Rogelio Alaniz
Sólo los Kirchner son capaces de transformar a Martín Redrado en un dirigente político popular. Si continúan en esa línea, Redrado no sólo va a ser el futuro ministro de Economía que todo dirigente opositor querrá sumar a sus filas, sino que, además, puede llegar a ser un presidenciable. Lo que hicieron con Cobos hace un año y medio están a punto de hacerlo con Redrado. Creer o no creer, los Kirchner se han transformado en la más formidable maquinaria promotora de dirigentes opositores. Su torpeza, su prepotencia o su vulgaridad para concebir el poder es capaz de producir esta suerte de milagrería política.
Cuando finalizaba el 2009, los analistas políticos auguraban un año tranquilo. Es más, los opositores temían una resurrección del oficialismo montado en las olas de la renovada bonanza económica. Error. El 2010 apenas ha cumplido una semana y los Kirchner se encargaron de demostrar que si no hay problemas en el horizonte ellos se ocupan de fabricarlos, en menos de lo que canta un gallo.
Tan interesante como la habilidad para crear tormentas sin que haya una nube en el aire, es el talento que disponen para manipular las palabras. Ahora nos venimos a enterar de que el señor Redrado es de derecha, uno de los voceros preferidos del neoliberalismo y, por supuesto, un gorila de pelo en pecho. Durante los últimos cinco años, Redrado parecía ser la encarnación misma del sentimiento nacional y popular, una suerte de peronista de base, combativo y revolucionario. Un entredicho, y se transforma de pronto en el economista colocado cómodo a la derecha de Milton Friedman, en un agente del capital financiero internacional y en un heredero en línea directa de
Lo más lindo de todo es que Redrado siempre fue lo que fue, un operador económico más o menos talentoso que prestó sus servicios “técnicos” a Menem, Duhalde y Kirchner sin ser peronista y sin engañar a nadie respecto de sus creencias económicas. Tan leal ha sido Redrado a sus convicciones, que él mismo ha contado que cuando se produjo el Golpe de Estado del 24 de marzo, repartió volantes en el hall de
A decir verdad, los Kirchner tampoco se engañaron con Redrado. Sabían que era de derecha y en homenaje a esos méritos lo colocaron en el lugar indicado. Si la sensatez les indicó que para asegurar la credibilidad financiera era necesario poner en el Banco Central a un señor como Redrado, la vocación de poder, tal como ellos lo conciben, ahora les dice que es necesario disponer de unos seis mil millones de dólares para arreglar algunas cuentas externas y poder seguir haciendo política. O lo que ellos entienden por política.
Con los Kirchner conviene ser claros, no tanto por ellos como por aquellos que suelen dejarse seducir por sus cantos de sirena o de pingüinos. Para la pareja gobernante, el populismo en sus versiones autoritarias es fundamentalmente un proyecto de poder. La economía importa, pero está subordinada a la ambición de poder. Traducido a nuestra realidad de 2010, para sostener su poder los Kirchner van a hacer todo lo que sea necesario. Y no van a ser las instituciones o las leyes las que les pongan límites.
Así gobernaron a Santa Cruz y así gobiernan a
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