Por Anastasia O’Grady, del The Street Journal
El diario financiero The Wall Street Journal publicó un artículo donde analiza la actual situación económica y política de la Argentina y repasa los años del matrimonio presidencial en el poder. De acuerdo a su autora, la columnista Anastasia O'Grady, "los argentinos se preguntan si su democracia sobrevivirá".
Una manera a través de la cual un Presidente puede levantar los números de las encuestas en el marco de una mala economía, es arrancarle control al Banco Central y comenzar a emitir un montón de pesos. No hay nada como una financiación barata para devolverle al mercado el entusiasmo por comprar todo tipo de cosas -desde acciones hasta casas- que ya están a la venta a precios más bajos que los del mercado.
La gran reactivación económica hará que la gente se sienta rica nuevamente. Una moneda débil también será de gran ayuda a corto plazo para los exportadores, cuyos beneficios pueden entonces ser gravados a tasas incluso más altas. Aquellos que se quejen pueden ser denunciados por su avaricia.
Por supuesto que esta máquina en movimiento finalmente se detendrá, y cuando lo haga, un gobierno que espera sobrevivir encontrará necesario silenciar a sus críticos. Pregúntenles a los argentinos, que están viviendo todo esto en tiempo real.
Luego de cinco años de una pesada intervención estatal en la economía, la Argentina se está deslizando nuevamente sobre la recesión. La inflación de dos dígitos está escalando y el gobierno se esta quedando sin dinero. En respuesta, Cristina Fernández de Kirchner está tomando medidas duras contra la prensa libre. Los argentinos se preguntan si su democracia sobrevivirá.
Es importante recordar la historia de cómo la Argentina llegó hasta acá. La economía estaba acorralada luego del colapso de la convertibilidad de 2001-2002. Un pueblo desmoralizado estaba buscando un salvador.
Creyó que lo encontraba en Néstor Kirchner. Él se convirtió en Presidente en el año 2003 y acometió la tarea de reestablecer el modelo económico manejado por el estado que impulsó Juan Perón; el mercado, decía Kirchner, había fallado. Néstor Kirchner tomó el control del Banco Central. Demonizó al sector privado y a los inversores. Utilizando el control de precios, los subsidios y la regulación, se hizo a sí mismo un Robin Hood de las masas. La asamblea legislativa le otorgó poderes extraordinarios.
La economía se recuperó tal como es de esperarse luego de una dura contracción, y en el año 2007, su esposa fue elegida Presidente con el 45 por ciento de los votos.
Ahora los ilusionistas están perdiendo sus facultades. No sólo la economía se está viniendo abajo, sino que de acuerdo a los sondeos, el pueblo se está volviendo intolerante respecto a lo que muchos pueden considerar un abuso de poder por parte del matrimonio presidencial.
Cuatro ejemplos sirven para explicar esta situación: En principio, cuando Cristina de Kirchner atacó al sector agropecuario porque éste se resistía a su plan de altos impuestos a la exportación de sus cosechas, el pueblo se manifestó en defensa del campo, para sorpresa de la Presidente. En segundo lugar, su decisión de confiscar los fondos de pensión privados fue denunciada ruidosamente como una violación de la norma de la ley. En tercer lugar, existe una creencia ampliamente difundida que sostiene que su gobierno está usando el servicio de inteligencia del estado para recolectar información contra los "enemigos" de la Presidente. Por último, a una mayoría aplastante no le gustan los privilegios y el estilo de vida de jet-set de la familia presidencial, mientras los estándares de vidas nacionales se desploman.
Este descontento popular se puso de manifiesto en la votación de las elecciones legislativas de junio, cuando el ala peronista que responde a Néstor Kirchner perdió miserablemente. Incluso Néstor Kirchner no logró imponerse en su intento por lograr una banca representando a la provincia de Buenos Aires, que debería haber sido un bastión para el matrimonio presidencial.
Cristina de Kirchner y su esposo decidieron que habían perdido la elección debido a una mala cobertura periodística. Están especialmente enojados con el grupo Clarín, que alguna vez fue partidario del gobierno, y es ahora un crítico directo. De manera pública, Néstor Kirchner usualmente insinúa que el gobierno está analizando la compañía para ver si ésta última no necesita ser reducida. En septiembre, las autoridades fiscales lanzaron un allanamiento en las oficinas del diario Clarín en la ciudad de Buenos Aires. Las autoridades fiscales luego se disculparon por este allanamiento, pero el periódico sostiene que fue un actor de intimidación.
No obstante, el problema de la mala prensa para los Kirchner es mucho más grande que Clarín. Mientras el modelo económico anti-mercado va cuesta abajo, el pueblo se vuelve contra sus arquitectos y una prensa libre no permanecerá callada. Esta es la razón por la cual la Presidente obtuvo a la fuerza una ley de medios a través de la asamblea legislativa dos semanas atrás, creando una nueva comisión regulatoria "audiovisual" controlada por el Ejecutivo.
La ley también otorga el control ejecutivo sobre todas las licencias en el espectro radial y se reserva al menos dos tercios para las estaciones transmisoras estatales y no gubernamentales aprobadas por el Ejecutivo. Existe preocupación respecto a que Cristina Kirchner esté preparando absorber el más importante proveedor local de papel de prensa y comenzar a implementar licencias de importación para controlar el acceso a los proveedores extranjeros.
Hugo Chávez se convirtió en un dictador en Venezuela bajo una apariencia democrática, y ha acallado a la prensa de manera similar. Los argentinos están preocupados.
La semana pasada, en el diario La Nación, el filósofo y escritor Santiago Kovadloff resumió el sentimiento de la oposición respecto al uso gubernamental “de la ley” para consolidar poder: “La ley se ha convertido en una querida arma de corrupción”, escribió Kovadloff. “El Ejecutivo la ha puesto a su servicio. La manipula con habilidad. ¿Y dónde ubica eso a la sociedad? La inseguridad ya no sólo una amenaza. Estamos en la selva".
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