lunes, 11 de enero de 2010

Yuyo


Santiago Luna 


Eso del yuyo había sabido ser una frase oportunista, dicha en un momento en que los seguidores de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, necesitaban argumentos para discutir con quienes se oponían a una modificación en el cobro de las retenciones agrarias. (Busco en el mataburros qué quiere decir “agro” y me dice que es en latín lo mismo que “pecuario” en griego. “Agropecuario” es una redundancia, entonces).
Este año el gobierno ruega para que sigan las lluvias, para que los dioses de los cultivos no abandonen el yuyo a su suerte. “Sólo eso nos faltaría –me explica un funcionario nacional amigo, mientras tomamos un café en Fini- que una peste la liquide y nos quedemos sin la plata de las retenciones. Una desgracia”.
Yo le digo:
- Para el gobierno, lo peor que podría pasar ahora es que algún tsunami o algo, se llevara todos los cultivos del yuyo.
-¿Del yuyo, has dicho?- me increpa el amigo funcionario.
-Ahá, ¿por qué?
Se pone de pie, se saca el sombrero y respetuosamente responde:
-Porque ahora es doña Glycine max, Leguminosa Cultivada por Sus semillas, de Medio Contenido en Aceite y alto de Proteína.
-Un nombre muy largo, che.
-Decile doña Soja o doña Glycine nomás.
Mientras pago el café al mozo de Fini, antes de mandarme a mudar, pienso que hay otra gente a la que también, para nombrarla, todos se paraban como si hubieran estado por cantar el himno. Ahora, cuando la ven se cruzan de vereda.
¡Eh!, ¡bárbaro!, que habían sabido ser fieras las ingratitudes de la política.

(Tomado de su libro "Libro").

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