualmente todo se maneja con impulsos y coyunturalmente.

Enumeramos estos gruesos errores para comprender por qué los médicos, enfermos y empleados se movilizan por las calles de la ciudad Capital, aunque nadie los atienda.

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